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Libia, ¿otro Afganistán?

6 de noviembre de 2011

La caída de Gadafi no pacificó a Libia. Fouad Ali Takbali, quien dirige una organización que ayuda a las víctimas del conflicto armado, habló con Deutsche Welle sobre el estado del país magrebí y los temores de su gente.

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Takbali: “En lugar de ser un ejemplo para el resto del país, Trípoli es una catástrofe”.Imagen: PA/dpa

El libio Fouad Ali Takbali vivió muchos años en Alemania como exiliado. Cuando comenzaron las revueltas populares en contra del líder libio, Muammar el Gadafi, Takbali regresó a la capital del país magrebí y fundó una organización para ayudar a las víctimas del conflicto armado; la Tripoli Free Aid Organisation se ocupa de asistir a los refugiados que dejó la violencia en Libia. Deutsche Welle habló con Takbali sobre el estado actual de la nación, el nuevo régimen y los temores de su pueblo.

Deutsche Welle: ¿Cuáles son los problemas más grandes de Libia en la era post-Gadafi?

Libyen Tripolis Tripoli Free Aid Fouad Ali Takbali
Fouad Ali Takbali, director de la Tripoli Free Aid Organisation.Imagen: DW

Fouad Ali Takbali: La cantidad depersonas que andan armadas por las calles de Trípoli, es increíble. Pero un problema aún más serio es el contingente de refugiados internos que vive en campamentos provisionales de la capital libia; se trata de gente que no puede regresar a sus hogares porque éstos han sido destruidos. Las cifras oficiales hablan de 120 familias, pero el número real de habitantes de esos campamentos puede ser muchísimo mayor. La mayoría de ellos vive en condiciones terribles en las afueras de Trípoli.

En este momento, nosotros nos esforzamos en alojarlos en las barracas desocupadas de los trabajadores de la construcción. Pero a esa situación se suma otro problema muy grave: el de la enorme desconfianza que reina actualmente entre los propios libios. Son muchos los que quieren tomar venganza y ese es el obstáculo más grande de entre los que tiene que superar el país.

La guerra se ha dado por terminada oficialmente. ¿Por qué hay tanta gente armada en las calles libias?

Eso se debe antes que nada a la desconfianza mutua que impera. Nadie confía en el prójimo. La gente de Misrata, la de Zintan y hasta los bereberes, todos dicen que no quieren entregar sus armas porque le tienen miedo a ‘los otros’. Ese es el miedo con que el Gadafi los inoculó durante las cuatro décadas en que se mantuvo en el poder. Otra razón es el bajísimo grado de instrucción de muchos de los combatientes, el desempleo y la consecuente falta de perspectivas; ellos no tienen nada mejor que hacer.

Por eso van por las calles armados hasta los dientes. Y ellos no dejarán de hacerlo mientras no consigan un empleo con todas las de la ley. Yo temo que al nuevo Gobierno no le quedará otra salida que despojar a la población civil de sus armas comprándoselas.

Abdul al-Rahim al-Kib Chef Übergangsrat in Libyen
Abdul al-Rahim al-Kib, jefe del Consejo Nacional de Transición.Imagen: picture-alliance/dpa

¿Cree usted que el Consejo Nacional de Transición esté enfrentando ese problema adecuadamente?

De ninguna manera. El consejo está dedicado por completo a la política exterior de Libia; parece haber olvidado a su pueblo. El consejo hace promesas en cuyo cumplimiento casi nadie cree hoy día. Existe una gran desconfianza entre la gente, pero aún más grande es el recelo de la gente hacia el Consejo Nacional de Transición. En este instante, los libios confían más en los europeos que en sus propios vecinos. Ese es el legado que nos dejó Gadafi.

Mustafa Abdul-Jalil, el jefe del Consejo Nacional de Transición, comentaba recientemente lo importante que la reconciliación era para la construcción del nuevo país. Sin  embargo, no hace mucho se reportó sobre la violencia ejercida contra los partidarios de Gadafi. ¿Qué nos puede decir sobre esta situación?

El Consejo Nacional de Transición no articula sino frases vacías. Los refugiados libios provenientes de Bani Walid, Abu Salim, Tawarga y Sirte, los bastiones por excelencia de Gadafi, se han visto obligados a vivir bajo condiciones terribles y son maltratados, sobre todo los de piel negra. Además, se ha corrido la voz de que tienen lugar torturas de todo tipo, incluso con electroshock. Tras 26 años en el exilio, es muy difícil para mí entender que, en muchos casos, el nuevo régimen apela a los mismos métodos usados durante la dictadura de Gadafi.

Libyen Tripolis Gaddafi
Los libios no han bajado las armas, ni siquiera tras la muerte de Gadafi.Imagen: picture-alliance/dpa

Si en Libia no se garantiza el Estado de derecho y la justicia prontamente, el país se convertirá en el segundo Afganistán. En lugar de ser un ejemplo para el resto del país, Trípoli es una catástrofe. Necesitamos con urgencia construir la sociedad civil que nos faltó en los últimos cuarenta años.

Pese a la formas de apoyo que Libia recibió del extranjero durante las revueltas, muchos libios temen perder el control sobre las riquezas de su suelo. ¿Qué puede decirnos al respecto?

La pérdida de control sobre nuestros tesoros ya había tenido lugar durante el régimen de Gadafi, de ahí que esa tendencia no me sorprenda. Estados Unidos, Italia, son muchos los países que sacaron provecho a la riqueza del suelo libio en las últimas cuatro décadas. La única diferencia es que, durante ese tiempo, Gadafi aisló al pueblo libio del resto del mundo. Hoy queremos establecer contacto con otros países, consolidar relaciones internacionales.

Sin la ayuda del extranjero no lograremos salir adelante. Hoy día, cuando pienso en la OTAN, creo que fuimos nosotros quienes ayudamos a esa organización y no al revés. Ella limpió su imagen con la intervención en Libia, una imagen que se había visto dañada por sus misiones militares en Afganistán.

Autor: Karlos Zurutuza (erc)
Editora: Claudia Herrera-Pahl