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Opinión: campos de refugiados, una vergüenza

Bernd Riegert20 de septiembre de 2016

En Lesbos no solo quedó destruido el centro de acogida, sino toda la política de refugiados de la Unión Europea, opina Bernd Riegert.

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Imagen: Reuters/G. Moutafis

Naturalmente debe descartarse que lo sucedido en el centro de acogida de Moria, en Lesbos, haya sido un incendio intencional. Si fuera el caso, los eventuales responsables deben ser castigados. Pero las organizaciones de ayuda y las autoridades sanitarias de Grecia llevan mucho tiempo advirtiendo que los absolutamente sobrepasados campos de refugiados son una bomba de tiempo. Era cosa de tiempo para que sus condiciones insoportables derivaran en una explosión de violencia y caos.

La restrictiva política de refugiados de la Unión Europea llevó a que las personas que llegan al continente deban quedarse en los centros de registro de las islas griegas. La mayoría de los migrantes serán deportados a Turquía, pero igual deben esperar los resultados de los trámites de asilo en condiciones deplorables, una espera que dura varios meses, a diferencia de lo planeado originalmente. El Gobierno griego y la Unión Europea han sido incapaces de organizar un proceso digno, eficaz y ordenado.

¿Y las soluciones?

Esto es una vergüenza para la coalición de Gobierno de Atenas, pero también es una catástrofe para todos los países de la Unión Europea, y los jefes de Gobierno que en marzo, tras la firma del acuerdo con Turquía, prometieron haber solucionado la crisis de los refugiados. En toda Grecia hay alrededor de 60.000 refugiados. La Comisión Europea inyecta dinero sin cesar, pero las autoridades de ese país han resultado ineficaces a la hora de organizar lugares de acogida adecuados y mejorar los procedimientos.

Los demás estados miembros de la UE se habían comprometido a apoyar este esfuerzo enviando personal. Sin embargo, apenas una pequeña parte de ellos está trabajando en los centros de acogida. La varias veces acordada distribución de los solicitantes de asilo que se encuentran en Grecia y también en Italia hacia otros países de la UE ha sido reiteradamente bloqueada y rechazada.

Bernd Riegert.
Bernd Riegert.

Durante el verano boreal, la Unión Europea ha mirado hacia otro lado cuando se trata del tema de los refugiados y los inmigrantes. Eso no solo se aprecia en las islas griegas, sino también en Calais (Francia), en las fronteras ítalo-francesa e ítalo-suiza, y a lo largo de la ruta de los Balcanes, donde todavía hay poblaciones de inmigrantes varados y desesperados. No solo en Grecia, sino también en Italia los procesos de recepción o expulsión van muy lentos. Allí, por razones geográficas, y a diferencia de las islas griegas, es más difícil contener a las personas. Por ello, los refugiados deciden seguir rumbo al norte, con la vaga esperanza de llegar, de alguna forma, a Alemania o Gran Bretaña.

Sin cambios en Italia

A Italia han llegado este año casi tantos refugiados, solicitantes de asilo e inmigrantes como en 2015. Todas las semanas miles de personas son rescatadas del mar Mediterráneo, pero son también miles los que se han ahogado en el camino, más que nunca antes. Uno de cada 89 inmigrantes muere ahogado en el intento. El año pasado era uno de cada 276. El mar Mediterráneo es un cementerio. Eso también es una vergüenza para los valores humanitarios de la Unión Europea, pero nadie parece muy preocupado por ello.

Sobre esta tragedia diaria se ha extendido un manto de silencio. Solo cuando ocurren situaciones extremas y terribles como lo de Moria, entonces despierta algo de interés. La política está hace rato sumergida en una lógica que pretende tener todo bajo control. Pero no. No se puede hablar de que "lo logramos" a nivel europeo.

Lo único que hoy funciona mejor que antes es la disuasión a los solicitantes de asilo y la construcción de murallas en las fronteras. Los trámites y la repartición de los refugiados en toda Europa funcionan tan mal como hace un año, cuando la canciller alemana pronunció su famosa frase. Entretanto, lamenta haberla dicho, por muchas razones. La Unión Europea no ha logrado enfrentar la crisis de los refugiados con dignidad. Lo de Moria es un símbolo trágico de ello.