El golfo negro
24 de mayo de 2010La empresa energética con sede en el Reino Unido, British Petroleum (BP), anunció este lunes (24.5.2010) que el costo de sus medidas para detener la expansión de la mancha de crudo en el Golfo de México asciende actualmente a unos 611 millones de euros, un monto que duplica el registrado hace dos semanas. BP agregó que es demasiado pronto para calcular la inversión total necesaria para hacer frente a la fuga de petróleo en el fondo marino, cuyos efectos ya se sienten en las costas estadounidenses, sin mencionar las indemnizaciones que la compañía deberá pagar, sobre todo por los daños causados a los ecosistemas de la zona.
BP bajo presión
El vocero oficial de BP, John Curry, dijo que es apenas el miércoles (26.5.2010) cuando la empresa intentará inyectar fluidos pesados –una mezcla de barro y cemento– para sellar el pozo que, según algunas fuentes, pierde unos 5.000 barriles de petróleo diarios. Un número creciente de científicos desestima esa cifra y sugiere que la fuga de crudo ronda los 70.000 barriles de petróleo diarios (unos 11 millones de litros); es quizás por eso que la estrategia de succionar una porción del crudo mediante un tubo largo insertado en la más grande de las filtraciones no ha atenuado el escape como se esperaba.
El presidente estadounidense, Barack Obama, envió a la secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, y al secretario del Interior, Ken Salazar, al estado de Luisiana –el más afectado por el derrame petrolero– para seguir ejerciendo presión sobre BP, cuya actuación de cara al suceso ha sido severamente criticada y cuyas acciones han perdido el 4 por ciento de su precio desde entonces; los inversores temen que el golpe asestado a la reputación de la empresa dañe los negocios de la misma en Estados Unidos, donde tiene asentado el 40 por ciento de sus valores.
Una catástrofe en pleno desarrollo
Parece que fue ayer, pero ha pasado más de un mes desde que once trabajadores murieran tras la explosión de Deepwater Horizon, la plataforma petrolera arrendada por BP que se hundió dos días después del estallido y desde entonces ha estado vertiendo cientos de miles –probablemente millones– de litros de crudo diarios en las aguas del Golfo de México, golpeando seriamente a la industria pesquera y turística de las regiones cercanas al lugar de la catástrofe, y amenazando la vida de especies animales y vegetales, mar adentro y en las costas.
La vehemencia con que las instancias relacionadas con esta crisis ambiental agitan los dedos acusadores no es sino otro síntoma de las dimensiones del problema, de la rapidez con que se agrava y del miedo que inspira por la seriedad de sus secuelas ambientales, económicas, sociales, políticas y éticas. El temprano mea culpa de BP se desvalorizó tan pronto se comprobó que la cantidad de crudo lanzado al mar diariamente por el pozo petrolero Macondo era 19 veces mayor que el reportado por la compañía energética británica. Hoy día, su pérdida de credibilidad luce irreparable.
Las acusaciones se acumulan
Recientemente, el secretario del Interior estadounidense, Ken Salazar, comentó que en Washington se sentían frustrados por el fracaso de BP a la hora de implementar medidas efectivas para detener el escape de petróleo. “Si descubrimos que no están haciendo lo que deberían estar haciendo, los haremos a un lado”, afirmó, añadiendo con franqueza: “¿Que si confío en que ellos saben lo que están haciendo? No del todo”. Por otro lado, el propio Obama teme que el daño socioeconómico y ecológico causado por la crisis del Golfo de México se convierta en una historia por la cual él deba terminar asumiendo responsabilidad política.
La tragedia de Deepwater Horizon tuvo lugar luego de que Obama consintiera expandir las perforaciones petroleras mar adentro, una concesión a favor de los intereses de los republicanos con la que aspiraba ganar apoyo para un proyecto de ley alusivo a los cambios climáticos. Y con el paso del tiempo, las acusaciones se acumulan: el gobernador de Luisiana, Bobby Jindal, atribuyó la magnitud de los daños ya constatables en la zona a la lentitud de BP y de la administración Obama a la hora de proveer los recursos indispensables para proteger la costa de la fuga de petróleo.
Autor: Evan Romero-Castillo / dpa / Reuters/ AP / AFP
Editora: Claudia Herrera Pahl