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La nueva cara de los republicanos en EE. UU.

Friederike Schulz27 de agosto de 2012

El huracán Isaac ha obligado a Mitt Romney a posponer su última convención presidencial en plena campaña electoral republicana, un torbellino de similar magnitud que amenaza a Barack Obama en las próximas elecciones.

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Imagen: dapd

Camisa de cuello suelto, mangas arremangadas, sonrisa radiante: Mitt Romney se presentó en un podio de la universidad Sain Anselm, en Manchester, New Hampshire, como parte de su campaña política, dispuesto a ganarse al joven público. Uno de los espectadores se prestó a hacer una pregunta sobre economía, pero Romney -aparentemente decidiendo que todavía era pronto para ponerse serios- lo interrumpió con una anécdota. Le contó que en un discurso anterior en una base militar en Carolina del Sur le costó horrores hacer reír a su audiencia. Y solo lo consiguió cuando, en respuesta a una pregunta relacionada con el equipo de béisbol de los New York Yankees, Romney anunció triunfalmente: “¡Todos odiamos a los Yankees!”. Fue solo durante la pausa de efecto que siguió a su broma cuando Romney se dio cuenta de que el joven al que le estaba contando la historia llevaba una camiseta de apoyo al susodicho equipo.

Este tipo de detalles son los que han hecho que Romney tenga fama de despistado y de torpe, incapaz de conectar realmente con los votantes. La percepción general que se tiene de él en Estados Unidos es que le cuesta entender los problemas de la gente de a pie. Las encuestas muestran, claramente, que a la gente le sigue gustando más Obama como presidente.

Pero Romney destaca en otros campos. “La vida me ha dado experiencia”, dijo. “Sé cómo funciona el sector privado, cómo crear un negocio, y cómo eso le puede cambiar la vida a una persona.”

Jubelnde Anhänger von Mitt Romney in New Hampshire
El entusiasmo por Romney no se manifiesta en las encuestas.Imagen: AP

Escalando puestos

Romney se graduó en Harvard con títulos en gestión de empresas y derecho. Comenzó su carrera profesional en 1978 en la compañía consultora de Boston Bain & Company y llegó a ser vicepresidente. En 1984 pasó a ser miembro fundador de Bain Capital, una compañía inversora que compraba negocios en dificultades financieras, los reestructuraba y revendía. Romney se deleita en señalar que ha llegado a crear más de 100.000 puestos de trabajo en ese rubro.

Obama, por otra parte, lo tachó de destructor de empleos, y criticó el hecho de que paga menos impuestos por sus beneficios que la media de los norteamericanos. Según la declaración de impuestos de Romney de 2012, el republicano gana un sueldo de más de 21 millones de dólares al año, en su mayoría producto de inversiones, lo que explicaría la tasa de impuestos relativamente baja.

De esta cuantiosa suma, Romney donó 3 millones a causas benéficas; la mitad de ello a la iglesia. Un intento de desviar las escépticas miradas de los votantes cristianos conservadores de su bien conocida condición de mormón. Una religión que, hasta el momento, no ha formado parte de las creencias de ningún presidente norteamericano.

¿Nuevos aires en EE. UU.?

TV Duell Barak Obama Mitt Romney Hempstead
El 6 de noviembre se verán los resultados de los esfuerzos de ambos candidatos.Imagen: AP

Romney coincide con Obama en algunos puntos clave para la política estadounidense: principalmente, en la decisión de delegar la seguridad de Afganistán en las autoridades locales y traer de regreso a las tropas estadounidenses cuanto antes. Pero, en contraste, se ha posicionado en contra del aborto, aboga por un control más estricto de la Reserva Federal y de las agencias federales. “A diferencia de un presidente que piensa que es el gobierno el que ayuda a la economía a recuperarse y prosperar de nuevo, yo sé que es la gente libre y la libertad en sí misma las que impulsan nuestra economía”, afirmó el republicano.

El 6 de noviembre, los votos de los norteamericanos mostrarán si sus preferencias se decantan por el estado del bienestar que promete Obama o el modelo de sociedad competitiva por el que aboga Romney.


Autora: Chistina Bergmann / Lydia Aranda Barandiain

Editora: Cristina Papaleo