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"Los países ricos no han cumplido": Jeffrey Sachs

Jeffrey Sachs/colaboración exclusiva para DW-WORLD26 de mayo de 2007

Los países integrantes del G8 no han cumplido sus promesas de ayudar a las naciones pobres. Por eso, el economista Jeffrey Sachs advierte que si el G8 no quiere perder su credibilidad, deberá aprobar un plan de acción.

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Jeffrey SachsImagen: AP

El planeta se ha puesto de acuerdo para cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio, es decir, para luchar contra la pobreza, el hambre y las enfermedades. Estas metas se fijaron en el 2000 con un plazo hasta el 2015, lo que significa que ya se ha recorrido la mitad del camino.

Hasta ahora los ricos países del G8 no han completado su parte del trato; no han cumplido sus promesas, tantas veces repetidas, de recaudar ayudas para los países más pobres. Y encima Estados Unidos y Europa se quejan cuando entran en juego nuevas naciones donantes, por ejemplo China, como si su monopolio sobre las regiones pobres de África y Asia se viera dañado. La reputación del G8 va a pagar las consecuencias si no muestra la voluntad o la capacidad de convertir sus palabras en hechos.

La pura verdad

Aunque hace dos años, en la cumbre del G8 en Gleneagles se prometió duplicar las ayudas a África, todavía no existe ningún plan de acción para tal objetivo. En 2006, doce meses después de que los Ocho se reuniesen en Escocia, se inflaron las cifras a través de la engañosa facturación de medidas para condonar las deudas externas de los países menos desarrollados. Ahora, que esas deudas están prácticamente saldadas, los datos revelan la verdad más cruda: las ayudas al desarrollo enviadas a África (y al resto de los países pobres) están estancadas.

Entre el 2005 y el 2006, y sin contar con la condonación de la deuda externa, el crecimiento de las ayudas totales para el continente africano alcanzó un mísero 2%, así que todavía queda un trecho hasta duplicarlas. Por el contrario, la ayuda "oficial" al desarrollo (de nuevo sin contar con la anulación de la deuda) se vio reducida en estos mismos años en un 2%. El Banco Mundial, que normalmente se suele poner del lado de los donantes, ha admitido recientemente que, exceptuando la condonación de las deudas externas, "la intención de hacer jugosas inversiones ha quedado en nada".

Promesas fáciles de cumplir

Buchcover: Jeffrey D. Sachs - Das Ende der Armut
Portada de "El fin de la pobreza", de Jeffrey D. Sachs, en su versión alemana.

Pero no hablamos de sumas astronómicas e inalcanzables para los países más ricos, sino de cantidades insignificantes. El G8, que representa a casi 1.000 millones de personas en los países desarrollados, prometió aumentar las ayudas para África de 25.000 millones de dólares americanos en el 2004 a 50.000 millones en el 2010. Esos 25.000 millones de diferencia constituyen menos del 1 pro mil de los ingresos de los países donantes. Si se quiere mirar desde otra perspectiva, la cantidad total de gastos por Navidad en Wall Street el año pasado ascendió a 24.000 millones de dólares y la intervención en la Guerra de Iraq, que no provoca más que violencia, superó los 100.000 millones el mismo año. El G8 podría cumplir sus promesas muy fácilmente, si los países desarrollados mostrasen el más mínimo interés en el tema de las ayudas al desarrollo.

¡Indignante!

Para evitar que el G8 pierda su credibilidad, o por lo menos así lo creen los más cínicos en los Gobiernos de los países miembro, hay que hacer lo siguiente:

- En primer lugar, el G8 tiene que dejar contundentemente claro, que están decididos a cumplir con su obligación de aumentar las ayudas para África de los 25.000 millones de dólares a los 50.000 millones/año.

- En segundo lugar, los líderes del G8 tienen que elaborar un plan de acción concreto; la falta de objetivos individuales específicos en cada país es indignante.

- Por último, los países receptores deben saber cuánto dinero recibirán, para que pueden hacer planes hasta el 2010. Las ayudas deberían ser invertidas en la construución de calles, escuelas y hospitales, en la mejora de la red eléctrica y en la formación profesional de maestros, médicos y enfermeros. La consecución de estos objetivos depende de un plan y un plazo de implementación. Las ayudas han de ser enviadas sin excepción a lo largo de varios años para que los países receptores puedan implementarlas sensatamente.

Contribución a la paz

Los países africanos ya han invertido las ayudas de urgencia en el sector de la salud, la educación, la agricultura y las infraestructuras, sobre todo en la construcción de calles y en el acceso a fuentes de energía y a internet. Las naciones del Primer Mundo deberían dejar de sermonear a los países subdesarrollados y dedicarse a convertir sus palabras en hechos palpables, es decir, a conseguir que estas ayudas aumenten sistemáticamente con el paso de los años hasta el 2015, para así ayudar a los africanos a cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Y es que los avances en la lucha contra la pobreza no sólo contribuyen a garantizar la supervivencia y la dignidad de las personas, sino también a la paz. Por eso, ya va siendo hora de que nuestros países rindan cuentas sobre sus promesas incumplidas.

El economista estadounidense Jeffrery Sachs desempeña el cargo de consejero especial de la ONU para los Objetivos de Desarrollo del Milenio desde el 2002. Ese mismo año fue nombrado director del "Earth Institute" de la Columbia University, en Nueva York. Es conocido por las reformas económicas que introdujo en Rusia y Bolivia, entre otros países en los que trabajó como consejero del Gobierno.