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Obama en Berlín, súper estrella

Bernd Riegert19 de junio de 2013

No fue un discurso extraordinario, pero sí uno que dio impulsos. El presidente Barack Obama muestra durante su visita a Alemania cómo hay que presentarse como político.

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Imagen: Reuters

¡Qué discurso!, ¡qué carisma! Barack Obama, el presidente de Estados Unidos,  se pone a todos los políticos alemanes en el bolsillo. Ni Angela Merkel, ni Peer Steinbrück, el líder de la oposición socialdemócrata, le pueden hacer competencia a Obama. El presidente norteamericano ofrece el show perfecto, con su sonrisa y su encanto se gana para sí a todos. Casi 100 días antes de las elecciones para el Bundestag en Alemania, el político estrella de Estados Unidos le confirió un poco de brillo a la canciller federal alemana y un pequeño reflejo de luz al candidato Steinbrück. Todos quisieron sacarse una foto con él.

It's the economy, stupid!

Los alemanes aman a Obama, si bien algo menos que hace cinco años, cuando unas 200.000 personas fueron a verlo y escucharlo a la Columna de la Victoria. A pesar de todas las divergencias en temas como la política económica, la protección de datos, la guerra con los drones y el conflicto en Siria, las relaciones germano-norteamericanas son excelentes. Estados Unidos sabe que necesita a Alemania como fuerte socio en Europa. Alemania necesita a ese fuerte aliado si quiere tener algo de influencia en la política mundial. El tema transatlántico más importante actualmente es la economía: crecimiento, puestos de trabajo, comercio en un mundo multipolar. Estados Unidos y Alemania deberían aclarar lo antes posible la cuestión de si la mejor forma de dar impulsos a la economía es con más deudas, como Obama, o con austeridad, como Merkel. A los críticos del espionaje de datos practicado por los servicios secretos de Estados Unidos, Obama les respondió con claros argumentos en la conferencia de prensa. Obama transmite la sensación de que toma en serio las preocupaciones. Seguro de sí mismo, modesto, conquistador. Una obra maestra de relaciones públicas.

Obama in Berlin - Trifft Merkel und Gauck

Nuevos pasos hacia el desarme nuclear

Que Obama haya venido tarde o temprano a Alemania durante su desempeño en el cargo es una cuestión de segundo rango. Vino, vio y venció junto a la Puerta de Brandeburgo. El presidente George W. Bush, muy poco popular en Alemania, vino cinco veces y ello no le fue de mucha ayuda. John F. Kennedy vino solo una vez y, cincuenta años después de su visita, continúa siendo una leyenda en Alemania. Lo que cuenta es lo que se dice y cómo se dice. La frase de Kennedy “Soy un berlinés” no pudo ser superada por ningún presidente norteamericano, tampoco por Obama. Su anuncio de impulsar junto con Rusia el desarme nuclear es, no obstante, un importante mensaje. A pesar de la disputa con respecto a Siria y el escudo antimisiles en Europa, Obama y Putin, el presidente ruso, están en condiciones de dar pasos juntos. Así lo acordaron ambos hace dos días en la cumbre del G8 en Irlanda del Norte.

Ninguna frase para la historia

El presidente norteamericano habló ante la Puerta de Brandeburgo, el símbolo de la Guerra Fría, dirigiéndose hacia el este. Eso es importante, pues, al igual que en 2009 en Praga, Obama se dirigió a los seres humanos que vivieron durante décadas en una Europa de la opresión. Hoy, el presidente norteamericano, a diferencia de su antecesor Ronald Reagan en 1987, pudo atravesar la Puerta de Brandeburgo. Eso demuestra que el mundo se ha transformado en forma positiva. Ha vencido la libertad. Del otro lado de un muro imaginario se hallan los enemigos de la libertad, dijo el presidente norteamericano algo difusamente, agregando que el objetivo es la paz y la justicia en todo el mundo. Estados Unidos debe permanecer alerta ante el terrorismo, agregó, pero superar la sensación de hallarse permanentemente en guerra. Una sorprendente autocrítica. Obama tiene aún tres años y medio para aproximarse algo más a ese mundo. Alemania debe ayudarlo en la tarea.

La frase clave que podría haber hecho entrar este discurso en la historia no fue dicha. Junto a la Puerta de Brandeburgo, Obama sudó la gota gorda. No por razones de contenido, sino por razones de seguridad: se hallaba dentro de una especie de cajón de vidrio. Con más de 30 grados a la sombra, Obama se quitó el saco y bromeó sobre el calor. Con humor, soberanamente. ¡Qué lección!

Deutsche Welle Bernd Riegert
Bernd Riegert

Autor: Bernd Riegert

Editor: Pablo Kummetz