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Alemania y China, cuarenta años de relaciones

Matthis von Hein (mb)11 de octubre de 2012

Su historia común está llena de altibajos: hace 40 años la República Federal de Alemania estableció relaciones diplomáticas con China. Hoy, estos socios tan dispares dependen más que nunca el uno del otro.

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Alemania-China: cuarenta años de relaciones diplomáticasImagen: picture-alliance/dpa/dapd

Por un lado, un país industrial, relativamente pequeño, en el centro de Europa que después de los años del nacionalsocialismo de Hitler y de haber superado décadas de separación con la ex República Democrática Alemana está orgulloso de ser una democracia y un Estado de derecho. Por otro, una dictadura monopartidista con una población de miles de millones en un territorio inmenso, grande como un continente: socios más dispares que Alemania y China es difícil de imaginar. No obstante, su relación se ha desarrollado en los últimos 40 años de una forma que en ese entonces nadie hubiese atrevido a soñar.

Las consultaciones chino-germanas pueden ser vistas como una credencial que prueba la especial calidad de estas relaciones. A finales de agosto medio gabinete del gobierno de la coalición de la canciller alemana Angela Merkel viajó a Pekín. El año anterior, el primer ministro chino junto con 13 de sus ministros estuvo en Berlín. En el 2004, ambos países firmaron solemnemente que Alemania y China son “socios estratégicos con responsabilidad global”. Anualmente organizan más de 30 encuentros regulares de trabajo entre expertos, ministros y sus jefes de Estado. También hay más 500 proyectos de cooperación entre universidades alemanas y universidades chinas. Incluso existen cinco institutos de investigación binacionales. Además, hay toda una serie de ciudades hermanadas. En resumen: con pocos Estados del mundo, Alemania tienen un intercambio tan activo.

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Visita de la canciller alemana, Angela Merkel, a China (agosto 2012)Imagen: dapd

Prioridad, la economía

El núcleo de la relación se puede describir con una cifra: 140 mil millones de euros. Ese nivel alcanzó el intercambio comercial entre ambos países en 2011. Alemania es el socio comercial más importante de China en Europa; Europa es el socio comercial más importante de China. China, por otro lado, es el quinto comprador de productos alemanes y su segundo socio más importante fuera de Europa. La relación comercial es la prioridad entre ellos, así lo ve también Sebastian Heilmann, sinólogo de Tréveris: “Todo lo demás va por detrás de las relaciones comerciales. Ambos países son complementarios todavía. Alemania envía cosas que China necesita. Y China envía cosas que Alemania necesita”.

Un nuevo comienzo en 1957

Ya en 1957, antes de que reanudaran las relaciones diplomáticas, se firmó un primer acuerdo. Éste no fue entre los Estados –porque en ese tiempo no tenían contacto- sino entre el comité para el Este de la cámara industrial alemana y la oficina de comercio exterior de China. El negociador por la parte alemana fue Otto Wolff von Amerongen. Antes de morir en 2007, Amerongen contaba a DW: “En ese tiempo no queríamos que las existentes relaciones comerciales –que se habían alterado mucho por los cambios políticos- cayeran al vacío”.

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Otto Wolff von AmerongenImagen: picture-alliance/ dpa

Visita sorpresa de Nixon

Era el tiempo de la guerra fría. Alemania y Europa estaban divididas. Estados Unidos y la Unión Soviética eran enemigos. En el clímax de esta confrontación, el entonces presidente estadounidense, Richard Nixon, y su secretario de Estado, Henry Kissinger, viajaron en 1972 a Pekín. El lema de la carta por la que apostaban era: “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”; la China de Mao Zedong se había alejado de la Unión Soviética, su antiguo hermano comunista.  Según Wolfgang Runge, entonces cónsul alemán en Guangzhou e historiador, la visita de Nixon en la China de la Revolución Cultural fue un suceso que tuvo repercusión en la política de la entonces República Federal de Alemania. “En una época en que había empezado una carrera por Pekín –después de que la República Popular China había vuelto al Consejo de Seguridad en 1971-, Bonn no quiso arriesgarse a quedarse atrás”, explica Runge.

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Wolfgang Runge, historiador y ex cónsul en Guangzhou, ChinaImagen: DW

El hombre de Mao en Bonn

En 1972, Mao envió al periodista Wang Schu como corresponsal de la agencia de noticia Xinhua a la entonces capital alemana, Bonn. Wang venía también con el cometido secreto de sondear las probabilidades de un reinicio de la diplomacia. Un acuerdo básico fue alcanzado rápidamente después de un encuentro con el entonces ministro alemán de Exteriores Walter Scheel: “Nos encontramos enseguida, negociamos diez minutos acerca de la reanudación de las relaciones diplomáticas y todo estuvo bien”, recuerda Wang. Sin embargo, siguieron 40 días de duras negociaciones; el estatus de Berlín Occidental era un problema. El 11 de octubre de 1972 se reanudaron al fin las relaciones; el mismo año, firmaron un acuerdo de comercio. El volumen del intercambio comercial, con todo, fue más bien pequeño: en 1973 apenas alcanzó el millón de marcos.

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El ministro alemán de Exteriores Walter Scheel y su homólogo chino Tschi Peng Fei en 1972Imagen: picture-alliance/dpa

Tiananmén

La política reformista de Deng Xiaoping inyectó dinámica, a partir de 1978, en la economía china y en sus relaciones con Alemania. En 1989 llegó la primera ruptura: la cruenta represión del movimiento democrático el 4 de junio en la Plaza de Tiananmén heló las relaciones. “Interesante es que se trató de una interrupción limitada. Jamás hubo un embargo comercial. El comercio alcanzó en 1991 el volumen del año anterior a la matanza; es decir que en la década de los noventa se mantuvo la curva económica ascendente”, explica Runge.

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El canciller Helmut Kohl con Deng Xiaoping en 1984Imagen: picture-alliance/dpa

El “concepto asiático” de Kohl

En 1993, el Gobierno del entonces canciller Helmut Kohl publicó su “Concepto para Asia”. En esa región se veían inmensas posibilidades en el futuro. La industria fue llamada a invertir, también en China. La política hacia Pekín se tradujo en un instrumento de fomento del comercio; los cancilleres alemanes comenzaron a viajar acompañados de grandes delegaciones de empresarios. El éxito de las visitas se comenzó a medir en la cantidad de contratos y en el volumen de los negocios cerrados.

Esto no ha cambiado hasta el día de hoy aún cuando en cuanto en los diálogos en torno al Estado de Derecho y los Derechos Humanos los socios no tengan los mismos valores. El último encuentro en Wiesbaden (8 y 9 de octubre de 2012), tras cuarenta años de intensas relaciones, no fue una excepción.