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La protección del medio ambiente hace escuela

Ina Rottscheidt (LBM)30 de noviembre de 2007

Agua y electricidad: dos bienes escasos en África. Sol, sin embargo, hay de sobra. Por eso, de una escuela en el noroeste alemán ha llegado a unas escuelas centroafricanas un regalo especial: unas placas solares.

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Los chicos de Zambia aprenden a cuidar el medio ambiente.Imagen: DW/Rottscheidt

“Esta generación va a vivir todavía alrededor de 60 años y son ellos quienes van a sufrir las consecuencias del cambio climático”, dice convencido Peter Martin. Martin tiene 50 años e imparte técnica en un colegio de Gladbeck, en el estado alemán de Renania del Norte-Westfalia. En sus clases, el profesor se esfuerza por hacer comprender la premisa a sus alumnos.

Concienciar e interesar a los chicos puede empezar con unas pequeñas tablas de madera cubiertas de brillantes láminas color carbón, unos cables rojos y azules y un medidor. “Es un multímetro”, explica Jens Krause, “mide la tensión y la intensidad y permite leer, por ejemplo, que tan sólo con esta placa solar se pueden generar 0,25 voltios”, continúa el joven de 13º curso.

De las tablitas a la energía solar

Solarprojekt Unterricht Macha Sambia Geräte
Concienciar, interesar, llamar la atención y ofrecer alternativas.Imagen: DW/Rottscheidt

Se trata de que los alumnos entiendan, antes de adentrarse en sistemas fotovoltaicos mayores, cómo funciona una célula fotoeléctrica: 40 metros cuadrados mide la instalada en el tejado de la escuela. Fueron los mismos chicos del curso de técnica quienes la idearon, instalaron y conectaron. El colegio se autoabastece así de una parte de la energía que necesita, y desde su puesta en funcionamiento en el año 2003 ha emitido a la atmósfera 1.400 kg menos de CO2.

“Lo importante no es ese ahorro”, aclara Martin, “sino llamar la atención de los chavales sobre la problemática del cambio climático y al mismo tiempo mostrarles también las alternativas que ofrece la técnica, lo que a la vez les abre un gran campo de posibilidades profesionales”.

Placas solares para Zambia

La escuela de Gladbeck está hermanada con un colegio de Macha, en el sur de Zambia. El pasado verano, una delegación de seis personas viajó desde Alemania al país africano para que los tejados de la “Macha Secondary School” y la “St. Mark´s Secondary School” tuvieran también sus placas solares.

Solarprojekt Installation der Solaranlage Sambia Macha
Insatalando placas solares sobre el tejado de una escuela en Zambia.Imagen: DW/Rottscheidt

“En Zambia, la radiación solar es el doble de fuerte que en Alemania y, en consecuencia, la eficacia también es mayor”, comenta Guntram Seippel, otro profesor de técnica miembro de dicha delegación. El suministro eléctrico no está asegurado en el Estado centroafricano. “La luz se va a cada rato”, recuerda Seippel, “con las placas solares, nuestra escuela hermana se vuelto un poco más independiente”.

Solarprojekt St. Mark’s Secondary School in Macha Sambia
Unas escuelas un poco más ecológicas, y un poco más independientes.Imagen: DW/Rottscheidt

Aprendiendo a cuidar el mundo

Solarprojekt Schüler der St. Mark’s Secondary School in Macha Sambia
Despertando interés por la técnica.Imagen: DW/Rottscheidt

Los dos colegios de Macha cuentan con unos 1.300 alumnos. La siguiente ciudad de mediano tamaño está a 80 km de distancia. En un país en el que el 80% de sus habitantes sobreviven con menos de un dólar por día, por debajo del umbral más ínfimo de la pobreza según Naciones Unidas, la preocupación por el medio ambiente no ocupa como cabe imaginar un lugar destacado.

“La conciencia medioambiental no está muy extendida”, dice Jens, que también viajó a Zambia, “cocinan, por ejemplo, con madera, lo que es bastante nocivo para el medio ambiente. En Zambia hay muy pocas centrales eléctricas y por eso necesitan alternativas”.

Solarprojekt Unterricht Macha Sambia
Todos somos responsables del cambio climático.Imagen: DW/Rottscheidt

Escolares alemanes y zambianos comprueban ahora de primera mano cómo funciona la protección del planeta a pequeña escala. Ellos son los que van a tener que enfrentarse a los futuros problemas climáticos. “Tenemos que implicar a todos, convencerlos de que si no cambiamos las cosas será demasiado tarde”, opina Julia von Gradowski, una alumna de 12º curso que igualmente formó parte del grupo que viajó a África.

Cuando ve las noticias de las últimas inundaciones en Mallorca, se preocupa, dice la joven. “Me da miedo que en algún momento ya no haya nada que podamos cambiar”, y aún así, Julia se mantiene crítica: “tenemos que empezar por observarnos a nosotros mismos. Si nosotros no hacemos nada, tampoco podemos esperar que los demás lo hagan.”