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“Los terroristas islámicos africanos están muy bien conectados entre sí”

Jan-Philipp Scholz/ Adrian Kriesch (CP/ CHP)19 de diciembre de 2014

Al Shabab sigue siendo una de las organizaciones terroristas más peligrosas de África. Un exmiembro del grupo explica a Deutsche Welle cómo llegó a formar parte de él y porqué lo abandonó.

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Imagen: picture alliance/AP Photo/Abdi Warsameh

Deutsche Welle: ¿Cómo es su vida en este momento?

Hassan Ali: Por supuesto que soy un blanco para las milicias Al Shabab. Alguna vez llegará el día en que me maten. Recibo frecuentes llamadas telefónicas en las que me anuncian que me matarán. Ya mataron a varios de mis amigos. Sin embargo, creo que es Dios el que decide quién morirá.

¿Cómo fue que se unió al grupo?

Yo trabajaba en el mercado. En ese momento pensaba que Al Shabab era una buena organización. No sabía que eran muy diferentes de lo que dicen que son. Cuando conocí a Al Shabab por dentro me di cuenta de que lo que hacen está mal. Tengo educación y puedo diferenciar lo bueno de lo malo.

¿Qué es lo que pensó en ese momento que era bueno?

Pensé que lo que dice Al Shabab sobre la “verdadera religión” es correcto. Además, en ese momento había tropas de ocupación etíopes en Somalia. Yo creía en todo lo que pregonaba Al Shabab.

¿Fue el dinero también un motivo para unirse al grupo?

La mayoría de los combatientes lo hacen por dinero. En mi país no hay trabajo, por eso, Al Shabab es una de las pocas posibilidades de conseguir empleo. Creo que son pocos los que verdaderamente creen en esa ideología.

¿De qué modo se unen los miembros a una organización clandestina como esa?

Por supuesto que no hay oficinas en las que postularse. Normalmente, no aceptan a nadie que se les acerque espontáneamente. Por lo general, son ellos los que se acercan a ti a través de conocidos. Tengo algunos parientes que se unieron a Al Shabab, y ellos me convencieron.

¿Cómo se dio cuenta finalmente de que la organización no es como aparenta que es?

Aparentan luchar por las tradiciones religiosas, pero hacen exactamente lo contrario: matan personas de manera absolutamente arbitraria. Solo les importan sus propios intereses.

¿Qué trabajos hizo para Al Shabab?

Al comienzo estuve en uno de los departamentos llamados “batallones”, en los que se va al frente como soldado. Luego fui parte del departamento de Salud. Al final, estuve en el departamento de Finanzas durante mucho tiempo. Hay muy pocos miembros de Al Shabab que sepan leer y escribir. Si uno puede, enseguida te dan un trabajo administrativo.

¿Llevó a cabo atentados?

No, yo era un soldado. Los que realizan atentados son grupos secretos, y con ellos yo no tenía nada que ver. La mayoría de las veces luchamos contra tropas etíopes estacionadas en Somalia.

Lo que describe suena como si Al Shabab fuera una especie de Estado independiente.

Sí, la estructura es realmente la de un gobierno. Al Shabab tiene diferentes ministerios, por ejemplo, de Información, Salud, Interior, y otros. Solo que los llaman departamentos, y no ministerios.

¿Cuál es el objetivo de Al Shabab?

Quieren convertir a Somalia en un Estado islámico. Pero también tienen ambiciones panafricanas e internacionales. El exministro de Información siempre decía: “Mientras no podamos izar la bandera islámica en Alaska, tenemos que seguir luchando”.

En África hay muchos grupos terroristas islámicos, como Al Shabab, Boko Haram, Al Qaeda en el Magreb, Ansar Dine, y otros. ¿Cómo están conectados?

Están conectados muy estrechamente. En primer lugar, por las convicciones comunes. Pero hay mucho más. Un ejemplo concreto: muchas figuras importantes de Boko Haram, de Nigeria, fueron entrenadas en campos en Somalia. Muy frecuentemente, miembros de Al Shabab viajan a campos de entrenamiento en El Yemen, y viceversa. Hay muchas de esas conexiones.

Estos grupos están prohibidos. ¿Cómo es que pueden viajar así, sin más?

Tienen sus métodos. Uno es hacerse pasar por inmigrantes camino a Europa. Se mezclan entre los grandes grupos de inmigrantes. De ese modo, cruzan las fronteras hasta llegar a Libia, y allí ya no siguen viaje hacia Europa, sino que se ocultan en el sur, en el Sahara.

¿De dónde sacan el dinero?

A menudo lo reciben de empresarios árabes que simpatizan con la ideología de Al Shabab. Pero no hay transferencias directas de dinero. En lugar de eso, se embarcan bienes hacia Somalia que luego se venden en el país. Esos ingresos luego van a parar a Al Shabab. Es un sistema complejo para el cual el grupo cuenta con una oficina solo para ese destino.

¿Es verdad que los miembros de Al Shabab son sometidos a un lavado de cerebro?

Sí, a mí también me lo hicieron. No se trata solo de implantar el odio a los que no pertenecen a la religión musulmana. También fomentan el odio contra todos los somalíes que no apoyan a Al Shabab. Dicen que es legítimo matar a todos los que están contra el grupo. Hay una oficina que se ocupa de esas cuestiones de propaganda, y equipos profesionales que saben exactamente qué mensajes deben propagar. Muestran películas de Irak, Afganistán, etc., en los que hablan yihadistas que sacrificaron su vida por la organización. Eso puede influir mucho en la gente joven que no tiene valores de vida.

¿Cómo se puede derrotar a Al Shabab?

Sobre todo se debe intentar que no influyan con su ideología a los jóvenes, ya que, una vez que están atrapados en ese sistema, es muy difícil liberarse. Los líderes religiosos respetados por la comunidad deberían mostrar una postura clara contra esa ideología. De lo contrario, todo continuará.

Hassan Ali fue miembro de Al Shabab durante muchos años. Al principio fue un simple soldado, y luego trabajó, al ser uno de los pocos miembros de la organización que sabían leer y escribir, en el departamento de Finanzas de la organización terrorista. Actualmente ha abandonado al grupo y coopera con el servicio secreto de Somalia.