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Muerte en el Transrapid

ERS22 de septiembre de 2006

Un saldo de 25 muertos y 10 heridos dejó el choque de un tren de levitación magnética (Transrapid) con un vehículo que se encontraba en la vía por la que realizaba un recorrido de prueba.

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Difíciles resultaron las labores de rescate en la vía elevada.Imagen: picture alliance /dpa

Conmoción ha causado en Alemania el peor accidente que se haya registrado en la historia de la tecnología de la levitación magnética. Un Transrapid, que recorría el trayecto de prueba en la región alemana de Emsland (Baja Sajonia) a una velocidad de 200 kilómetros por hora, se estrelló contra un vagón de mantenimiento, dejando 25 víctimas fatales. 29 personas viajaban a bordo del tren, en su mayoría trabajadores de una empresa de la zona que realizaban una visita para conocer el proyecto. Diez de ellas sobrevivieron, con heridas graves. Las labores de rescate se vieron particularmente dificultadas por el hecho de que el Transrapid quedó detenido en la vía elevada por la que circulaba, de modo que el lugar no era directamente accesible para los equipos de socorro.

Expectativas frustradas

La tragedia de este viernes arroja una nueva sombra sobre la historia del Transrapid, que no ha contado hasta la fecha con una buena estrella. En un comienzo, se pensó que los trenes de levitación magnética serían las grandes estrellas del firmamento ferroviario. Por eso, el sistema se convirtió en un proyecto directamente asociado al prestigio de Alemania. Se esperaba, en buena cuenta, que estos trenes de alta velocidad llevaran al mundo el sello de la alta tecnología "made in Germany".

Sin embargo, en Alemania no ha sido posible hasta la fecha concretar ninguno de los planes de poner en operación el Transrapid. Tras la reunificación del país, en 1990, se pensó en construir un trazado que uniera las ciudades de Berlín y Hamburgo. Sin embargo, el director de la empresa alemana de ferrocarriles desechó la idea, pese a las considerables presiones del ámbito político para poner en la práctica la nueva tecnología, que permite a los trenes alcanzar velocidades de más de 400 kilómetros por hora. La resistencia obedeció, sobre todo, a los altos costos de inversión y a la duda de que ésta resultara rentable en un país donde, desde ya, la red ferroviaria es muy densa. Luego se habló de instalar un Metrorapid en la región del Ruhr, que tiene la mayor concentración poblacional de Alemania. También dichas intenciones quedaron en el aire.

La consagración se hace esperar

El único lugar del mundo en que el Transrapid opera actualmente con fines comerciales es China, donde cubre el tramo de unos 30 kilómetros entre el aeropuerto y el centro financiero de Shanghai. Pero tampoco éste ha servido para consagrar definitivamente dicha tecnología en el mercado. Diversos planes de construir nuevos tramos en China siguen sin pasar a la fase de la realización. Y, probablemente, en el mundo se siga mirando a los trenes de levitación magnética con escepticismo mientras no se la aplique en el país donde nació.

Los alemanes están conscientes del problema y actualmente se encuentra en planificación un tramo para comunicar a Múnich con su aeropuerto. Pero también éste podría fracasar debido a la pugna en torno a los porcentajes que debería aportar el gobierno federal y el gobierno regional bávaro para financiar el tramo de 38 kilómetros, que tendrá un costo calculado entre 1.600 y 1.850 millones de euros. En suma, el problema de fondo sigue siendo el mismo de siempre: el Transrapid es rápido, pero demasiado caro.

Ahora, tras el accidente de Emsland, el tema vuelve al primer plano con esta noticia de carácter negativo. Y eso, lógicamente, no es nada ventajoso para el futuro del sistema, aunque la tragedia no se haya atribuido a fallas técnicas sino a errores humanos.