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La técnica Alexander: el mejor uso de uno mismo

Carola Rondinella1 de octubre de 2004

La técnica Alexander es una forma práctica y sencilla de cambiar hábitos que nos puedan resultar dañinos, redescubriéndonos, más libres, vitales y en balance con nosotros mismos.

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La alegría de un buen uso.Imagen: Bilderbox

Frederik Matthias Alexander nace en Tasmania, Australia, el 20 de enero de 1869. A los 19 años se forja un nombre como recitador de Shakespeare. En su momento de mayor éxito, una ronquera crónica, que se va agudizando cada vez más, no le permite terminar sus funciones. Emprende una larga travesía, sin resultado, por médicos y foníatras. Deduciendo que era algo que realizaba en el escenario lo que provocaba su problema en la voz, comienza un intenso trabajo de observación sobre sus conductas al recitar. Con la ayuda de un espejo, en una búsqueda minuciosa de sus hábitos, observa que antes incluso de hablar tiraba su cabeza hacia atrás, provocando que la musculatura del cuello se tensionara innecesariamente, que la garganta se deprimiera y que su pecho se contrajera. Además, siguiendo las técnicas de actuación de la época, sus pies se aferraban como garras al piso, ocasionando en sus piernas una enorme rigidez muscular.

Australien - Tasmanien
La "Bahía dormida" en el Parque Nacional de Tasmania.Imagen: dpa

Emprender el cambio

¿Qué hacer ante esta fuerte costumbre? Alexander descubrió que debía inhibir la respuesta habitual, haciendo una pausa, pensar nuevas direcciones musculares en contra del hábito, lo cual significaba permitir que su cabeza fuera hacia adelante y hacia arriba, que su espalda se alargara y se ensanchara, y poder entonces cambiar su patrón de movimiento, que tan profundamente influía en su voz.

A partir de allí se da cuenta que esta práctica tan arraigada sólo podía modificarse si su cuerpo y su mente se relacionaban clara y armoniosamente. Decide aplicar lo descubierto en sus actuaciones en público, además de impartir clases a sus compañeros, transformándose pronto en un sabio maestro, y ganándose el nombre de “el hombre que respira”. Sus alumnos no sólo experimentan una impronta en su manera de respirar, sino también en su actitud general. Su método no solo actuaba positivamente sobre la respiración sino también en los demás actos reflejos del ser humano (postura, digestión, el ritmo del corazón). Esto implicaba en consecuencia un mejoramiento en el estado anímico de la persona y un mayor autocontrol en sus respuestas a los estímulos, tanto en la vida cotidiana como en las actividades más especializadas.

Alexander viaja a Inglaterra y a Norteamérica. En Londres funda su escuela, de donde saldrán los primeros profesores. La vida del maestro seguirá por siempre ligada al “dejar de hacer, para comenzar a hacer de otra forma”, se recuperara de una parálisis cerebral que dejó parte de su cuerpo inutilizado en 1947 y morirá ocho años después, a la vuelta de una buena jornada de carreras de caballos.

Aportes científicos de ayer y hoy

Sir Charles Scott Sherrington
Sir Charles Sherrington.Imagen: Max Planck Institute

Sir Charles Sherrington, Niko Timbergen, (ambos premios Nóbel de Medicina) y George Coghill ( famoso biólogo norteamericano) apoyaron el trabajo de Matías Alexander sabiendo que la relación entre nuca, la cabeza y espalda, juegan un rol principal en el control de la postura, el balance y el movimiento, determinando lo que ocurrirá en el resto del cuerpo.

Además concordaron con Alexander en tratar cada una de nuestras acciones, a partir de la totalidad de nuestra persona, tanto física como psíquica. Es decir, ninguno de nuestros miembros se mueve solo, sino que ello envuelve la total actividad neuromuscular del momento.

La vertiente alemana

En Hamburgo y luego en Essen, dos ciudades alemanas, Chris Stevens, (físico inglés y profesor de técnica Alexander) junto a la que fue su esposa, Nadia Kevan, (bailarina y también docente de la técnica) realizan una profunda investigación sobre la importancia de los reflejos que se hallan en pies y manos, en la construcción de nuestra correcta postura. Éstos nos conectan con la fuerza de soporte de la tierra, que junto a la gravedad, son las fuerzas que nos mantienen erguidos.

Intensificar entonces la percepción del encuentro con las superficies en las cuales nos apoyamos, o las cuales tocamos, junto con la conciencia de que también esta fuerza de soporte pasa a través de nuestro esqueleto, en el contacto de cada hueso con el que le sigue, provoca en nuestros mecanismos reflejos una impronta general. Asimismo la sensación de sentir la tierra como nuestra casa, y estar sobre ella con los pies “bien puestos” se vuelve más clara.

Como aprender a mejorar nuestro uso

En una clase de técnica Alexander, el profesor utiliza sus manos como parte importante para determinar si existe demasiada tensión muscular o muy poca tal vez, en dónde, y si las articulaciones están libres. Observa atentamente si la persona posee hábitos posturales que pueden resultar dañinos para el natural funcionamiento de su organismo.

Affen
Los pequeños monitos del sur de Madagaskar y su buen uso natural.Imagen: AP

Sencillas demostraciones e instrucciones verbales, que implican el uso del “monkey” o mono (una posición de ventaja mecánica del cuerpo), como sentarse y levantarse de una silla, acostarse en el suelo o sobre un mesa, gatear, caminar, son formas prácticas y simples de reeducarnos para movernos holísticamente, más natural y libremente.

Significa también, que por medio de una reeducación progresiva junto al docente, dejamos de interferir en la información que nos da nuestro sentido cinestético. Ésta la recibimos de tendones, articulaciones y músculos, y sienta las bases para el equilibrio, el movimiento y de manera más abarcativa también de nuestra entidad como personas.

Fahrradfahrer am Niederrhein
¡Andar en bicicleta disfrutando!Imagen: AP/EUROGA2002PLUS

Existen igualmente gran cantidad de libros que abren la posibilidad de poder aplicar esta “pre-técnica” a cualquier actividad que queramos realizar: correr, andar en bicicleta, pintar, tocar un instrumento o simplemente escribir pueden ser hechos involucrando la totalidad de nuestro ser, aquí y en el ahora.