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Nobel para Santos o los Santos de la paz

7 de octubre de 2016

Aún cuando en Colombia haya ganado el NO a las pautas gubernamentales para negociar la paz, es innegable que el presidente Santos logró una estrategia que acabó con el más sangriento conflicto armado en Latinoamérica.

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Kolumbien Juan Manuel Santos
Imagen: Reuters/J.-M. Gomez

La paz en Colombia no es sólo una disyuntiva para los colombianos. Los cubanos, vivan en la isla o en el exilio, también están divididos entre el Sí y el No a las condiciones que la paz ofrece a las FARC, conscientes de la responsabilidad histórica que tuvo el gobierno de Fidel Castro en la formación ideológica, la preparación logístico-militar y la consolidación de los guerrilleros colombianos. Que precisamente haya sido Cuba el intermediario para que guerrilla y gobierno colombianos se hayan sentado a negociar una nueva era es un detalle que alegra a algunos y despierta las suspicacias de otros muchos, y todos esos debates se recrudecen con la concesión del Premio Nobel de la Paz a Juan Manuel Santos.

En un lado del debate, aquellos que piensan que Raúl Castro se ha sacudido así en el mejor momento de las vergüenzas históricas que cayeron sobre Cuba al apoyar durante décadas a un movimiento que fue catalogado de terrorista y que es responsable de los mayores desastres sociales, crímenes, secuestros, tráficos de armas y drogas provocados por guerras en la región durante la segunda mitad del siglo XX y hasta la fecha. Y en otro lado, quienes consideran que se trata de una estrategia más del castrismo para expandir su influencia por América Latina, colocando al comandante Timochenko en igualdad de condiciones dentro de la política colombiana, estrategia similar a la utilizada con Hugo Chávez décadas atrás que condujo a los venezolanos a la explosiva crisis actual. 

Existe, pese a todo, un consenso: el pueblo colombiano merece la paz. Incluso quienes critican el rumbo que han tenido las negociaciones y las concesiones que se le han ofrecido a las FARC consideran que es hora de acabar con una guerra en la que, como suele suceder, los más afectados son justamente esos por los que, tanto las FARC como el gobierno, dicen luchar. Y también, al menos entre los intelectuales y artistas cubanos de la isla y el exilio, sólo unos pocos consideran que Juan Manuel Santos no merece el Nobel.

Los Santos de la paz

El primer Santos, el estratega militar, es ese que en la mayoría de sus discursos nacionales e internacionales se refiere a la paz como "el bien supremo de toda sociedad" y que se jacta de que "nadie le ha dado más duro a las FARC que este servidor", verdad absolutamente corroborable si se analiza el resultado de su gestión como ministro de Defensa, entre el 2006 y el 2009, durante la segunda Presidencia de Álvaro Uribe.

El segundo Santos, el estadista, es ese presidente que decidió romper con Álvaro Uribe, quien lo había ungido como su candidato presidencial en 2010; que siguió dando pasos concretos en su empeño de debilitar la estructura y el mito de invencibilidad de los guerrilleros, y que decidió era hora de plantear la negociación, luego de operaciones en las que murieron el número dos de las FARC "Raúl Reyes" en 2008, el gran jefe militar "Mono Jojoy" en 2010 y el jefe principal "Alfonso Cano" en 2011, además de otros 63 cabecillas de frentes rebeldes.

El tercer Santos, el hombre de riesgo, que consideró más importante priorizar la consecución de la paz que Colombia necesitaba, enfrentándose así a un sector importante de la sociedad que comenzaría a negarle su apoyo, considerándolo un traidor, amigo del chavismo y de la injerencia cubana en la región decidido a entregarle el país a "los criminales que ahora quieren que lo veamos como mansas ovejas".

Pensar en Colombia

Kuba Raul Castro, Juan Manuel Santos und FARC-Rebellenführer Rodrigo Londono in Havanna
Imagen: Getty Images/AFP/R. Arangua

Los tradicionales medios periodísticos del exilio cubano parecen puestos de acuerdo en referirse al galardón al presidente Santos bajo la perspectiva de que, en primer lugar, Santos debería entregar el dinero del Nobel (cerca de un millón de dólares) a las víctimas de las FARC, y después, si es que piensa realmente en Colombia, prometerle a los colombianos que se conseguirán negociaciones en las que se haga verdadera justicia a los criminales, se eliminen las concesiones especiales en el aspecto de la inserción política, de modo que los guerrilleros tengan que atravesar los mismos requisitos que cualquier otra formación política emergente, y se despejen las dudas sobre una posible injerencia del gobierno cubano en el futuro de Colombia.

En la isla, habrá que esperar cómo la prensa oficial refleja la concesión del Nobel de la Paz a Santos. Durante todo el proceso de las negociaciones en La Habana, el foco de atención de los periodistas cubanos han sido las declaraciones, actos y proyección de los líderes de las FARC, relegando siempre a un segundo plano a los negociadores del gobierno colombiano. Incluso el presidente Santos aparecía en breves líneas y a modo de referencia, en los análisis de la prensa y apenas logró protagonismo en las fotografías cuando se le vio acompañado por Raúl Castro, quien, por cierto, también había sido propuesto para el Premio Nobel de la Paz este año por Eduardo Bathia, Presidente del Senado de Puerto Rico, justamente por su protagonismo en las conversaciones para la definitiva paz en Colombia.

Autor: Amir Valle