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La lección moral que Hong Kong aprendió de Tiananmén

4 de junio de 2020

Joshua Wong y Glacier Kwong, dos activistas prodemocráticos, opinan que implementar la ley de seguridad nacional y prohibir la vigilia de Tiananmén son intentos de silenciar a los ciudadanos de Hong Kong.

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Joshua Wong vor der Bundespressekonferenz
Imagen: picture-alliance/dpa/W. Kumm

Cada año durante las pasadas cuatro décadas, los activistas han prendido velas en el Parque Victoria de Hong Kong en memoria de aquellos que sufrieron y murieron el 4 de junio de 1989 en la masacre de Tiananmén. Sin embargo, es posible que en 2020 las velas se enciendan por última vez. Días después de que China anunciara su decisión de imponer directamente la ley de seguridad nacional en Hong Kong, la Policía de la ciudad rechazó el permiso para celebrar nuestra vigilia anual en honor de las víctimas de la masacre. En lugar de velas, este año posiblemente debamos enfrentarnos a porras, gas lacrimógeno, balas de goma y policías violentos.

Nosotros no habíamos nacido cuando tuvo lugar la masacre de Tiananmén, pero crecimos yendo al Parque Victoria y otros lugares para participar en las vigilias y conocimos los detalles de la tragedia que tuvo lugar hace 31 años, cuando miles de ciudadanos y estudiantes fueron asesinados por soldados chinos, muriendo por la libertad y la democracia. Tiananmén siempre nos ha servido como una lección moral, de la que aprendimos que el Partido Comunista chino es una dictadura brutal que no duda en matar a sus ciudadanos solo para conservar el poder.

Incluso después de 30 años, Tiananmén sigue siendo uno de los temas más delicados de la historia y la política chinas. Pekín pone todo el empeño del que es capaz en borrar lo sucedido de la historia. Búsquedas como "4 de junio" y palabras similares están prohibidas en el Gran Cortafuegos chino. Además está prohibido conmemorar las protestas de Tiananmén, se eliminan de los libros de historia las referencias y antiguos líderes de las protestas y sus familias son detenidos con regularidad.   

Pekín ha rechazado todos los llamados, internos y de cualquier otro tipo, para que reconozca que fue moralmente equivocado abrir fuego aquella noche y ha resistido todos los pedidos para que revele el auténtico número de víctimas. El presidente del país, Xi Jinping, y otros líderes políticos del PCC, no han expresado ningún arrepentimiento por la represión, sino que cada vez han mostrado mayor frustración por el movimiento democrático de Hong Kong, han ejercido medidas opresivas en la región de Sinkiang y en el Tíbet, considerando los pedidos sobre derechos humanos fundamentales como amenazas al control del partido.

No podemos renunciar voluntariamente a nuestra libertad

Históricamente, Hong Kong ha sido un puerto seguro para los disidentes: nosotros le decimos la verdad a una China cada vez más poderosa. La vigilia anual del 4 de junio tiene un valor simbólico significativo. Hay gente que recuerda lo que sucedió el 4 de junio de 1989 y hay personas que no tienen miedo de decir la verdad. A pesar de su naturaleza pacífica, a Pekín le parece intolerable no tener a los ciudadanos de Hong Kong bajo control y olvida los terribles actos cometidos hace 31 años.

Este podría ser el último año que podemos hablar públicamente del 4 de junio. Una vez que la ley de seguridad nacional entre en vigor, el solo hecho de mencionar el suceso estará sujeto a persecución legal. La Asamblea popular china espera neutralizar cualquier esfuerzo encaminado a luchar por nuestros derechos fundamentales, despoja a Hong Kong de su libertad y su diversidad, y deja espacio únicamente para la absoluta lealtad al PCC. Pero nosotros no les guardamos lealtad. El 4 de junio de 1980 perdió toda su legitimidad, cuando decidió, solo para conservar el poder, tomar medidas drásticas contra quienes protestaban en Tiananmén.

Implementar la ley de seguridad nacional y prohibir las vigilias son intentos de silenciar a los ciudadanos de Hong Kong. Esperamos que la Policía disperse cualquier concentración que tenga lugar el 4 de junio. Nos preocupa, pero no podemos renunciar voluntariamente a nuestra libertad. Sería más sencillo mantenernos a la espera, pero actuaremos, no solo por nosotros, sino también porque creemos, sencillamente, que eso es lo correcto. Tenemos derecho a recordar lo que sucedió hace 31 años y, si renunciamos a ejercerlo, perderíamos también el derecho a recordar lo que ocurrió durante los últimos 12 meses en Hong Kong.

Joshua Wong es el secretario general de la organización prodemocrática Demosisto. Glacier Kwong es una activista de derechos políticos y digitales en en Hong Kong.

(ms/vt)

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