Los cubanos podrán viajar libremente: ¿ahora sí?
11 de enero de 2013Las medidas ponen fin al impopular y costoso mecanismo por el que los cubanos residentes en la isla dependían de “permisos de salida” (por unos 150 dólares) y “cartas de invitación” (por unos 200 dólares) para viajar al exterior. Es “un paso importantísimo en cuanto a la obtención de libertades individuales por parte de los ciudadanos cubanos”, dijo a DW el escritor Leonardo Padura, a quien interrumpimos el trabajo en su última novela, “Herejes”, que aborda precisamente “el tema de la libertad de las personas de escoger su destino”.
“Todo depende, a partir de ahora, al menos para los que no estén en las listas de invalidados, de la posibilidad de obtener un visado fuera de Cuba”, agregó Padura desde su barrio habanero de Mantilla. Entre los “invalidados” se hallan directivos, profesionales y atletas de alto rendimiento considerados “vitales” para el desarrollo de la isla. Sus empleadores estatales les informaron ya que necesitarán un permiso especial para obtener un pasaporte. Y este puede demorar hasta cinco años, mientras se entrena su “relevo”. Los médicos, en cambio, ubicados hasta ahora en este grupo, sí podrán viajar libremente, reportó la agencia AP, mencionando fuentes del gremio.
Ir y venir…
"Recorrí las afueras de varias embajadas a 4 días de la #ReformaMigratoria", tuiteó la bloguera disidente cubana Yoani Sánchez este 10 de enero, al reportar sobre "filas más largas, gente ansiosa, trámites más estrictos”. No obstante, “en la embajada de Alemania en La Habana no se han recibido más solicitudes de visa que antes”, aseguró a DW una vocera del Ministerio de Exteriores alemán. En la embajada española, de las más concurridas históricamente, el departamento de Prensa dijo no tener datos y el Consulado General no respondió a la consulta de DW.
Un alto funcionario gubernamental confirmó en la televisión estatal una alternativa legal contenida en las reformas: los cubanos podrán obtener la residencia o ciudadanía en otros países y mantener su residencia en Cuba, sin requisitos adicionales a su regreso antes de 24 meses en el extranjero. “Puede que incluso sean de los casos que llegan a EE.UU. y piden acogerse a esa Ley de Ajuste que tienen ellos”, aseguró en la televisión estatal el coronel Lamberto Fraga, de la Dirección de Inmigración y Extranjería del Ministerio del Interior. Se refería a la Cuban Adjustment Act, que permite a los cubanos pedir la residencia en EE.UU. tras llegar legalmente y permanecer un año y un día en ese país.
Emigrados
“El comentario general de mis amigos es que esperan que este sea el paso hacia reformas progresivamente más radicales, y que solo los extremistas del exilio histórico no se dan cuenta de que estas reformas son contundentes”, respondió a DW María Isabel Alfonso, profesora de Lenguas Modernas del St. Joseph's College de Nueva York. Alfonso es miembro de Cuban-Americans for Engagement, un grupo que pide la normalización de las relaciones entre Cuba y EE.UU.
Según un censo de 2010, 1,8 millones de cubanos residen actualmente en EE.UU. Sobre todo en la prensa de Miami, la ciudad por excelencia de los cubanos radicados en ese país, la reforma despertó una “alineación binaria”, entre la expectativa y el escepticismo, comentó a DW Emilio Ichikawa, ensayista y colaborador del El Nuevo Herald. Sin embargo, “entre las personas con las que uno trata, la recepción es positiva, no es la solución ideal, pero sí cercana a la óptima en el plano de lo que puede otorgar el Gobierno cubano”, opinó.
La nueva ley es un avance importante para los emigrados en tres campos fundamentales, asegura Arturo López Levy, politólogo cubano-estadounidense de la Universidad de Denver. “Establece un mecanismo formal para la repatriación”, algo que el Gobierno cubano solucionaba con mecanismos ad hoc, sin respaldo legal, explica. Los retornados, además, podrían insertarse con negocios privados en la reforma económica que está teniendo lugar en Cuba, agrega López Levy.
En segundo lugar, la ley “levanta limitaciones y obstáculos para el regreso temporal al país de los ‘balseros’ (emigrados ilegalmente en embarcaciones rústicas) y los llamados ‘desertores de misiones’ (deportistas, médicos y otros cooperantes cubanos que permanecieron en el extranjero durante un viaje financiado por el Gobierno)”, señala el politólogo cubano-estadounidense. Y, en tercer lugar, “se alivian los abusivos costos de viaje para los cubanos residentes en la isla, que habitualmente recaían sobre sus familiares en el exterior”, concluye.
El ahora eliminado “permiso de salida” al exterior, antes otorgado invariablemente para apenas un mes, sólo podía extenderse pagando 150 dólares por cada mes adicional de visita en Estados Unidos (40 euros en Europa), hasta el máximo de 11 meses permitidos a quienes deseaban mantener su residencia en la isla.
En el reino de “todavía”
“Muchos preparan sus maletas, mientras otros se preguntan si los dejarán abordar un avión”, tuiteó la activista opositora Yoani Sánchez. Este es “un proceso de liberalización, con énfasis en la mayoría que apoya el sistema político o que incluso se opone a las políticas del Gobierno, pero pasivamente”, aclara López Levy. Aunque “lo más lógico sería que desaparecieran determinadas trabas para el libre movimiento de esas personas”, opina Padura, “porque las leyes deben ser lo más abarcadoras posibles”.
El cambio no se corresponde aún con estándares internacionales por “la discrecionalidad que el Gobierno cubano se reserva para aceptar el regreso o la salida de personas en específico”, reconoce López Levy. Entre los mecanismos de control se mantiene la “habilitación de pasaportes” de los residentes en el exterior para sus visitas a la isla. Para los residentes en Cuba, el control podría transferirse “a otro momento del trámite burocrático”: la emisión o no del pasaporte para la salida de residentes sujetos a procesos penales, normas de preservación de la fuerza de trabajo calificada u otras “razones de interés público” vagamente definidas por la ley. Ese es un foco de atención para los más críticos en Miami, asegura Ichikawa.
A ello se suman los gravámenes que implican algunos trámites, sobre todo para los emigrados y especialmente para los residentes en EE.UU. Para ellos, el pasaporte cubano –el único con que los emigrados pueden ingresar a la isla– aún cuesta más de 300 dólares, mientras en Europa cuesta unos 90 euros. Fuera de la isla de 11 millones de habitantes y del principal destino de sus emigrados, EE.UU., los mayores asentamientos de cubanos, según indican estadísticas publicadas por la agencia IPS, se hallan en España, Venezuela, Puerto Rico y México.
Autora: Rosa Muñoz Lima
Editora: Emilia Rojas Sasse