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La utopía del confinamiento no logra frenar la pandemia

Camilo Toledo-Leyva
15 de julio de 2020

Ante el creciente número de contagios en la región, donde el aplanamiento de la curva de contagios parece aún estar muy lejos, surge la pregunta: ¿No sirvió de nada el estricto confinamiento? DW consultó con expertos.

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Ecuador Coronavirus
Imagen: picture-alliance/AP Photo/D. Ochoa

América Latina superó los 3,5 millones de contagiados con el nuevo coronavirus y con sus más de 145 mil muertes se convirtió en la segunda región con la tasa más alta de letalidad.

Estas cifras siguen poniendo contra las cuerdas a los frágiles sistemas de salud de la región y han desnudado las deficiencias, pese a las drásticas restricciones impuestas desde un principio por los gobiernos. El aplanamiento de la curva de contagios parece aún estar lejos.   

Cuatro de los diez países más afectados a nivel mundial son latinoamericanos, según los datos de la Universidad Johns Hopkins: Brasil con casi dos millones, Perú con 334 mil, Chile con 322 mil y México con 312 mil. Sin embargo, los países más pequeños tampoco quedan exentos, como Ecuador, con alrededor de 70 mil infectados y más de 5 mil muertos. Su capital, Quito, enfrenta estos días una crisis, sin camas de cuidados intensivos disponibles. Un hecho que reabre el temor de que se repita un desborde como en Guayaquil. Pero, ¿no sirvió de nada el estricto confinamiento impuesto hace más de tres meses?

La informalidad, el refrigerador y la herencia de la región

"El confinamiento sí fue necesario. Las estrictas medidas impuestas por los Gobiernos latinoamericanos han salvado muchas vidas, pero son vulnerables a crítica porque los casos no han bajado. Esto se debe también al porcentaje de gente que está en el mercado informal. La gente tiene que salir a trabajar para comer. En resumen: papá sale a ganarse algo de dinero para el día y mamá sale para hacer la compra diaria, en algún momento alguno termina contagiándose. Es inevitable”, señala en entrevista con DW Felix Drexler, virólogo alemán de la Clínica Universitaria Charité de Berlín.

De acuerdo con un último informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en América Latina y el Caribe hay al menos 140 millones de personas trabajando en la informalidad, lo que representa alrededor del 50% de los trabajadores de la región. Y, al parecer, el flagelo de la pandemia hará aumentar esas cifras: a los 26 millones que ya se encontraban sin trabajo formal antes de la emergencia sanitaria, se han sumado 15 millones que perdieron sus empleos durante la cuarentena, provocando un récord en medio de “una crisis económica y social sin precedentes”, según estimó la organización.

Virologe der Charité Berlin Dr. Felix Drexler
Dr. Felix Drexler.Imagen: Charité Berlin

Otro de los factores que no ha sido tomado muy en cuenta es el número de latinoamericanos que cuenta con un refrigerador, indispensable para conservar alimentos y así evitar salir diariamente a comprar: "Los de clase media pueden comprar comida para dos semanas o lo hacen por delivery, pero la gente pobre no tiene cómo pagar a alguien que les lleve las cosas a su casa. La gente pobre no tiene un refrigerador para abastecer su casa por un buen tiempo”, explica el virólogo alemán, que en una misión del Servicio Operativo de Salud de la Cooperación Técnica Alemana (GIZ SOS) está ayudando a varios países de la región en su lucha contra a la pandemia.   

En estos dos factores concuerda Michael Touchton, investigador del Observatorio de COVID-19 en América Latina de la Universidad de Miami, y enfatiza que los mercados libres o ferias en países como Ecuador, México o Perú, por problemas de densidad y falta de distanciamiento, deberían ser cerrados: "Esos son epicentros de la pandemia. Debería haber un mejor control de las autoridades en estos lugares o se debería optar por mercados más chicos. Además, en Perú, por ejemplo, la ayuda económica del gobierno llegó por los bancos. Allí hubo congregaciones enormes porque muchos no tienen cuentas corrientes ni digitales y tuvieron que ir en persona”.

Drexler, por su parte, prefiere "no buscar culpables”, pero recuerda que las cifras negativas también tienen que ver con la "triste herencia” del continente: "La baja inversión pública en salud en general y en educación son problemas que anteceden mucho al coronavirus, pero esto ayuda a que ese gran porcentaje de informales salgan a ganarse la vida diariamente”.   

Nuevo confinamiento, pero "focalizado”

Ante la reapertura económica que distintos gobiernos latinoamericanos están intentando, surge el temor de nuevos repuntes y, en consecuencia, de un nuevo estricto confinamiento. En ese sentido, y si hay un colapso en los sistemas de salud, el virólogo alemán estaría de acuerdo con un nuevo confinamiento, pero de forma "focalizada”, como Alemania ha probado con éxito. "Esto ayudaría mucho a la economía del país para aguantar más tiempo”, dice Drexler, pero advierte: "Para ello hay que tener un número de casos lo suficientemente pequeño para controlar de una manera localizada. Por ahora, hacer esto en América Latina lo veo un poco complicado”.

Sobre qué países han actuado mejor frente a la pandemia, quiénes hacen más pruebas o quién oculta las cifras reales se ha discutido y se seguirá discutiendo en un futuro cercano. Lo cierto es que, según el experto estadounidense Touchton, "no podemos decir qué países son mejores o peores porque no tenemos datos iguales con pruebas. Y sin pruebas normalizadas entre países. realmente no sabemos el tamaño del problema”. Touchton recuerda, por ejemplo, las altas cifras de contagio que también registra Chile, pero apunta que se debe al alto número de pruebas que realizan, o el caso opuesto de Colombia. Sin olvidar a Cuba, Nicaragua o Venezuela, donde las cifras de contagios "no tienen sentido”, asegura.

Finalmente, Touchton recalca que "un confinamiento sin pruebas y sin rastreo de casos no vale nada”.

(er)

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