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Los países ricos y la distribución desigual de vacunas

Ilona Kickbusch
22 de febrero de 2021

Las democracias occidentales se afanan en suministrar vacunas a sus poblaciones y no atienden las necesidades de los países más pobres. Esto podría tener graves repercusiones geopolíticas, opina Ilona Kickbusch.

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Bolivien | Ankunft Sputnik Coronavirus Impfstoff
Imagen: Juan Karita/AP Photo/picture alliance

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha hecho un llamamiento a todos los países para que, en primer lugar, vacunen a sus trabajadores sanitarios y a sus poblaciones más vulnerables y, a continuación, pongan las vacunas a disposición de otros países para que puedan hacer lo mismo.

Pero el mundo rico todavía no ha comprendido del todo la gravedad de la pandemia de COVID-19 y el enorme impacto global que tendrá en cuestiones sanitarias, económicas, sociales y geopolíticas. Las vacunas se han convertido en el símbolo para "recuperar la vida" y los líderes políticos de las democracias occidentales se han sentido presionados para practicar el nacionalismo vacunal y prometer la vacunación casi total de su población. Mientras tanto, 130 países aún no han administrado ni una sola dosis.

La experta en salud Ilona Kickbusch
La experta en salud Ilona KickbuschImagen: Privat

Los habitantes de los países ricos se apresuran a vacunarse y quieren "pasaportes de vacunas" que les permitan llevar una intensa vida social y cultural. De hecho, los ciudadanos se están volviendo exigentes en cuanto a la vacuna que desean recibir. Mientras tanto, los países del África subsaharianasolo pueden empezar a vacunar este mes y sus trabajadores sanitarios están muriendo mientras tratan a los enfermos en las circunstancias más difíciles.

¿Demasiado poco, demasiado tarde?

La advertencia hecha el mes pasado por el Director General de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, de que "el mundo está al borde de un fracaso moral catastrófico", puede haber tenido algún impacto. Finalmente, un año después de que la OMS declarara una emergencia de salud pública de preocupación internacional, los miembros del G7 han expresado su apoyo financiero al Acelerador de Acceso a las Herramientas de COVID-19 (Acelerador ACT-A), un mecanismo de solidaridad global que incluye a COVAX, la alianza creada para procurar equidad en el acceso a las vacunas. Pero esto podría ser demasiado poco y demasiado tarde.

La semana pasada, Estados Unidos, Alemania, la Comisión Europea, Japón y Canadá prometieron más de 4.300 millones de dólares (3.500 millones de euros) en nuevas inversiones. Esto eleva la cantidad comprometida para ACT-A a 10.300 millones de dólares, pero sigue dejando un déficit de financiación de 22.900 millones de dólares para 2021. La Cámara Internacional de Comercio ha calculado que la economía mundial podría perder hasta 9,2 billones de dólares si los gobiernos no consiguen garantizar a los países pobres el acceso a las vacunas contra el COVID-19. ¿Por qué, ante una crisis mundial, el mundo rico no puede aportar una suma comparativamente mísera?

No queda nadie a quien culpar

Incluso aquellos que no están interesados en la solidaridad, podrían considerar las consecuencias geopolíticas. China, Rusia e India ya están poniendo vacunas a disposición de los países con los que quieren reforzar sus relaciones, a pesar de sus propias necesidades internas. Esta diplomacia de las vacunas llega lejos y más allá de Europa: los titulares serbios proclaman que "Vucic, Putin y Xi están salvando a Serbia". La India está enviando dosis gratuitas a Nepal, Bangladesh, Birmania, las Maldivas, Sri Lanka, las Seychelles y Afganistán. El ministro de Asuntos Exteriores de India usa el lema: "Actuar en el este. Actuar con rapidez". China actúa a lo largo de su amplia Ruta de la Seda de la Salud.

En respuesta, el presidente francés, Emmanuel Macron, dijo que Europa y Estados Unidos deberían asignar urgentemente hasta el 5 por ciento de sus suministros actuales de vacunas a los países en vías de desarrollo, donde China y Rusia se ofrecen a llenar el vacío. En 2020, las respuestas mundiales al COVID-19 se vieron enormemente obstaculizadas por la inacción de la anterior administración estadounidense. Pero ahora no hay nadie a quien culpar si las democracias occidentales no responden enérgicamente a la falta de vacunas. Cambiaría la trayectoria de la pandemia, de la democracia y de la geopolítica si el G7 adoptara un principio de la crisis financiera: "¡Lo que sea necesario!"

Ilona Kickbusch es la directora fundadora y presidenta del Centro de Salud Global del Instituto Universitario de Estudios Internacionales y del Desarrollo de Ginebra.

(gger)