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MSF: Urge liberar la patente de la vacuna contra el COVID-19

Mónica Vázquez Ruiz
23 de febrero de 2021

En entrevista con DW, la directora general de Médicos Sin Fronteras para América del Sur de habla hispana, Josefina Martorell, exhorta a la producción masiva de vacunas para lograr la inmunidad.

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Pressebild Medecins sans Frontiers Südamerika
Imagen: Diego Baravelli/MSF

El acaparamiento de vacunas, la falta de producción local y de transparencia por parte de las farmacéuticas han marcado el inicio de la vacunación global. Mientras unos países han adquirido cinco veces más dosis de las que requieren para su población, otros no tienen asegurada ni una dosis. Alrededor del mundo, la falta de vacunas se traduce en gente gravemente enferma y en muertes.

La organización humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF) apoya una petición para liberar las patentes y lograr la vacunación masiva. En conversación con DW, Josefina Martorell, su directora general para América del Sur de habla hispana, exhorta a poner la salud pública por encima de los intereses económicos.

DW: A meses del inicio de la vacunación contra el COVID-19, la desigualdad es el tema central, los países con mayores ingresos tienen más vacunas que el resto. ¿Es necesario liberar las patentes?

Josefina Martorell: Así es, en Médicos Sin Fronteras respaldamos una petición que han presentado India y Sudáfrica ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) para suspender temporalmente las patentes de las herramientas médicas del COVID-19, lo que incluye las vacunas, diagnósticos y el tratamiento hasta lograr la inmunidad colectiva. Se puede encontrar en www.msf.org.ar/patentes.

¿Cuál es el problema, hoy en día, en la producción de vacunas?

Son muy pocos los laboratorios que controlan las vacunas, deciden los precios, las cantidades y los plazos de entrega. No pueden producir lo suficiente para satisfacer la demanda mundial y hay escasez, sobre todo, en países de ingresos medios y bajos.

En MSF conocen bien la importancia de la vacunación, ¿cuál es el riesgo de no lograrla en un corto plazo?

Se seguirán desarrollando variantes y algunas vacunas no serán efectivas. Entonces aparecerán otras formas de esta pandemia de COVID-19. A nivel de utilitarismo, lo que nos conviene en todo el mundo es que la pandemia se acabe en todas partes; de lo contrario, no acabará para nadie.

Pressebild Medecins sans Frontiers Südamerika | Josefina Martorell
Josefina Martorell.Imagen: Medecins sans Frontiers

¿Ya se ha liberado antes alguna patente?

Esta pandemia es una excepción y lo justifica. Una suspensión semejante fue aplicada al principio de la epidemia de VIH/SIDA para que los países de renta baja tuvieran la posibilidad de adoptar medicamentos. Esta negociación se dio durante un periodo de tiempo y ayudó a millones de personas.

¿Qué gobiernos han apoyado la liberación de las patentes?

Hay más de 100 países que han apoyado la petición alrededor del mundo; otros están en contra, por ejemplo, en la región, Estados Unidos y Brasil. Sin embargo, creemos que esto puede lograrse, pues cada país representa un voto ante la OMC. Por el momento están las discusiones y la decisión se tomaría en marzo.

¿Qué pasaría si los países de altos ingresos votan en contra?

Sí se abriría la patente, lo que pueden hacer es que en su propio país siga protegida. Algunas vacunas usan tecnologías más avanzadas, lo que impide a algunos países producirlas. En otras vacunas contra COVID-19 solo es necesario conocer la fórmula y las empresas locales la pueden producir. Esto no va en contra de las farmacéuticas; la podrán seguir produciendo y ya tienen una ventaja competitiva, incluso han firmado contratos con los gobiernos. Han ganado y seguirán ganando. 

El COVAX se pensó como un fondo de acceso equitativo global de las vacunas. ¿Qué ha pasado?

De momento (22.02.2021) va a tener acceso solo al 2% de todo lo que Pfizer producirá y es para repartir entre 145 países. Es una opción para los países de ingresos bajos, pero todos los países han aplicado para formar parte. Como resultado vemos situaciones disfuncionales, donde países de ingresos altos están pidiendo vacunas al mecanismo, aunque ya tienen aseguradas cinco veces más de las dosis que requieren para su población.

Pressebild Medecins sans Frontiers Südamerika
MSF llega a lugares muy apartados con insumos para combatir la pandemia.Imagen: Diego Baravelli/MSF

¿Cuál ha sido el trabajo de Médicos sin Fronteras durante la pandemia? 

Seguimos trabajando alrededor del mundo con más de 450 proyectos, más el trabajo con COVID-19. En la región estamos en México, Salvador, Honduras, Nicaragua, Venezuela, Colombia. También hemos abierto misiones de emergencia en Perú y Ecuador por el alto contagio y letalidad en las zonas más vulnerables donde el acceso a la atención médica es bajo. Trabajamos en Manaos, Brasil, pues es la puerta de entrada de la región amazónica y el año pasado comenzó el contagio que se extendió a varias regiones remotas donde viven comunidades originarias y con consecuencias catastróficas.

¿La pandemia ha sido el reto más grande al que se ha enfrentado la organización?

Ha sido de los más importantes, también lo es el ébola que ahora está volviendo con un brote en Guinea. Eso nos preocupa muchísimo. La pandemia nos exigió readaptarnos, pues en una catástrofe natural o incluso durante el ébola, nuestro personal y los suministros llegan en 48 horas al lugar. Con el COVID-19 estábamos limitados por las fronteras cerradas, más en los primeros meses.