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Nadando en oro rojo: a dónde con el dinero del cobre

Luna Bolívar Manaut26 de noviembre de 2006

Es el “sueldo” de Chile y su precio está por las nubes. La cotización del cobre alcanza cifras históricas y deja al país sudamericano sumido en un debate que muchos quisieran para sí: ¿qué hacer con tanto dinero?

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Chuquicamata, la principal mina estatal chilena de cobre.Imagen: DW/Luna Bolívar

La culpa la tiene China. En su expansión imparable demanda y absorbe toda materia prima que se muestre necesaria para el desarrollo, y el cobre es una de ellas. Desde hace tres años, la cotización del metal rojo sube como la espuma, alcanzando en 2006 un precio medio de más de tres dólares la libra. Si estas cifras son capaces de animar a algunos a jugarse la vida por robar los cables del teléfono, no es resulta difícil imaginar lo que suponen para el mayor productor de cobre del planeta: Chile.

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Gigantescos camiones transportan la tierra con cobre.Imagen: DW/Luna Bolivar

Más del 30% del cobre que se produce en el mundo es chileno. Y más del 40% de las exportaciones mundiales de cobre salen de Chile. La buena marcha del negocio con el principal recurso del país ha obligado al Gobierno a reajustar sus cuentas y se calcula que el 2006 generará un superávit de más del 5%. La situación es, sin embargo, compleja. Porque Chile no deja de ser un país en desarrollo con las carencias propias de su situación, que se debate entre quienes proponen aprovechar el momento para dar respuesta a las necesidades postergadas y quines están a favor de mantener el estricto rigor presupuestario.

Presupuesto riguroso

Desde el año 2000 reina en Chile la regla del “PIB potencial”. Una comisión de expertos en economía se reunió para definir cuál era el PIB potencial de Chile. Una vez fijada la cifra, se establece una normativa que impide al Gobierno chileno endeudarse por encima del 1% del PIB potencial, obligando a mantener la sobriedad presupuestaria incluso cuando la economía pasa por un buen momento.

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Chuquicamata: la mina de cobre a tajo abierto más grande del mundo.Imagen: DW/Luna Bolívar

En la práctica, esto significa que el Ejecutivo no está autorizado a gastar todo lo que el cobre podría permitirle. La razón es que, dicen los defensores de la rigurosidad, el precio del cobre es una variable externa y transitoria. Chile no dispone de más ingresos porque haya aumentado su productividad, sino porque aquello que más vende vale más.

“Mucha gente dice: '¿por qué el Gobierno no triplica el gasto en salud, si tenemos la plata?'. O, si lo que más necesita Chile es educación, pues paguémosle más a los profesores. Pero esos gastos no son solamente para hoy, sino que son permanentes. No se puede comprometer el presupuesto futuro por una situación estacionaria, porque el precio del cobre puede bajar mañana”, opina Karen Welzel, economista y ex funcionaria de la Dirección de Presupuestos del Gobierno de Chile.

CODELCO vs. minería privada

No todo el dinero que genera el cobre ingresa directamente a las arcas del Estado. Para empezar, la mayor parte de las empresas mineras que explotan el subsuelo chileno son privadas. De las aproximadamente 5.300.000 toneladas de cobre que produce el país, poco más de un 1.700.000 salen de las minas de la compañía estatal CODELCO.

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Tren cargado de cobre, el "oro rojo" de Chile.Imagen: DW/Luna Bolívar

Las mineras privadas contribuyen al fisco como cualquier otra empresa en Chile: con un 17% de impuestos. Sin embargo, han sido muchas las denuncias acerca de la existencia de diversos subterfugios legales por los que las compañías logran ahorrarse parte de estas aportaciones. CODELCO, al ser pública, debe cotizar religiosamente a Hacienda y, además, está sometida a un régimen tributario especial que le descuenta, aparte del 17% general, un 40% adicional.

Es común en los países que poseen recursos naturales que se agotan con el tiempo, que los gobiernos cobren royalties o regalías a las compañías privadas que explotan dichas reservas: en concepto de compensación por lo que ya no podrá ser sustituido. La discusión sobre la conveniencia o no de aplicar esta tasa en Chile se alargó más de una década. Finalmente, la Ley 20.026, que entró en vigor el uno de enero de 2006, zanjó el tema creando un impuesto especial que grava a la mediana y la gran minería con entre un 0,5% y un 5%, dependiendo de las toneladas de cobre vendidas. Pero también aquí existes caminos por los que escapar del pago.

Pensando en el mañana

CODELCO tiene además una carga mayor que la de los impuestos: la de las Fuerzas Armadas. En base a la llamada Ley Reservada del Cobre, un 10% de los ingresos, es decir, del dinero resultado de las ventas y no de las utilidades (lo que queda una vez descontados los gastos) va a parar a una cuenta “reservada” gestionada por los militares chilenos. “Reservada” quiere decir que no es pública, y que no se somete a ningún tipo de control parlamentario.

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Placas de cobre en Chuquicamata.Imagen: DW/Luna Bolivar

Una vez descontado este 10%, las contribuciones al fisco y los restantes gastos de producción, el presupuesto público recibe del negocio con el cobre una cantidad que es igual a las ganancias que se habrían producido si el metal se hubiese vendido a su precio a medio plazo. Precio que para 2007 está fijado en 1,21 dólares la libra. Todo lo que CODELCO recaudó por encima de los 1,21 dólares (recuérdese que el precio en el mercado supera en 2006 los 3 dólares la libra), se destina al llamado Fondo de Compensación del Cobre.

Este Fondo imita al modelo noruego de gestionar los beneficios que produce el petróleo del Mar del Norte, con la diferencia de que no se trata de ahorrar para cuando los recursos se acaben, sino para cuando los precios bajen. En ese momento, el Ejecutivo puede hacer uso del Fondo y “compensar” la falta de ingresos. Mientras, sólo puede disponer de los intereses que genere el Fondo, que se invierte en su totalidad en Estados Unidos para no desestabilizar con grandes remesas de capital el pequeño mercado cambiario nacional.

El problema en Chile es la dependencia. El “oro rojo” es el principal producto de exportación chileno. Si se vende barato, al país le falta “la plata”.

Los que critican el sistema

La austeridad no es, sin embargo, bajo la perspectiva de todos la mejor forma de administrar la bonanza del cobre. No son pocos los que exigen que el dinero, ahora que se dispone de él, se invierta en elementos que generen riqueza e impulsen el desarrollo del país.

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Panel informativo en la planta de fundición de Chuquicamata.Imagen: DW/Luna Bolívar

Y existe una tercera cuestión: la mejora de la producción de la misma CODELCO. Los fondos de los que la empresa puede disponer para reinvertir en tecnología se negocian en cada periodo con el Gobierno, en un repetido tira y afloja entre ministros y directivos.

“Hoy día, el Gobierno se toma toda la plata que le entrega CODELCO, la distribuye dentro del presupuesto de la nación y no devuelve una parte a CODELCO. Cada vez va costando más mantener los niveles de producción. La reinversión nos podría permitir mantenernos competitivos”, dice Hernán Guerrero, dirigente sindical de CODELCO Norte.

“El gran aumento de la minería privada en Chile se dio entre el año 90 y el 2006. Si el Estado tuviera una política distinta, probablemente gran parte de lo que hoy día producen las empresas privadas sería del Estado. Chile exporta del orden de los 32.000 millones de dólares. Entre 9.000 o 10.000 son de CODELCO. Si el resto de la industria fuera del Estado, el Estado tendría 32.000 millones de dólares y eso le permitiría hacer más carreteras, más escuelas, darle más oportunidades a los jóvenes. ¡Seríamos un país rico!”, añade el sindicalista.