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Los vientos son propicios en Turquía

1 de noviembre de 2011

La economía turca florece. En 2010, creció un 9%. Pero crecer implica también consumir más energía y, con ello, un alza en los precios. La energía eólica, con un enorme potencial en el país, puede frenar esta espiral.

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La fuerza del viento, un impulso para la economía turca.Imagen: CC/Jeremy Vandel

Turquía atraviesa un gran momento desde el punto de vista económico. La construcción de nuevos edificios y fábricas es constante, mientras que las empresas turcas invierten y exportan a todo el mundo. Un desarrollo al que ya no solamente contribuyen las grandes empresas de Estambul, sino también los habitantes de la región de Anatolia Central, de marcada tradición agrícola. El aumento del nivel de vida de la población local redunda en un fortalecimiento del mercado interior. Los expertos económicos hablan ya del "Tigre de Anatolia", haciendo un símil con el auge económico en el sudeste asiático.

Según datos de la agencia "Invest in Turkey", el país figura entre las economías europeas con un mayor crecimiento. En 2010, el Producto Interior Bruto (PIB) repuntó un 9%, el doble que el resto de Europa. El Banco Mundial sitúa a Turquía en el puesto 17 entre las mayores economías del planeta.

Del tractor al asno

Skyscrapers in Asian Side, Istanbul, Turkey
Rascacielos en Estambul: Turquía en auge.Imagen: CC/SpirosK

Pero el crecimiento económico conduce a una mayor demanda de electricidad, que en los últimos años aumentó de media un 8% anual. La consecuencia: problemas de abastecimiento que, especialmente en verano, derivan en cortes en el suministro eléctrico. Además, el aumento de la demanda también tiene como consecuencia un alza en los precios de la energía. De hecho, Turquía cuenta con la energía más cara de Europa. Tanto es así que la electricidad, el gasóleo y la gasolina resultan prohibitivos para una parte de la población. Hay quien ha abandonado su tractor para volver a ensillar el asno. No es de extrañar, pues, que la raza de asno de Anatolia ascendiera en 2008 a la categoría de artículo de lujo. En tan sólo un año, según publicó el diario turco "Zaman", su precio pasó de 26 a 180 euros. A largo plazo, sin embargo, el precio de los asnos no será lo único que se resienta del alto coste de la energía. También el crecimiento económico del país podría verse frenado.

Según recoge en un estudio la Agencia Internacional de la Energía (AIE), en la actualidad Turquía se ve obligada a importar casi la totalidad de la energía que consume. Ello conduce al país a una dependencia extrema respecto a exportadores de energía como Rusia e Irán. Una energía, hasta ahora, generada en su mayor parte a partir de combustibles fósiles. Pero a largo plazo, Turquía apuesta -junto con el carbón y la energía nuclear- por las energías renovables. Eso sí, el cambio resulta extraordinariamente caro. Según datos del Ministerio de Energía turco, haría falta invertir más de 85.000 millones de euros en el conjunto del mercado energético de aquí a 2020. El gobierno de Ankara apuesta por la privatización y liberalización del mercado de la electricidad.

Además, el país aprobó a principios de 2011 una ley sobre energías renovables que tiene como objetivo facilitar las inversiones y hacerlas más rentables. "Para los inversores, supone también la creación de un marco de seguridad jurídica para sus negocios", explica Ralf Peters, portavoz del fabricante de aerogeneradores Nordex. La compañía exporta rotores eólicos a Turquía desde hace algunos años y, según sus propios datos, se ha consolidado como una de las empresas líderes del sector en el mercado turco. La ley de energías renovables fija los precios de la electricidad hasta el año 2015. Así, las compañías productoras de energía hidráulica y eólica reciben 5,5 céntimos de euro por kilovatio-hora. Por otro lado, las empresas que utilizan para sus instalaciones componentes fabricados en Turquía reciben subvenciones adicionales. El objetivo es impulsar también el desarrollo económico a través de la construcción de nuevas fábricas y crear puestos de trabajo.

Nordex Windpark, Türkei
Turquía ofrece condiciones ideales para las instalaciones eólicas.Imagen: Nordex SE

Los vientos son propicios

El sector de la energía eólica en Turquía está experimentando un enorme crecimiento, que en 2009 se situó en el 130%. A finales del año pasado se alcanzó una potencia instalada de alrededor de 1,9 Gigavatios. Pese a ello, Turquía apenas se encuentra al inicio del camino: según datos de la Asociación Mundial de Energía Eólica (WWEA, por las siglas en inglés), en 2010 Alemania generó más de 27 Gigavatios.

El viento sopla a favor de los inversores. Aún son muchas las áreas de costa en las que la fuerte brisa existente permitiría la construcción de parques eólicos. Según Ralf Peters, Turquía dispone de unas condiciones de viento excelentes. "El aprovechamiento medio anual de las instalaciones eólicas se sitúa en un 23% a nivel global, mientras que en Turquía se podría alcanzar el 40%", afirma Peters. Una razón más para despertar el interés de los inversores.

Kurdischer Mann mit Esel
El asno de Anatolia cotiza al alza ante el elevado precio de la energía.Imagen: CC/peretzp

Como, por ejemplo, en el parque eólico de la península de Galípoli, que cuenta con el apoyo de la organización no gubernamental "Myclimate". La ONG compra certificados a las empresas operadoras de energía eólica por los gases perjudiciales para el medio ambiente que éstas dejan de emitir a la atmósfera. Posteriormente, "Myclimate" comercia con dichos certificados, vendiéndolos a aquellos particulares que quieren compensar las emisiones de CO2 que generan, por ejemplo, cuando vuelan en avión. Una manera, sin duda, de cuidar del medio ambiente. Si el mercado de las energías renovables prosigue con su crecimiento, quizás el asno de Anatolia pueda jubilarse pronto.

Autor: Michaela Führer
Redacción: Emili Vinagre