Cuando el presidente de EE. UU. Donald Trump ataca a Google, como suele hacerlo con otros. Es el típico comportamiento de un ególatra que quiere que el mundo se adapte a él, y no él al mundo. Trump aún no parece comprender el enorme poder que tiene Google. Entre otras cosas, los algoritmos de Google determinan cuáles mensajes recibimos y cuáles deben pasar inadvertidos.
Y los gerentes de Google pueden decir sin sonrojarse que nada es manipulado, que todo se basa en un solo principio: los temas que encabezan las listas son los que le interesan a las mayorías. Relevancia es el principio que hizo de Google un gigante.
¡Somos los chicos buenos!
Pero esa táctica no la va a poder mantener por mucho tiempo. Google siempre ha intentado presentarse como un buen "amigo" y "socio", respaldado en el lema de los días de su fundación: "¡No seas malvado!", "¡No te enfades!". Un lema repleto de moralidad. Existe el bien, y el mal. Y nosotros, los fundadores, optamos por el lado bueno.
Ahora, Google ha cambiado su lema. Ahora dice: "¡Haz lo correcto!", lo que, a primera vista, suena agradable, pero no lo es. Pregúntele a Donald Trump, qué es lo que considera "correcto”. La actual moral de Google parece ser mucho más flexible.
Esto debería asustar a aquellos que creen que Internet también decidirá el futuro de nuestra democracia y nuestra sociedad. Necesitamos a alguien que vigile la neutralidad de Google, y que se respete. No necesitamos a un político, sino una institución neutral que vigile: una fundación, por ejemplo. Un ente que evite que Google sea manejada como un juguete de los negocios o la política. Entre menos competencia haya en Internet, más real se vuelve este peligro. A Donald Trump le encantaría dictarle a Google lo que dicha máquina de búsqueda debe mostrar de sus ideas, y cómo.
¿Un monopolista neutral?
Por ahora, solo Google puede decidir si se mantiene neutral. El consorcio mismo tiene que defenderse de los intentos de manipulación y otros ataques. Y nosotros, los usuarios, tenemos que creer que dicha corporación realmente quiere seguir siendo neutral. Esto es un riesgo porque la compañía tiene una posición casi monopólica. Y es por eso que Google también debería alegrarse de contar con un control independiente y externo, y no rechazarlo tan vehementemente.
Jörg Brunsmann (jov/er)