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Los ''activos tóxicos'', acertijo para EE.UU. y Europa

Enrique López Magallón11 de febrero de 2009

Ya es preocupante el peso de los llamados ''activos tóxicos'' en los balances financieros del sector bancario en Europa y Estados Unidos. ¿Cómo deshacerse de estos "valores sin valor" que amenazan a algunos bancos?

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Las ''acciones chatarra'' amenazan ahora a los bancos.Imagen: AP

Todos esperaban la señal de salida. Se tenía contemplado que el gobierno del nuevo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, marcara el inicio de la recuperación de la confianza en los mercados internacionales con el anuncio de su plan económico contra la crisis.

US Finanzminister Timothy Geithner und Präsident Barack Obama
Geithner y Obama: faltaron detalles.Imagen: AP

Pero la ansiada indicación nunca llegó. El secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner, dejó en cambio a muchos ansiosos, sobre todo en el sector bancario internacional.

En otras palabras, no hubo fórmula mágica desde Washington para hacer desaparecer los “activos tóxicos” que han perdido gran parte de su valor -o su valor del todo- y que aparecen en los libros contables bancarios en todo el mundo. ¿Qué hacer con estos?, se preguntan banqueros y gobernantes tanto en Estados Unidos como al otro lado del Atlántico.

El “banco tóxico”

Hay quienes proponen la fundación de un “banco tóxico” al cual vayan a dar todos los activos de poco valor, con el propósito específico de no permitir que su cotización se siga desplomando. En Alemania, tal propuesta ha encontrado simpatizantes y detractores.

En el primer sector se ubica el presidente del Deutsche Bank, Josef Ackerman. Desde diciembre pasado, éste se manifestó a favor de una institución similar que, desde su perspectiva, debería ser financiada por el Estado. En diversas ocasiones, la canciller Angela Merkel ha rechazado la propuesta.

Lo mismo hizo ya el socialdemócrata Peer Steinbrück, ministro federal de Finanzas, quien afirmó que “el modelo de un ‘banco tóxico' no es realizable. Los bancos deben capitalizarse con sus propios medios, no con el dinero de los contribuyentes”.

IKB Deutsche Industriebank, Außenansicht
El IKB fue el primer banco alemán afectado por la crisis.Imagen: AP

Seguir esperando

Tanto en Alemania como en el resto de Europa, no parece haber una pronta solución. El gobierno alemán elabora una propuesta cuyos detalles definitivos se desconocen.

Pero al mismo tiempo tiene problemas para pasar el segundo plan nacional de contingencia en el Bundesrat (cámara baja), debido a diferencias en el tema de los impuestos a los vehículos automotores.

A nivel europeo las cosas no se ven mejor: no habrá una respuesta antes del 1 de marzo, fecha en que se realizará una cumbre extraordinaria de la Unión Europea.

En el encuentro podrían darse a conocer algunas directrices generales a nivel comunitario para aliviar el peso de los activos sin valor dentro del sistema bancario. Aún así, faltaría determinar aspectos técnicos centrales, como por ejemplo el cálculo de la cotización de dichos activos.

Merkel und Robert Zoellick Präsident Weltbank
Merkel (al centro): no al ''banco defectuoso''.Imagen: AP

Efecto contrario

El discurso de los responsables financieros en el nuevo gobierno estadounidense era importante para el resto del mundo, como posible punto de partida para la etapa de las soluciones. Al final, las palabras de Geithner no fueron suficientes para retornar la confianza a los mercados.

“Uno no puede anunciar un importante discurso durante dos semanas y luego dar apenas un bosquejo general de lo que se piensa hacer”, opinaron corredores de bolsa en Frankfurt.

Otros expertos alemanes consultados por el Financial Times Deutschland consideraron que el funcionario estadounidense “debió haber hablado más de Wall Street, especificando dónde están los problemas”.

En resumen, falta claridad y precisión a ambos lados del Atlántico, sobre la manera de combatir efectos concretos de la crisis financiera internacional. Entre tanto, el problema crece. Se calcula que hay entre 300.000 y 800.000 millones de euros en “activos tóxicos”, tan sólo en los libros contables de bancos alemanes.