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Niños migrantes luchan por sobrevivir en Calais

Joe Wallen
13 de enero de 2019

Al menos 250 menores no acompañados acampan en pleno invierno en la costa norte de Francia. No solo viven en condiciones infrahumanas, sino que a menudo son víctimas de la violencia policial.

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Calais Migranten in Frankreich
Imagen: DW/Joe Wallen

"Ven", me invita Siddique*, un simpático adolescente afgano de 14 años con una chaqueta mucho más grande que él. "Ven a beber con los bambinos!". El chico me coge del brazo y me arrastra a una pequeña reunión con cuatro de sus compatriotas, todos menores, que sorben de un té ardiendo.

El encuentro, aparentemente inocuo, no tiene lugar en Kabul, como podría pensarse, sino en un descampado cercano al Hospital Central de Calais, en el extremo norte de Francia.

El invierno ha venido acompañado, en esta ciudad costera, por un aumento de las cifras de migrantes que intentan cruzar el Canal de la Mancha en barco, en un intento por llegar a Reino Unido. Francia registró únicamente 12 intentos en 2017, pero en 2018 el número subió a 71. Un total de 539 personas tuvieron que ser recogidas de frágiles botes inflables, mientras intentaban atravesar la ruta de transporte más transitada del mundo. Noviembre y diciembre concentraron el 80por ciento de estos intentos.

Siddique dice que viene de la provincia afgana de Nangarhar y que escapó de su casa con 12 años, cuando los talibanes asesinaron a su padre y a su hermano. Tras un viaje "completamente terrorífico” a través de Irán, Turquía, los Balcanes y Alemania, y al estilo de "El Señor de las Moscas", Siddique se estableció como líder de este grupo, integrado por cinco menores afganos no acompañados, a los que llama cariñosamente los bambinos.

Naciones Unidas define a un menor no acompañado como una persona menor de 18 años "que ha sido separada de sus padres y otros familiares, y que carece de un adulto que se ocupe de ella”.

Siddique y los otros niños viven en una agrupación de tiendas, entre peligrosos desechos. Son pobres y no tienen ingreso alguno. Por tanto, dependen completamente de varias organizaciones de ayuda, encabezadas por Help Refugees (Ayuda a los refugiados). Esta organización les da tiendas, mantas, ropa, leña y tres comidas al día, una asistencia crucial cuando las temperaturas bajan demasiado.

Niños tratados como adultos

La existencia de estos bambinos dista de ser una excepción. Help Refugees ha documentado al menos 250 casos de menores no acompañados solo en Calais y Dunkerke, con una población migrante de 2.500 personas. El Gobierno regional de Hauts-de-France está legalmente obligado a ofrecer alojamiento de emergencia a estos menores en Calais, pero, de acuerdo con la organización Refugees Youth Service (RYS), las instalaciones están llenas y la voluntad política para aumentar el número de camas brilla por su ausencia.

En 2018, RYS entregó 580 solicitudes de alojamiento para menores no acompañados en Calais, pero 270 de estas fueron rechazadas por las autoridades locales. En un caso que tuvo lugar el pasado 12 de octubre, se les negó este alojamiento de emergencia a 12 menores no acompañados. Entre ellos había un niño con discapacidad.

Sus registros documentan numerosos abusos físicos y psicológicos a migrantes por parte de la Policía. Esto incluye la demolición de tiendas de migrantes, "casi a diario",  y la requisa de posesiones vitales: ropa de cama, ropa, o utensilios de cocina. También hay casos de agresiones indiscriminadas a migrantes, de ataques de perros de policía, de migrantes rociados con agentes químicos y lejía, o de detenciones de varios días de duración.

La UE, dividida por los migrantes

"Los menores sufren los mismos niveles de discriminación, categorización racial y violencia policial que las comunidades mayores aquí en Calais", explica Maddy Allen, gerente de campo de Help Refugees en el norte de Francia. "La Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas se viola diariamente y los Gobiernos europeos están evadiendo su responsabilidad de proteger a estos niños altamente vulnerables".

Entre mayo y diciembre de 2018, el grupo de ayuda Utopia56 y el RYS escoltaron a 53 menores no acompañados a la sala de emergencias del Hospital Central de Calais o pidieron una ambulancia para ellos. Un total de 28 de estas emergencias tuvieron como causa las condiciones inhumanas en las que viven en Calais, entre ellos, nueve presuntos casos de tuberculosis. Diez niños necesitaron de asistencia médica inmediata como resultado de la violencia policial, según estas organizaciones.

Una señal de alerta

Como Siddique, Mohammed*, de 16 años, vive con un grupo de menores no acompañados, todos ellos oriundos de Sudán, en el asentamiento de Rue des Garennes. Cuenta que huyó de su casa en Darfur cuando los yanyauid, una milicia progubernamental, prendieron fuego a la aldea vecina y asesinaron a toda su población masculina.

Un día, mientras dormía en un edificio abandonado tras llegar por primera vez a Calais, unos agentes de la policía local lo encontraron y empezaron a pegarle y a rociarle con pimienta, relata.

Cuando los menores llegan a Calais, ya han experimentado un enorme sufrimiento", dice Jeremy Rochas, un ex trabajador social de RYS. "Todos ellos dicen haber sido víctimas de agresiones y torturas a lo largo de sus travesías migratorias, particularmente si pasaron por Libia. Luego, en Calais, se encuentran con condiciones de vida extremas y una ausencia de perspectivas de futuro que les llevan a la desesperación. Muchos migrantes se entregan al alcohol y a las drogas para tratar de sobrellevar esto".

Las organizaciones de ayuda también están preocupadas por los grupos mafiosos que operan en Dunkerke. Estos explotan sexualmente a los menores no acompañados y trafican con ellos.

Los médicos han diagnosticado un alto número de menores no acompañados que sufren de condiciones psicológicas, entre ellas, casos de trastorno de estrés postraumático. Algunos de ellos han acabado atados a una cama, indican las ONG.

"Su entorno deja a estos niños sin derechos básicos como la higiene, el acceso a la sanidad, la libertad de no ser abusados o la dignidad", critica Hayley Willis, subdirector de RYS en el norte de Francia. "Su derecho a ser protegidos también es violado, ya que a menudo la violencia viene de la propia Policía –necesitando a veces intervención médica-, es a las fuerzas de seguridad a quien más temen". A su juicio, "hay una epidemia de niños vulnerables y traumatizados que son invisibilizados o criminalizados. Como sociedad tenemos que luchar para que sean vistos".

*Los nombres han sido cambiados para proteger la identidad de los menores.

(eal/rml)

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