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Mundial 2006: un caso cada vez más turbio

Daniel Martínez4 de marzo de 2016

Debido a la falta de pruebas no se puede decir que Alemania compró el Mundial 2006, pero dados los hechos revelados por una investigación independiente, tampoco se puede afirmar que el evento se obtuvo de forma limpia.

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Presentación del informe de la investigación alrededor del escándalo de corrupción del Mundial 2006.
Presentación del informe de la investigación alrededor del escándalo de corrupción del Mundial 2006.Imagen: Getty Images/Bongarts/D. Grombkowski

El informe final de la investigación independiente encargada por la Federación Alemana de Fútbol (DFB), y adelantada por la firma de consultoría jurídica Freshfields, en torno a las sospechas de corrupción en la forma como se logró la sede del Mundial 2006, dejó únicamente en claro que el caso es más enredado de lo que a primera vista parece, que sus implicaciones pasan por Alemania, Suiza y Catar, y que en él están involucrados importantes personalidades y organizaciones del fútbol internacional.

Los pagos se confirman, los motivos no

Freshfields logró rastrear el flujo de los 6,7 millones de euros que generaron el escándalo alrededor del Mundial 2006 al conocerse que ese dinero se utilizó para fines desconocidos muy diferentes a aquellos para los cuales fue declarado oficialmente.

La investigación detectó que la millonaria suma salió originalmente en el 2002 de una cuenta de la leyenda del fútbol alemán Franz Beckenbauer con destino a una firma de abogados en Suiza, supuestamente para la compra de “derechos de televisión y mercadeo de los Juegos de Asia 2006”. El dinero fue poco después redirigido a una compañía en Catar, propiedad de Mohamed bin Hammam, entonces miembro del Comité Ejecutivo de la FIFA.

Meses más tarde el exjefe de Adidas Robert Louis Dreyfus le giró también una millonaria suma a los mismo abogados suizos, quienes la repartieron entre Beckenbauer, a quien así se le restituyó el valor de la transacción inicial, y la firma de bin Hammam a quien se le daba entonces lo que se declaró como “cuota final derechos de televisión y mercadeo de los Juegos de Asia 2006”.

Tras estas entretejidas transacciones, Beckenbauer recuperó su dinero, en Catar quedaron con un millonario saldo positivo, y la cuenta de Dreyfus registró un déficit que la FIFA cubriría en el año 2005 al hacerle llegar al exjefe de Adidas un pagó ficticio hecho por la Federación Alemana de Fútbol (DFB).

Responsabilidades personales

Que el dinero fluyó, y que las transacciones se mantuvieron ocultas durante mucho tiempo, está comprobado. Lo que la investigación de Freshfields no consiguió aclarar fue ¿por qué tanto secreto?, ¿para qué se usó el dinero? A la firma de consultoría jurídica, pese a haber interrogado a tantas personas involucradas como le fue posible, le faltaron suficientes elementos probatorios como para consignar en su informe afirmaciones, pero los datos recopilados fueron suficientes para fortalecer las sospechas de corrupción.

Franz Beckenbauer, aquí con el expresidente de la FIFA Joseph Blatter, es aún figura clave del escándalo del Mundial 2006.
Franz Beckenbauer, aquí con el expresidente de la FIFA Joseph Blatter, es aún figura clave del escándalo del Mundial 2006.Imagen: picture-alliance/dpa/T. Eisenhuth

El trabajo de Freshfields dejó también en claro que las principales personalidades del fútbol alemán, entre ellas Franz Beckenbauer, el extesorero de la DFB Horst R Schmidt, y los expresidentes de la institución Theo Zwanziger y Wolfgang Niersbach –actualmente miembro del Comité Ejecutivo de la FIFA-, sabían en mayor o menor cuantía de las irregularidades que bien ignoraron o encubrieron.

En la DFB, según el informe de la investigación, desaparecieron intencionalmente archivos con información relevante del caso. Además, la versión de que a cuatro funcionarios asiáticos de la FIFA se les compró a través de Mohamed bin Hammam los votos a favor del Mundial de Alemania no pudo ser desmentida de raíz, aunque tampoco confirmada. Igualmente se reforzaron las dudas en torno a los contactos con Jack Warner, jefe del fútbol de Trinidad y Tobago e influyente exfuncionario de la FIFA, con quien antes de la concesión del Mundial 2006 a Alemania se firmó un sombrío contrato de cooperación cuyas condiciones se satisficieron parcialmente, aunque legalmente nunca entró plenamente en vigor.

La primera etapa en el esclarecimiento del escándalo alrededor del Mundial 2006 se ha cerrado y la conclusión no es que no haya habido corrupción en la Federación Alemana de Fútbol, sino que esta aún no se puede comprobar.