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Lo que puede esperar Europa de Joe Biden

Barbara Wesel
18 de enero de 2021

Mucho mejorará con el nuevo presidente de Estados Unidos, pero no todo será diferente, apuntan observadores de la relación transatlántica. Y otra cosa parece segura: Europa debe convertirse en un socio más activo.

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Joe Biden, de visita en Europa, en 2015.
Joe Biden, de visita en Europa, en 2015.Imagen: Reuters/F. Lenoir

Las expectativas  que despierta el nuevo presidente de Estados Unidos son enormes. Europa vacila entre la esperanza de que las relaciones con Washington puedan repararse y normalizarse, y la incertidumbre sobre lo que podrá conseguir Joe Biden en términos de política exterior, con un país dividido, Y lo que eso significa para los europeos.

Clément Beaune, Secretario de Estado para Asuntos Europeos en Francia, lo tiene claro: "Europa debería asumir más responsabilidades". El concepto de autonomía estratégica no pierde su relevancia frente al Gobierno de Biden / Harris: "Europa debería definir sus propios valores e intereses. No contra Estados Unidos, por supuesto, deberíamos trabajar juntos".

En cualquier caso, la cooperación en materia de protección climática, seguridad y política comercial debe mejorar: "La alianza necesita un nuevo impulso", enfatiza Beaune, considerado un político de confianza del presidente francés.

"Autonomía estratégica"

Cuando Emmanuel Macron acuñó el término "autonomía estratégica" para la relación entre Europa y Estados Unidos, parecía diferenciarse de Berlín y Varsovia, entre otros. Su ministro europeo trata ahora de matizar el concepto: por supuesto, no se olvidará la asociación o la OTAN, pero "Estados Unidos seguirá instándonos a ser más autónomos. Nos pedirán que asumamos más responsabilidades y, por ejemplo, que gastemos más en defensa".

En este contexto, Beaune también defiende el muy criticado nuevo acuerdo UE-China: "Sería extraño creer que la UE no tiene derecho a firmar acuerdos por sí misma". Después de todo, no está dirigido contra el nuevo presidente de Estados Unidos. "Europa tiene que saber lo que quiere y asumir responsabilidad en todos los aspectos", dice.

El gobierno de París parece querer insistir en su estrategia de una mayor independencia europea, incluso frente al Gobierno de Biden, muy a tono con la tradición francesa de ver la alianza transatlántica con más escepticismo que el resto de Europa.

Europa tiene que ser parte de la solución

Los europeos deberían apuntar muy rápidamente en Washington a la ruptura con la administración Trump, dice Jana Puglieri, del Consejo de Relaciones Exteriores en Berlín: "Fueron cuatro años difíciles, volvemos a tirar de la misma cuerda y damos la bienvenida con los brazos abiertos al nuevo presidente".

Este mensaje debería ir de la mano de la voluntad de cooperar activamente, lo que también sería importante para Joe Biden a nivel nacional: "No somos vasallos y no se puede dar marcha atrás al reloj, pero debería mostrársele a este Gobierno que Europa está comprometida con el multilateralismo y que quiere asumir más tareas".

Biden esta tan abrumado con la política nacional que agradecerá que Europa se haga cargo de algunos temas, especialmente europeos, como la situación en Bielorrusia: "Deberíamos ser parte de la solución, no del problema". Jana Pulgieri apoya la idea de una cierta autonomía estratégica europea, para que ambos países puedan convertirse en mejores socios.

Luego de que Joe Biden asuma el cargo, los europeos deberían concentrarse primero en "temas fáciles" con resultados rápidos: política climática, negociaciones con Irán, el papel de la OTAN. "A principios del verano habrá una cumbre de la OTAN en la que se debería señalar una salida y un nuevo concepto estratégico", señala Puglieri.

La política comercial, por otro lado, seguirá siendo extremadamente difícil y habrá que comenzar con pequeños pasos, prevé la experta, que se muestra crítica en torno al acuerdo UE-China.

Nueva ronda en la asociación transatlántica

También Reinhard Bütikofer, diputado de los Verdes en el Parlamento Europeo, considera desafortunado el acuerdo con China: "deberíamos haber tenido un mejor comienzo", coincide. No se trata de pedir la aprobación de los Estados Unidos, sino de que ambas partes deben trabajar juntas en esto y en muchos otros temas.

Estratégicamente, el paso en solitario de los europeos tiene poco sentido, opina. Pero hay tiempo suficiente para sentarse a la mesa, pues el tratado solo entrará en vigor con la aprobación del Parlamento Europeo. Y, hasta entonces, habrá oportunidad de debatir, dice.

Bütikofer cree que los europeos no enviaron la señal correcta a Washington, Pekín y el resto del mundo: "Hay un nuevo juego y la asociación transatlántica se reactivará". Como prioridades, el político verde sitúa ahora al frente la política climática, seguida de la política comercial y de seguridad. 

¿Fin de una pesadilla?

El punto uno de los cambios que traerá el equipo de Biden a Europa es el "fin del desprecio que Trump tenía por Europa", indica Judy Dempsey, de Carnegie Europe. Además, Biden comprende Europa y conoce bien a Angela Merkel. También Dempsey cree a los europeos se les seguirá exigiendo más, especialmente en la política de seguridad y defensa. Y podría haber una oportunidad para relanzar las negociaciones sobre el control de las armas nucleares.

Pero la relación transatlántica debe abrirse más allá del eje Europa-Estados Unidos, hacia una cooperación más estrecha con otras democracias, agrega. Desde Canadá hasta Japón, debería ser posible acordar estrategias comunes de seguridad, defensa y comercio con China, India y América Latina. "Europa dudará en este sentido", pero con Washington y Bruselas reviviendo acuerdos comerciales como el TTIP, Occidente podría hacer mucho para establecer normas y valores comunes, así como reglas de transparencia e inversion, asegura Judy Dempsey.

Para ella, la pesadilla de los años de gobierno de Trump solo puede superarse si uno trata de comprender qué impulsa al movimiento de extrema derecha y a los populistas, y cómo se pueden regular las redes sociales. Los regímenes autoritarios tenían como objetivo sacudir la democracia mediante ciberataques o la financiación de tales movimientos, recuerda Dempsey y compara: "La administración Trump ha demostrado la vulnerabilidad de las instituciones democráticas así como su fuerza. Pero cuál es su legado sigue siendo una pregunta más que abierta".

(rml/ers)