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Responsabilidad en la nieve

11 de enero de 2010

¿Qué mueve a los ciudadanos alemanes a sacar palas y granulados para hacer senderos cuando la nieve deja de caer? Menos la preocupación por el bienestar común que la probabilidad de tener que indemnizar al que resbale.

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Paleando nieveImagen: Nina Treude

Amanece después de una noche nevada y, en ciudades y pueblos alemanes, los ciudadanos sacan unas coloridas palas y se ponen a retirar la capa blanca y fría de los senderos y las aceras. Se trata de impedir que alguien resbale. Sin excluir la buena voluntad y la preocupación desinteresada por sus conciudadanos, el mayor móvil de esta fría tarea es que si alguien llega a resbalar delante de una casa o edificio, el dueño del inmueble paga. Y no poco en caso de que se pruebe que hubo desacato de las detalladas estipulaciones de retiro de la nieve y el hielo.

Regulaciones que difieren

Primero que todo cabe resaltar que cada comuna define cuántos metros de camino hay que liberar de la capa fría. También si se puede utilizar para ello sal –que derrite la capa de hielo pero también hace mucho daño al medio ambiente- o se tiene que usar aserrín, granulados especiales o arena. Berlín, Hamburgo, Maguncia y Múnich, por ejemplo, prohíben completamente el uso de la sal. “La sal hay que ponérsela en la mañana a los huevos pasados y no a los caminos”, dice el Ministerio de Medio Ambiente. Sin embargo, ciudades como Colonia, Fráncfort o Kiel permiten el uso de la sal en zonas especialmente peligrosas como las escaleras. Lo cierto es que debido a las gélidas temperaturas y a la abundancia de nieve, las reservas de cloruro sódico han disminuido en las bodegas y han aumentado en las calles y aceras: 2.400 toneladas han sido echadas en lo que va de este invierno 2009-2010.

Flash-Galerie Wintereinbruch
En Renania del Norte-Westfalia.Imagen: AP

Horarios razonables

Volviendo al resbalón: ¿el dueño de casa tiene que echar siempre la mano al bolsillo para indemnizar al caído? No siempre: si éste se cae a las tres de la mañana, ni el dueño de casa ni el supermercado cerrado ni nadie más que su propio seguro médico tiene que pagar. Con ciertas diferencias según la localidad, la obligación de velar por que nadie resbale –palear la nieve dejando un camino abierto y cuidar de tanto en tanto de que no se forme una capa resbalosa- va de siete de la mañana a las ocho de la noche. “Siempre y cuando las condiciones meteorológicas lo permitan”, dice el instructivo de la aseguradora DEVK, a la que –como a todas las cajas de seguros- no le conviene que sus clientes enfermen. .

¿Y qué ocurre los domingos y días feriados? ¿Hay que levantarse a las siete de la mañana para palear nieve y echar sal? No, sólo a partir de las nueve el dueño del inmueble es responsable del resbalón. Sin embargo, en caso de que se trate de la acera delante de un restaurante o un bar abiertos hasta las 3 de la mañana, la obligación dura mientras tenga abiertas sus puertas.

Un sendero para dos

Hasta ahí, todo claro. Pero, ¿cuánto de la acera hay que limpiar? Las regulaciones hablan del frente de la casa y de todos los caminos que sean accesibles a los peatones hasta un ancho de 1 metro 20. Dos personas voluminosas deben poder pasar al mismo tiempo, una persona con su cochecito de bebé o una persona y una silla de ruedas.

Bien. Pero, ¿y en las casas que están alquiladas? ¿Quién tiene la obligación de limpiar y dado el caso pagar por el accidente? El dueño del inmueble. A no ser que se haya estipulado expresamente que la obligación es del inquilino. ¿Y si el responsable del inmueble está de vacaciones o ha sufrido él mismo un resbalón y se encuentra impedido y en cama? Las regulaciones alemanas van al detalle: en ese caso tiene que cuidar de que, en su lugar, alguien palee la nieve y eche el granulado, la arena o la sal. No obstante, ahí no se quedan las regulaciones invernales: “en caso de una caída”, así los expertos de la casa aseguradora ARAG, “se puede inculpar en parte al pasante pues éste tiene la obligación de poner atención en situaciones peligrosas y debe tener especial cuidado al caminar”. Entonces, ¿quién paga el resbalón?

Autora: Mirra Banchón
Editora: Emilia Rojas