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Niños refugiados en tierra de nadie

Oscar Lopez (ERC/DZC)28 de noviembre de 2015

Macedonia ha cerrado sus fronteras para todos los refugiados, excepto para los de Siria, Irak y Afganistán. Muchos niños están varados en una inhóspita tierra de nadie. Un reporte desde Idomeni, Grecia.

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Imagen: DW/O. Lopez

“Las cosas que dibujan estos niños son terribles: gente con pistolas, imágenes cargadas de violencia, escenas de tortura…”, comenta Iro Kofokotsios, una griega de 18 años que se acercó a la frontera de su país con Macedonia junto a un grupo de voluntarios de la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA, por sus siglas en inglés). Provenientes de Tesalónica, Kofokotsios y sus amigos visitaron el campamento de refugiados del pueblo heleno de Idomeni y organizaron un espacio para que los pequeños jugaran e hicieran manualidades.

“No pudimos traerles comida; pero pensamos que podíamos traerles sonrisas”, dice Kofokotsios, con un dejo agridulce. La semana pasada, Macedonia cerró sus fronteras para todos los refugiados, excepto para los que vienen de Siria, Irak y Afganistán. Desde entonces, decenas de niños están varados en una inhóspita tierra de nadie, expuestos a la inclemencia del tiempo y otros peligros. Sólo en este campamento hay setenta de origen diverso; hay iraníes, pakistaníes, marroquíes, somalíes, sudaneses, bangladesíes…

En las primeras tres semanas de noviembre, antes de que Macedonia restringiera el paso de refugiados, 4.259 menores de edad no acompañados fueron registrados en el país, según el ministerio del Interior macedonio.

Durante los juegos, las risas de los niños casi se imponían sobre los gritos de protesta de los refugiados adultos.
Durante los juegos, las risas de los niños casi se imponían sobre los gritos de protesta de los refugiados adultos.Imagen: DW/O. Lopez

Antes y después de la foto de Aylan Kurdi

Durante los juegos, las risas de los niños casi se imponían sobre los gritos de protesta de los refugiados adultos que se enfrentaban a la policía antimotines griega. Aproximadamente un 25 por ciento de los 700.000 migrantes que llegaron a Grecia este año son infantes. Según Kate O’Sullivan, de la organización humanitaria Save The Children, 110 niños han perdido la vida en camino hacia Europa desde septiembre, cuando las fotos del cadáver de Aylan Kurdi –el bebé sirio retratado boca abajo en una playa– conmocionaron al mundo.

Ahora, para muchos, el cierre de la frontera macedonia puede significar que la odisea fue emprendida en vano. Además, agrega Bertrand Desmoulins, del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), “cerrar las fronteras abre las puertas a la violencia, la explotación y al tráfico”. Los testimonios de algunos niños revelan, incluso, que las nuevas restricciones al movimiento de los refugiados les han hecho la vida más difícil hasta a aquellos que lograron cruzar la frontera heleno-macedonia.

Feda, una siria de 16 años, cuenta que los familiares con que emigró tuvieron problemas para pasar de Grecia a Macedonia porque el camino estaba bloqueado por otros refugiados enfurecidos ante las restricciones. “Tuvimos que esperar toda la noche. No dormimos No comimos. Hacía frío. Ahora estoy muy contenta de estar de este lado”, admite Feda, consciente de que su pasaporte sirio también le permitirá atravesar Serbia, Croacia y Eslovenia, otros países europeos que sólo le dan paso a refugiados de Siria, Irak y Afganistán.