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Valores e intereses

3 de febrero de 2012

El viaje de la canciller alemana a China se centró en el rescate del euro, en cuestiones de seguridad internacional y en los derechos humanos. Y fue una visita de rutina a un anfitrión difícil, opina Matthias von Hein.

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Angela Merkel en Guangzhou, China.
Angela Merkel en Guangzhou, China.Imagen: dapd


Con el surgimiento económico de China, el mundo se ha tenido que acostumbrar a que no hay cuestión internacional que no posea una dimensión que ataña a China, ya se trate del cambio climático, la brutal represión de las protestas en Siria o los programas atómicos de Corea del Norte o de Irán. Entretanto, la importancia de las reservas de divisas chinas –de más de 3 billones de dólares- también gravita sobre el bolsillo de los europeos.

A la conquista de confianza

Por más que Angela Merkel haya desmentido, previamente a su visita a China, que viajaba a fin de solicitar apoyo de Pekín para solucionar la crisis del euro, fácticamente, la canciller alemana se presentó ante los chinos en carácter de directora europea de relaciones financieras. Con mucha paciencia, Merkel trató una y otra vez de conquistar la confianza china en el euro. Y se dedicó a explicar con lujo de detalles el contenido del pacto fiscal europeo, concertado justo antes de que ella emprendiera el viaje. Finalmente, el resultado de esos esfuerzos fue una vaga concesión del primer ministro chino, Wen Jiabao, en la que dijo que China estudiaría una posible participación en el paquete de rescate de la eurozona.

Matthias von Hein, de DW.
Matthias von Hein, de DW.Imagen: DW

Sin embargo, la canciller puede darse por satisfecha con su visita a China. Se reunió con los tres representantes políticos de mayor rango y el primer ministro Wen Jiabao dio, además, un paso singular al acompañar a Angela Merkel durante su periplo hacia la metrópoli sureña de Guangzhou. Durante ésta, su quinta visita a China, ese gesto señaliza una relación de confianza especialmente estrecha entre ambos, y, por ende, una base sólida para las relaciones chino-germanas.

¿Censura en el programa de la visita de Merkel?

Pero un aspecto que de seguro molestó a la canciller alemana -y a todos aquellos a quienes les importa que se mantenga una igualdad de intereses y valores en la política exterior alemana. Los anfitriones chinos no permitieron que se llevara a cabo la visita al grupo del periódico crítico Nanfang en Guanzhou. Además, impidieron un encuentro de Merkel con el abogado especializado en derechos humanos Mo Shaoping, que representó, entre otros, al Premio Nobel de la Paz Liu Xiaobo. Angela Merkel seguramente lo sintió como una intromisión y una ofensa.

Entre algunos observadores corre el rumor de que hay una sola cosa que crece más que la economía china, y eso es la autoestima de sus líderes políticos. Sin embargo, la intromisión en el programa del viaje de la canciller, que puede interpretarse como censura, más bien parecería indicar que esa autoestima no tiene en absoluto una base firme. Hubiese sido muy positivo que, a través de la visita de Angela Merkel, se hubiera podido mostrar al mundo con qué márgenes de acción puede contar el periodismo en China. Pero la oportunidad fue desaprovechada. Y Pekín parece estar muy poco seguro de su condición como Estado de derecho al negar a Merkel tomar contacto con un especialista en derechos ciudadanos. Si China pretende realmente formar parte de la primera liga de las potencias mundiales, el hecho de que sus arcas estén llenas no es suficiente. El Gobierno chino debe, además, demostrar más seguridad en sí mismo cuando trata con personas que disienten de su manera de pensar.

Autor: Matthias von Hein
Editora: Emilia Rojas