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Monjes budistas luchan por proteger su hogar en la montaña

Kymberley Chu
11 de enero de 2022

Un monasterio rupestre, que se enfrenta al desalojo por parte de una empresa cementera malaya, puede ser la última esperanza de un ecosistema kárstico único.

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Un monje budista sentado rezando ante un altar.
Los monjes viven y practican su religión en las cuevas de piedra caliza del valle de Kinta, en Malasia, pero su forma de vida y este ecosistema único están amenazados.Imagen: Dhamma Sakyamuni/Caves Monastery

Una brisa fresca recorre el monasterio de las cuevas Dhamma Sakyamuni. Sentados con las piernas cruzadas, en posición de loto, sobre el suelo de piedra pulida, un grupo de monjes medita en silencio bajo la mirada de un Buda dorado. Sobre ellos, las estalactitas cuelgan del techo de piedra caliza rugosa. Se trata de largos depósitos minerales que se forman a lo largo de varios cientos de años cuando el agua calcárea gotea constantemente del techo en el mismo lugar.

Este es uno de los últimos templos en cuevas de piedra caliza que quedan en Malasia y que está en uso de forma permanente. Se encuentra al pie del monte Kanthan, una de las 45 colinas de piedra caliza que se elevan desde el valle de Kinta, en el estado malasio de Perak. Actualmente unos 15 monjes budistas viven y practican su religión en estas cuevas.

Un sistema de recogida de agua en una cueva de piedra caliza. Las estalactitas cuelgan del techo.
Los monjes recogen el agua de las estalactitas que gotean y la utilizan para lavarse y limpiarse.Imagen: Dhamma Sakyamuni/Caves Monastery

Pero la paz aquí es frágil. Fuera del monasterio se oyen explosiones que resuenan en el valle como si fueran disparos. Es el sonido de la dinamita utilizada para extraer piedra caliza de lugares vecinos, una importante materia prima para la industria del cemento.

Desde principios de la década de 1960, el gobierno del estado de Perak ha arrendado el monte Kanthan a la empresa de materiales de construcción Associated Pan Malaysia Cement (APMC) para la explotación de canteras. La montaña se ha dividido en cuatro zonas, dos de las cuales ya están siendo explotadas. El contraste es dramático: las dos zonas del sur, ricamente arboladas, chocan con la extensión estéril de roca pálida y escombros de las zonas de cantera del norte.

AMPC está tramitando los permisos para empezar a trabajar en una de las zonas aún vírgenes, donde se encuentra el monasterio. Pero primero tiene que desalojar a los monjes, de quienes dice que no tienen derecho legal a estar allí.

Una cama improvisada en las cuevas.
Bhante Kusala dice que poca gente quiere vivir en las cuevas, pero espera que el santuario sea designado patrimonio cultural.Imagen: Dhamma Sakyamuni/Caves Monastery

Un santuario espiritual

El monte Kanthan es un impresionante ejemplo de topografía kárstica, donde la piedra caliza blanda y porosa se ha erosionado de forma natural para crear una red de valles, cuevas y sumideros. Estas redes albergan una gran diversidad de plantas y animales especialmente adaptados a este entorno, y también han atraído durante mucho tiempo a comunidades humanas.

Bhante Kusala dirige el monasterio con la ayuda de otros monjes y voluntarios. Dice que fue fundado hace un siglo por un maestro Laoshifu, que se sintió atraído por el monte Kanthan porque su forma se asemejaba a la de un Buda reclinado.

"Nuestro fundador eligió mediar aquí por su entorno sereno y tranquilo”, dice Kusala, y añade que es una antigua tradición de monjes budistas buscar la paz en el mundo natural.

El monasterio resuena con el suave sonido del agua que gotea de las estalactitas que cuelgan del techo. Un sistema de tuberías recoge este agua para que los monjes puedan utilizarla para bañarse, lavar su ropa y limpiar los suelos del templo.

Seongyee lleva diez años trabajando como voluntario en el Monasterio de Sakyamuni en las tareas de limpieza y mantenimiento. "Para nosotros, este es un santuario espiritual”, dice. "Dependemos de él, forma parte de nuestro viaje espiritual”.

Una colina de piedra caliza cubierta de árboles.
El estudio de la botánica Ruth Kiew demuestra que la explotación de canteras amenaza a varias especies de plantas en el monte Kanthan.Imagen: Kymberley Chu

Especies endémicas amenazadas

Pero no solo esta comunidad religiosa corre el riesgo de perder su modo de vida si la empresa cementera gana el juicio contra los monjes. Ruth Kiew, botánica que trabaja con la ONG Malaysian Cave & Karst Conservancy, entre otras organizaciones, explica a DW que la fauna en peligro crítico de extinción, como las arañas ctenízidas, también conocidas como arañas de trampilla, y las salamanquesas o gekos, pueden desaparecer si se explota toda la montaña.

En 2014, Kiew publicó un estudio sobre la flora amenazada por la explotación de canteras en el monte Kanthan. Encontró unas 32 especies de plantas de gran importancia para la conservación. Entre ellas, 12 especies en peligro de extinción y tres especies de árboles recientemente identificadas que se cree que probablemente solo crecen en el monte Kanthan.

APMC y su empresa matriz, la compañía constructora YTL, declinaron ser entrevistadas para este artículo. Pero, según la web de YTL, la empresa colabora con la organización malasia sin ánimo de lucro Centro de Investigación y Conservación de la Selva Tropical (TRCRC, por sus siglas en inglés) para preservar la flora amenazada del monte Kanthan en un vivero especializado.

Un portavoz del TRCRC declaró a DW que el objetivo del proyecto era formar a un equipo de YTL "sobre cómo dirigir su propio vivero de conservación, llevar a cabo la recogida de semillas y tener los fundamentos de la plantación de árboles, objetivos que se han conseguido”.

No está claro si YTL utiliza los conocimientos adquiridos en el proyecto para continuar con los esfuerzos de conservación de las plantas amenazadas. Sin embargo, los científicos afirman que con cada nueva destrucción de la montaña se pierden especies únicas.

"Debido a la topografía tan diferente y accidentada de la montaña, hay diferentes hábitats únicos y especies adaptadas a ese único entorno”, explica Kiew, y añade que "las plantas, los animales y los microorganismos no están distribuidos uniformemente por las colinas kársticas”.

Yong Kien Thai es botánico en la Universidad de Malaya y ha visitado varias veces la montaña para estudiar su biodiversidad. En cuanto a los planes de YTL cree, que "es posible que con el tiempo cultiven algunas de las muchas especies diferentes que se originan en la piedra caliza, pero no han explicado dónde las van a replantar”. Agrega que "la reintroducción también es un problema, ya que las diferentes colinas calcáreas han desarrollado su propia diversidad”.

Una cueva de piedra caliza.
Una cámara de meditación dentro del sistema de cuevas.Imagen: Kymberley Chu

Patrimonio cultural en juego

Al vivir en armonía con estos ecosistemas únicos, Kusala ve a su comunidad de monjes y devotos como "custodios de esta montaña”.

En enero de 2021, APMC presentó una orden judicial solicitando el desalojo del monte Kanthan. En él se refiere a los monjes como "ocupantes no identificados del terreno”. Además, afirma que los monjes permanecían en la montaña sin el permiso de la empresa.

Seis de los monjes han conseguido el derecho a actuar como opositores oficiales en el caso. Esto refuerza su posición legal, según manifiesta el portavoz del monasterio, Leong Cheok Keng, a DW.

Gente rezando frente a un Buda dorado.
Kusala dice que su comunidad vive en armonía con el singular ecosistema kárstico.Imagen: Dhamma Sakyamuni/Caves Monastery

Al mismo tiempo, están luchando para que el monasterio sea declarado oficialmente patrimonio cultural. Antes de la pandemia, los devotos acudían a las cuevas de Sakyamuni desde ciudades como Kuala Lumpur para participar en la meditación de los monjes en las cuevas.

A finales de diciembre de 2021, el monasterio recibió una carta de apoyo del Ayuntamiento de Ipoh, la capital administrativa de Perak. El consejo expresó su apoyo a la designación del terreno como patrimonio cultural.

"Si el monasterio alcanza el estatus de patrimonio, significa que nadie puede alterar la estructura del lugar y que el sitio está protegido para que no se interfiera en él”, dice Leong.

Kusala se muestra contento, pero es consciente de que su forma de vida, y la de los demás monjes, pende de un hilo, ya que los valores que representa su monasterio compiten con los intereses económicos. "No hay mucha gente que quiera ser monje hoy en día”, dice sonriendo. "No quieren vivir en cuevas o en un bosque. ¡Así que ahora también somos una especie muy rara!”, añade el monje riendo.

(arb/ers)

Este texto se actualizó el 18 de enero para reflejar el nombre correcto del fundador del monasterio, el número de años que Seongyee lleva como voluntario y cuántas colinas de piedra caliza rodean la cueva.