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Latinoamérica en Davos

Emilia Rojas 26 de enero de 2007

El presidente mexicano, Felipe Calderón, debutó en Davos con un llamado a la unidad latinoamericana, mientras "Lula" exhortó las potencias comerciales a asumir su responsabilidad para desempantanar la ronda de Doha.

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Lula atrae nuevamente la atención en el plenario de Davos.Imagen: AP

Davos no es lugar para tomar decisiones. Lo que se espera de este foro económico mundial, en que se dan cita no sólo gobernantes, sino también empresarios y líderes de diversos ámbitos, es generar encuentros y, por ende, posibilidades de acercamiento en las posiciones. Esto último es lo que se requiere con urgencia si han de tener posibilidades de materializarse las esperanzas de reflotar la hasta ahora fallida Ronda de Doha de la Organización Mundial de Comercio (OMC). La meta sigue siendo tan ambiciosa como al principio: liberalizar el comercio mundial. Pero a estas alturas ha quedado claro que no se puede esperar milagros y probablemente habrá que encontrar soluciones intermedias.

Felipe Calderon-Hinojosa in Davos
Felipe Calderon habla en un foro sobre la ampliación de los horizontes latinoamericanos, en Davos.Imagen: AP

Con los presidentes de Brasil y México, Luis Ignacio "Lula" da Silva y Felipe Calderón, América Latina está en Davos representada por los gobernantes de las mayores economías de la región. èstas, en principio, serían las que se encuentran en mejores condiciones para enfrentar el desafío de la apertura a los bienes industriales y servicios que las grandes potencias económicas demandan a cambio de bajar los aranceles a los productos agrícolas y reducir las subvenciones a sus agricultores.

Aporte acorde a las capacidades

"Lula", haciendo gala de los logros económicos de Brasil, aseguró en Davos que su país puede "competir con cualquiera". Pero el presidente brasileño también tiene claro que en foros como éste no habla por sí solo sino también en representación del resto de los latinoamericanos e incluso de otros países en vías de desarrollo, agrupados en el G-20 y liderados por Brasil e India. Por eso, hizo hincapié en que "los países emergentes están dispuestos a contribuir" de acuerdo a sus capacidades, porque "no todo puede ser igual" para todos.

De hecho, organizaciones no gubernamentales advierten ya que el éxito de la Ronda de Doha no será una panacea para el Tercer Mundo, sino que albergaría también serios peligros. Por ejemplo, la agrupación Justicia Ahora, que anida a 34 ONGs alemanas, indicó que "la mayor liberalización en el comercio de servicios y productos industriales que demandan la Unión Europea y Estados Unidos tendría graves consecuencias, especialmente en el sur, ya que aumentaría drásticamente la competencia internacional entre los centros de producción". La organización demanda, en cambio, un "cambio de paradigma social y ecológico en la política mundial de comercio".

Responsabilidad de las grandes potencias

Esas son, de seguro, palabras mayores. De momento ya sería un avance si los países industrializados asumieran más responsabilidades e hicieran concesiones para sacar adelante las negociaciones, como pidió "Lula". Según subrayó el presidente brasileño, la falta de acuerdo en la Ronda de Doha no podrá suplirse con las ayudas financieras a las regiones más pobres, ya que "son las posibilidades de crecimiento económico y de inversiones lo que nos permitirá vivir en un mundo más tranquilo".

También en Europa hay conciencia de que el tiempo apremia, sobre todo teniendo presente que a fines de junio expiran los poderes especiales con que cuenta el presidente estadounidense para negociar materias comerciales sin tener que someterlas en amplia medida al voto del Congreso. Si no se logra progresar en las conversaciones antes de eso, seguramente habrá que esperar a que llegue un nuevo inquilino a la Casa Blanca.