Muerte en las fronteras de Europa
28 de septiembre de 2012Al menos 1.500 personas perecieron en el intento en 2011, calcula Amnistía Internacional. “Con su política de defensa contra los refugiados y migrantes que intentan llegar a Europa a través del Mediterráneo, la Unión Europea (UE) y sus estados miembros violan muchas veces el derecho internacional para los refugiados, así como la Convención Europea de Derechos Humanos”, aseguró el secretario general de la sección alemana de Amnistía Internacional, Wolfgang Grenz, con motivo del Día del Refugiado, este 28 de septiembre.
En abril del pasado año, 200 personas murieron en el Mediterráneo tras el naufragio de la embarcación en que viajaban. Aunque las autoridades de Malta recibieron pedidos de ayuda no iniciaron acción de rescate alguna. En su opinión, la embarcación se hallaba más cerca del territorio de operaciones de Italia. Cuando por fin los italianos intervinieron, apenas pudieron salvar 47 vidas. Insostenible, considera Wolfgang Grenz: "No puede ser que la gente pierda la vida porque dos estados miembros de la UE no se ponen de acuerdo sobre quién es responsable del rescate”.
Pocas semanas antes, otros 63 refugiados murieron en el mar. Un bote corría peligro de naufragio. Había quedado sin combustible, los alimentos comenzaron a escasear y la gente a morir de hambre y sed. Ninguno de los botes de pescadores o barcos marineros que los tuvo a la vista intentó ayudarlos. “Fundamentos del derecho internacional como la obligación de ayudar a personas en peligro de naufragio tienen que ser respetados sin excepción”, advierte el secretario de Amnistía Alemania.
"Europa también es responsable"
"Europa comparte la responsabilidad por la muerte de esas personas", opina Günter Burkhardt, director de la organización de derechos humanos Pro Asyl (Pro Asilo). Especialmente Italia, Malta y Grecia han fracasado en el cumplimento de las obligaciones contraídas con la firma de los tratados europeos, critican Amnistía Alemania y Pro Asyl. Italia, por ejemplo, deportó refugiados a Libia, exponiéndolos al riesgo de graves violaciones de los derechos humanos. Y Alemania guarda silencio sobre estas situaciones.
Hace sólo unas semanas, el pasado 8 de septiembre, Gergishu Yohannes recibió el Premio de Derechos Humanos 2012 de la fundación Pro Asyl. La joven, que llegó a Alemania como refugiada procedente de Eritrea cuando aún era menor de edad, lucha incansablemente porque Europa respete y proteja los derechos de los refugiados que se aventuran hacia sus fronteras exteriores. Su hermano Abel murió con 20 años, junto a otros 76 náufragos hambrientos y sedientos en el Mediterráneo.
Fue en 2009. Y tras tres semanas de odisea, nadie en Europa se sintió responsable por el rescate de aquel bote inflable a la deriva entre Libia, Italia y Malta. Quienes sobrevivieron, narraron que vieron pasar barcos diariamente a su lado, sin que ninguno les prestara auxilio. Finalmente las autoridades maltesas entregaron chalecos salvavidas a los últimos cinco sobrevivientes y los enviaron a la isla italiana de Lampedusa.
Gergishu Yohannes denunció ante la fiscalía italiana la omisión del deber de socorrer a los náufragos. Contactó a otros familiares y amigos de las víctimas y los agrupó en una comunidad de intereses. “Comprendimos que teníamos que unirnos para dar a conocer esto mundialmente”, explica. Su denuncia apenas ha avanzado con extrema lentitud en Italia. En Malta, ni siquiera halló un abogado dispuesto a encaminar el proceso contra las autoridades, lamenta Yohannes.
"Pequeño avance"
Las críticas de Amnistía Internacional y Pro Asyl se dirigen también al trato que Alemania ha dado a los refugiados sirios. En este caso, el discurso de los políticos alemanes va por un lado y el proceder por otro, señala Wolfgang Grenz. En vez de un permiso de residencia, los refugiados sirios apenas obtienen una prórroga de seis meses de la suspensión de su expulsión de Alemania. “Con sólo tolerarlos no los ponemos a salvo”, advierte Grenz.
Amnistía Internacional y Pro Asyl celebran, eso sí, la participación alemana en el programa de reasentamiento del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Por esta vía, el país acogerá unos 300 refugiados anuales en los próximos tres años. Los primeros 200 arribaron ya a inicios de septiembre: “Es un pequeño avance, pero no basta”, asegura Grenz. En comparación con Suecia, que acoge a 1.800 refugiados, o con Noruega, que acoge a 1.000, Alemania apenas ha aceptado una cifra "bochornosa", opinan los activistas.
Como sea, esta participación alemana en el programa de la ACNUR, como el más reciente fallo judicial para incrementar las prestaciones mínimas a los solicitantes de asilo, son señales positivas. Alimentan la esperanza, dice el secretario general de Amnistía Alemania, “de que logremos un cambio de la política europea para los refugiados en un tiempo prudencial”.
Autora: Sabine Ripperger / RML
Editora: Emilia Rojas Sasse