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La Justicia brasileña imputa a los nadadores estadounidenses

19 de agosto de 2016

El medallista Lochte inventó haber sido atracado por agentes uniformados para justificar los excesos de una juerga, poniendo en entredicho a la policía de Río de Janeiro. Se les acusa de "falsa comunicación de crimen".

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Brasilien Olympische Spiele Rio 2016 - Polizei & US-Schimmer Conger & Bentz
Imagen: Reuters/U. Marcelino

El jefe de la policía civil de Río de Janeiro, Fernando Veloso, explicó este jueves (18.08.2016) en la rueda de prensa más concurrida hasta ahora de los Juegos Olímpicos que los nadadores estadounidenses Ryan Lochte, James Feigen, Gunnar Bentz y Jack Conger inventaron haber sido víctimas de un asalto para justificar los excesos de una noche de juerga. Habían denunciado haber sido víctimas de un asalto a punta de pistola por hombres que vestían uniformes de policía tras salir de una fiesta en la madrugada del pasado domingo.

"En teoría, ellos podrían ser considerados responsables, -y al decir ellos me refiero a uno, dos o los cuatro-, por el reporte falso de un crimen y vandalismo", dijo Veloso, cuyo departamento estudiaba presentar cargos. Finalmente la Justicia los imputó por "falsa comunicación de crimen".

A tres de los nadadores involucrados se les impidió salir del país mientras se llevaba adelante la investigación policial por las contradicciones en las declaraciones. La Justicia, que les había retirado los pasaportes, los ha autorizado finalmente a abandonar el país.

El cuarto, el ganador de la medalla de oro, Ryan Lochte, regresó a Estados Unidos el lunes. El nadador aseguró que los ladrones se llevaron su billetera y todo el dinero que tenía en efectivo. Sin embargo, el miércoles declaró a la NBC que estaban en una gasolinera cuando ocurrieron los hechos y modificó un poco la versión.

Grabados por las cámaras de seguridad

La investigación demuestra que los deportistas acudieron a una fiesta en el barrio de la Lagoa, donde habrían estado con tres mujeres jóvenes -a quienes busca la policía-, y antes de regresar a la Villa Olímpica, en Barra de Tijuca, tomaron un taxi y pararon en una gasolinera. Los deportistas estaban bebidos y alterados, según los testigos, y realizaron destrozos en el baño y otras instalaciones de la gasolinera, lo que obligó a los empleados a intervenir y avisar a la policía militar y a los guardias de seguridad.

Los guardias trataron de retenerlos a la espera de la policía, pero los nadadores se les enfrentaron y uno de ellos les apuntó con una pistola. Finalmente, pagaron 20 dólares y 100 reales (unos 33 dólares) por los destrozos, subieron al taxi y regresaron a la villa olímpica, según relató el jefe de la policía, que aseguró que "no hubo ningún tipo de violencia con los atletas" ni abuso de autoridad.

La investigación policial, las imágenes de los vídeos de la gasolinera y la Villa Olímpica confirman que no existió asalto alguno, insistió. Además, las declaraciones prestadas hoy ante la policía brasileña por dos de los nadadores involucrados, Gunnar Bentz y Jack Conger, ratifican las conclusiones de la investigación. La policía los sacó anoche de un avión cuando se disponían a regresar a Estados Unidos para que prestaran declaración (en la imagen).

El asunto, que hubiera sido un altercado menor, puso, con la invención de la historia por parte de Lochte, en la palestra a las autoridades brasileñas y proyectó injustamente sobre ellas la sombra de los abusos policiales. Por eso, considera Veloso, que los deportistas deben, al menos, una disculpa al pueblo brasileño.

LGC (EFE /Reuters / dpa)