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La UE y el Mercosur reviven el sueño de un área de libre comercio

18 de mayo de 2010

La reanudación de las negociaciones sobre un acuerdo de asociación entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) decidida en Madrid abre grandes expectativas.

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Al mismo tiempo, sin embargo, entraña el riesgo de tensiones al menos de un lado del Atlántico, dadas las manifiestas reticencias de varios países europeos, con Francia a la cabeza, de alcanzar un tratado de libre comercio con el bloque latinoamericano.

Después de una parálisis de seis años, la decisión de volver en la primera semana de julio a la mesa de negociación es un importante logro, también de la mandataria argentina Cristina Fernández de Kirchner como presidenta pro témpore del Mercosur y de la presidencia española de la UE, que pese a las críticas de otros socios europeos apostó fuerte por este acuerdo.

Para los defensores del pacto, lo decidido en la capital española abre todo un mundo de posibilidades: un mercado de 800 millones de personas -300 millones en el Mercosur y 500 millones en Europa- que gracias a las exportaciones aportará a cada uno de los bloques beneficios económicos de hasta 5.000 millones de euros (6.250 millones de dólares) anuales.

Nada despreciable: el quinto PIB del mundo

Los países del Mercosur -Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay- conforman un mercado que no sólo supone el quinto producto interior bruto (PIB) del mundo, sino que además "tiene un gran potencial de crecimiento", como subraya la Comisión Europea.

De hecho, con un volumen de 1.300 millones de euros, es un mercado que supera al de países como Corea del Sur, India o Rusia.

Y todo ello en una región que, pese a todas las dificultades, ha demostrado ser más resistente a la crisis económica que Europa, sacudida por los grandes problemas de déficit y endeudamiento de países como Grecia, Portugal o España.

Bruselas además teme que Europa pierda terreno en el Mercosur frente a China. Ahora mismo, la UE es el segundo socio comercial de la región, pero los expertos calculan que si Pekín mantiene su actual ritmo de inversiones, el gigante asiático habrá superado a los europeos a más tardar en 2020.

Sin embargo, para conseguir el que sería el mayor tratado de libre comercio de la UE con otra región, ambas partes deberán todavía ceder. "Tenemos que ser conscientes de que estas negociaciones requieren intensos esfuerzos de ambas partes para concluir con éxito", advirtió el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso.

El mórbido encanto de las tentaciones proteccionistas

"El Mercosur tendrá que hacer movimientos importantes y estoy seguro de que Europa también", agregó, refiriéndose a las tentaciones proteccionistas que, según recordó Fernández de Kirchner, han estado sobre todo del lado europeo. "Debemos vernos como socios, no como clientes", enfatizó la presidenta argentina.

Pero mientras la Comisión Europea ve grandes posibilidades, Francia y otros 15 países consideran que un tratado de libre comercio puede traer grandes perjuicios para sus agricultores y ganaderos, como quedó patente hoy en la reunión de ministros de Agricultura de la UE en Bruselas.

Francia y sus principales aliados -Irlanda, Grecia, Hungría, Austria, Luxemburgo, Polonia, Finlandia, Rumania y Chipre- sostienen que el acuerdo con el Mercosur no debe adoptarse hasta que concluya la llamada Ronda de Doha sobre la liberalización del comercio internacional en el seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que también se encuentra estancada.

El temor de los detractores de un acuerdo con la UE es que la importación de carne de res, cerdo y ave desde los países del Mercosur hundiría los precios en Europa y causaría pérdidas de unos 5.000 millones de euros (6.250 millones de dólares) anuales.

Coincidencia o no, ésta es la misma cantidad en la que Zapatero cifró los posibles beneficios. Lo que eludió responder el presidente del gobierno español es cómo lidiar con los socios europeos que se oponen al ambicioso pacto. "Una inmensa mayoría de los países de la UE está a favor", afirmó, dejando en el aire una de las incógnitas del acuerdo alcanzado.

dpa
Editor: Pablo Kummetz