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Las medidas de seguridad transforman Bayreuth

Rick Fulker desde Bayreuth25 de julio de 2016

Ni alfombra roja ni recepción oficial. La edición de este año del Festival de Bayreuth se ha transformado para aumentar la seguridad ante los ataques en Alemania. Rick Fulker informa desde Bayreuth.

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Deutschland Festspielhaus in Bayreuth
Imagen: picture alliance/dpa/T. Schamberger

En las imágenes de los ensayos podía verse una valla ante el teatro del Festival de Bayreuth. Los rumores aseguraban que se había vallado por razones de seguridad, pero he podido comprobar que eso no es así. La calle que conduce hacia la Colina Verde del teatro está abierta al tráfico. Solamente estaba previsto cerrarla antes y durante la representación inaugural de este lunes (25.07.2016), que lleva a escena Parsifal, de Richard Wagner.

Sin embargo, todo parece haber cambiado un poco

No hay alfombra roja este año en Bayreuth, como señal de respeto hacia las víctimas del atacante de Múnich que el pasado viernes (22.07.2016) segó la vida de nueve jóvenes y después se suicidó. Así pues, no habrá comentarios sobre el atuendo de Angela Merkel y otros invitados ilustres. Es algo inédito en la historia reciente del Festival. Su representante de prensa, Peter Emmerich, no recuerda algo parecido. Por el mismo motivo, también se canceló la habitual recepción que ofrece el primer ministro de Baviera.

Alemania, estremecida por la violencia

En la ciudad de Ansbach, situada solo a unos 135 kilómetros de Bayreuth, hubo el domingo una explosión durante la celebración de un festival de música. Doce personas resultaron heridas. Por esta cadena de desgraciados incidentes, los periodistas que este año acuden a Bayreuth reciben su acreditación de prensa, una vez comprobada su identidad, después de atravesar un estrecho pasillo a la derecha del teatro que conduce a la oficina de prensa.

Se acabó la atmósfera familiar

Como periodista, estoy acostumbrado a hacer entrevistas antes del Festival. Desde 1989, solo me he ausentado en dos ocasiones. Ahora se accede al espacio para hacer entrevistas de otra manera: no se me permitió acceso por la entrada de prensa, sino por una puerta lateral. Me identifiqué, rellené un formulario y recibí mi pase acreditativo. Un empleado de recepción llamó arriba a la oficina de prensa, y una persona me recogió y me acompañó hasta el despacho. Hasta que llegó, un responsable de seguridad estuvo observándome todo el tiempo. He hecho cuatro entrevistas en esta edición y el procedimiento ha sido el mismo en todas: malentendidos con el empleado de recepción, que hablaba cualquier cosa menos un alemán correcto, llamada arriba e inspección exhaustiva por parte de la seguridad.

Esa atmósfera familiar que aquí reinaba, la sensación de estar entre amigos, ha sido sacrificada en aras de la seguridad. Quizá para alivio de muchas personas en Alemania, país que ha sufrido cuatro hechos violentos en una semana: ataque con hacha en un tren cerca de Wurzburgo, el atacante de Múnich, el ataque con un machete en Reutlingen y la explosión en el festival de música de Ansbach. Veremos si todo esto tiene un reflejo entre el público de este año en Bayreuth.