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Ayotzinapa no fue en vano

Claudia Herrera Pahl25 de septiembre de 2015

Los padres de Ayotzinapa nos demuestran que las “verdades históricas” se establecen y legitiman desde el punto de vista de las víctimas y nos enseñan que hay que romper el silencio que genera el terror.

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Mexiko Eltern aus Ayotzinapa in Mexiko Stadt
Imagen: DW/E. Usi

Ha pasado exactamente un año desde el triste episodio de Ayotzinapa. A 365 días de la desaparición forzada de 43 estudiantes en el estado de Guerrero, la opinión pública mexicana e internacional sigue sin saber exactamente qué sucedió aquel fatídico 26 de septiembre en las calles de Iguala. Sabemos que fue una noche de terror y horror indescriptibles, y aunque hay muchas versiones aún no se conoce la verdad histórica.

Un escenario a primera vista devastador y desesperanzador, pero solo para el mal observador. Este 26 de septiembre, cuando los familiares de los desparecidos recuerden a sus hijos y realicen una ofrenda en su memoria, no estarán solos. En este primer aniversario la sociedad civil mexicana e internacional honrará a los desaparecidos, pero especialmente a sus padres, que recuerdan día a día a toda una nación que hay derechos intocables y que el único camino viable es luchar por ellos.

Los padres de Ayotzinapa han luchado durante un año. Muchos critican sus métodos cuando estos han sido violentos, muchos intuyen fuerzas políticas que los manipulan. Pero uno se pregunta qué otra cosa podían hacer desde su posición. ¿Aceptar “dar vuelta a la página y superar el momento de dolor” como lo pidió el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto en diciembre de 2014? ¿Aceptar dar por cerrado el caso como en enero de 2015 dictara el fiscal mexicano Jesús Murrillo Karam al declarar “verdad histórica de los hechos” que los jóvenes estaban muertos y fueron víctima de un acto incongruente y desproporcionado de los narcotraficantes de Guerreros Unidos?

Derecho a la verdad y la justicia

La investigación exhaustiva de los hechos -que aún no ha terminado- y las evidencias científicas han echado por tierra aquella verdad histórica que propagaba el Gobierno mexicano. Y esas evidencias científicas y la creación del grupo de investigación independiente del GIEI/CIDH, no habrían sido realidad sin la lucha férrea e inquebrantable de los padres de Ayotzinapa.

Los padres de Ayotzinapa nos demuestran que las “verdades históricas” se establecen y legitiman desde el punto de vista de las víctimas y de nadie más; nos enseñan que hay que romper el silencio que genera el terror y nos demuestran que no se necesitan ni títulos ni riqueza para hacer lo correcto. Los padres de Ayotzinapa nos dan confianza en el futuro.

En México hay miles de crímenes por resolver. El país tiene una deuda pendiente con más de 25.000 desaparecidos. “No podemos irnos a casa sin saber dónde están nuestros hijos” una frase sencilla que resume mucho más: el derecho a la verdad y el derecho a la justicia. Ayotzinapa no ha sido en vano.