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¿Son realmente tan cariñosos los alemanes con los animales?

Peter Zudeick/Andrés Villegas11 de diciembre de 2012

Se dice que en algunos casos los alemanes se entienden mejor con sus perros que con sus conciudadanos. ¿Qué tan cierto es esto?

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Imagen: Fotolia/otisthewolf

En los bares alemanes cuelgan aforismos en las paredes, tallados en madera o grabados en cobre. Allí se lee por ejemplo: "Morgenstund hat Gold in Mund", algo así como A quien madruga, Dios le ayuda. O, "Üb immer Treu und Redlichkeit", práctica siempre la lealtad y la honradez, como inicia una canción folclórica escrita por Ludwig Hölty y musicalizada por Mozart. O el también popular, "Glück und Glas, wie leicht bricht das", que equivale más o menos a lo que te ha tocado por suerte, no lo tengas por fuerte. Pero mi refrán favorito dice algo así como: "Dices que es pecado que mi perro sea lo que más amo. Mi perro me es fiel aún en la tormenta, los hombres ni siquiera en los ventarrones." La frase se le atribuye a San Francisco de Asís, pero  no creo que sea de él.

Debe haberla inventado algún alemán dueño de un perro. Un pastor alemán, se sobreentiende. Pero también pudo haber sido un caniche. En el Fausto de Goethe, Mefistófeles, el diablo, aparece como un perro de esa raza. Pero ello no debe entenderse como un insulto a los también llamados poodle. El filósofo Arthur Schopenhauer siempre estuvo acompañado de uno de ellos y, aunque tenía que reemplazarlo cada dos años por uno nuevo, siempre lo llamaba Butz. Cuando Schopenhauer estaba enfadado con Butz lo llamaba Mensch, hombre.

¿Más sinceros que los humanos?

"En dónde se podría hallar alivio del fingimiento, la falsedad y la perfidia humanos sin fin, si no existieran los perros, en cuyos rostros sinceros se puede mirar sin desconfianza", escribió Schopenhauer. Y él no estaba solo en su adoración por los perros. Franz Kafka se refirió a ellos así: "Todo el conocimiento humano, la totalidad de las preguntas y las respuestas se encuentran en el perro". El rey de Prusia Federico El Grande dijo: "Cuanto más conozco a los hombres, más quiero a mi perro." Del escritor alemán Carl Zuckmayer viene la frase: "Una vida sin perro es un error". Oración que el actor Heinz Rühmann varió: "Claro que se puede vivir sin un perro. Pero no merece la pena."

Quien se precie de ser alemán, ama a los animales. O por lo menos eso dice. Más del 80 por ciento de los alemanes se considera "amante de los animales", y como no todos pueden tener perros, queda una parte de los casi cuatro millones de euros que se invierten en Alemania anualmente en mascotas, para gatos, cuis, canarios y pericos. De hecho los perros no están en el primer lugar de la escala de afecto alemán por las mascotas: allí se encuentran los gatos, seguidos de los cuies y los conejos y, solo entonces, los perros. El salchicha es especialmente querido, tenga el pelo largo o corto. Por lo general se llama Waldi, tiene las piernas torcidas y un carácter bastante irascible; lo que es poco típico de los perros en Alemania, ya que a los alemanes les gusta educar y adiestrar y, cuando no tienen hijos a mano, lo hacen con gusto con los perros.