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La infructuosa lucha contra el tráfico de migrantes

Barbara Wesel (ER/CHP)28 de agosto de 2015

La muerte de 71 migrantes en un camión húngaro pone en primer plano a las bandas criminales que trafican con personas. Pero la lucha contra ellos no es fácil, opina Barbara Wesel.

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Imagen: picture-alliance/dpa/R. Schlager

Mientras más lejos tienen lugar los dramas de refugiados del sitio donde uno se encuentra, más teórica puede ser la discusión al respecto. Pero si las cosas ocurren más cerca, más terribles se ven en detalle. Esa fue la experiencia que vivieron el jueves algunos jefes de gobierno y representantes de la Unión Europea, en Viena. Del camión abandonado junto a una autopista austriaca se han sacado entretanto muchos más cuerpos de lo que se temió en un principio. La Comisión de la UE calificó el hallazgo de simplemente chocante y habló de siniestras operaciones criminales, que deben ser combatidas con todo rigor. Algo similar señalaron la canciller alemana, Angela Merkel, y algunos ministros. La lucha contra las bandas de traficantes de personas tiene prioridad en la agenda europea. Pero, en gran medida, solo en el papel. Las declaraciones apuntan sobre todo a tranquilizar a la opinión pública y a demostrar que se hace algo.

Negocio próspero

Desde hace algunos años los expertos vienen indicando que el tráfico de seres humanos ha reemplazado al de drogas como principal fuente de ingresos del crimen organizado, a nivel mundial. Al comienzo afectaba sobre todo a mujeres y niños. Pero, entretanto, la masa de migrantes se ha convertido en objeto de la explotación criminal. Ante eso, las instituciones europeas, al igual que el ejército y los aparatos policiales, se encuentran en buena medida desvalidos.

En el ámbito de la Unión Europea, la lucha contra las bandas de traficantes de personas tiene lugar principalmente en el Mediterráneo. Allí también está presente la Marina alemana que, junto con los italianos y otros, investiga rutas y redes. Sin embargo, no puede intervenir realmente. A lo sumo puede intentar detectar a un par de responsables entre la multitud de rescatados. Pero solo atrapa a los peces más pequeños; hace mucho tiempo que las bandas libias ponen al timón de sus barcos a jóvenes que no tienen relación alguna con la organización propiamente tal.

Libia, Turquía y los Balcanes

Es una ilusión pretender que se puede poner coto al contrabando de personas en Libia. Tras él hay clanes completos a los que nadie tiene acceso, porque no existe un gobierno en el país ni un mandato de la ONU para intervenir desde el exterior. Tampoco los habrá en un futuro cercano, no nos engañemos. En lo tocante a la nueva ruta principal de migrantes, a través del Mediterráneo oriental, es decir, a través de Grecia, los traficantes están en Turquía. El gobierno de Ankara podría actuar en su contra, si quisiera. Pero no quiere, porque las bandas lo libran de cientos de miles de refugiados, que de otro modo tal vez permanecerían en territorio turco.

Barbara Wesel.
Barbara Wesel.Imagen: DW/G. Matthes

Por último, un vistazo a los Balcanes: de allí provienen los instigadores que pusieron en marcha el camión de la muerte que ahora nos estremece. Desde hace años, los Estados balcánicos ofrecen al crimen organizado un reducto sin molestias. La ciénaga de gobiernos débiles o corruptos y estructuras mafiosas en la Policía y la Justicia, y la debilidad económica, han permitido el crecimiento de bandas criminales que han extendido sus redes por toda Europa.

Vías legales

La UE está en buena medida inerme. Le faltan instrumentos para acabar efectivamente con ellas. Las atribuciones de la Policía alemana o austriaca llegan solo hasta sus respectivas fronteras. La cooperación ha mejorado y hay algunos éxitos, como lo demuestran las rápidas detenciones en el caso del camión encontrado en Austria, realizadas en Hungría. Pero, en vista de las dimensiones de estas organizaciones criminales y su poderío financiero, tales éxitos son solo puntuales. Los cerebros de las bandas se encuentran en su mayoría fuera de alcance, en sus patrias.

Con los recursos disponibles hasta ahora, difícilmente se puede combatir a las bandas de traficantes de personas y en ningún caso se las podrá derrotar. La UE y sus miembros deberían organizar rápidamente funcionarios policiales y de seguridad para el caso, y equiparlos, o abstenerse de hacer grandes promesas. Pero, independientemente de eso: ¿Cómo habría de llegar a Europa la gente que huye de Siria o de Irak, y que necesita protección, sin recurrir a los traficantes? Observamos desde hace meses sus peligrosas rutas y hasta ahora no hemos abierto ninguna vía legal de inmigración. Con esa medida se podría quitar de un golpe más sustrato al negocio de esas bandas que con todas las posibles medidas militares y policiales.