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Opinión: el éxodo masivo continuará

Christoph Hasselbach (JAG / ELM)22 de junio de 2015

La UE trata de actuar militarmente contra los traficantes de personas del norte de África. Pero en principio, es una lucha contra refugiados, opina Christoph Hasselbach.

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Griechenland Flüchtlinge Flüchtlingsboot
Imagen: Reuters/Y. Behrakis

La estrategia común de la UE respecto a los refugiados comienza a tomar cuerpo con salvamento, admisión y también con la lucha contra traficantes de personas y causas en origen. Ya era hora, puesto que hasta este momento solo trataba sobre refugiados que ya habían llegado a Europa. Su admisión depende de la generosidad de algunos países. Una situación a la larga insostenible.

La distribución por cuotas, como propuso la Comisión, es una ilusión porque no todos los miembros de la UE están dispuestos a aceptarla. Así lo demuestran las elecciones danesas y el aumento de votos del Partido del Pueblo, hostil a la inmigración, que vuelve a poner sobre la mesa lo que pasa cuando los ciudadanos tienen la sensación de que la política ha perdido el control sobre la migración.

Recordando a Gadafi

La misión militar aprobada ahora solo es la primera fase. No conlleva grandes problemas de ejecución, pero sí algunas frustraciones. Si se realiza el trabajo de esclarecimiento de barcos, submarinos, satélites, drones o servicios secretos, la UE se tendrá que limitar a observar las rutas más usadas los traficantes de personas y quiénes son los actores principales. Es un misterio que no se haya hecho antes de forma coordinada. Quizás porque no había presión suficiente.

Saber como funcionan estas redes de traficantes de personas es un comienzo. En la segunda y tercera fase se intentará localizar barcos e incluso destruirlos incluso en aguas libias o tierra firme. Pero para eso se necesitaría un mandato de la ONU o la aprobación del Gobierno libio. El problema es que no existe un solo un Gobierno sino por lo menos dos que luchan por la legitimación de dirigir el país, aparte de las milicias. En Libia, el país del que según los cálculos procede el 80% de los refugiados que atraviesan el Mediterráneo, reina el caos. Ahora algunos cínicos europeos recuerdan los tiempos en los que el Gobierno de Muhammar el Gadafi frenaba la salida de refugiados a cambio de dinero.

Christoph Hasselbach
Imagen: DW/M.Müller

El éxodo continúa

No será fácil conseguir un mandato de la ONU. Se necesitaría la aprobación de Rusia y con la actual tensión entre ambos es improbable que Moscú haga concesiones diplomáticas a la UE. Por eso habría que cumplir con la difícil tarea de estrechar lazos de cooperación con un estado fracasado como Libia, que a su vez es la antesala de Europa. Ahora, se echa en falta no haber aplicado estas medidas de estabilización en la región. La implementación de amplias políticas de desarrollo que incluyan la construcción democrática y estatal eran una mínima parte de la política de migración

Por eso, las medidas contra los traficantes de la segunda y tercera fase no se aplicarán tan rápido. En otras palabras, el éxodo masivo continuará. En la lucha contra los traficantes de personas, los políticos europeos utilizan expresiones como “inhumano” o “cruel”. Pero no deberíamos olvidar que los refugiados ven a los traficantes de otra forma. Son los que prestan un servicio que, aunque cueste hasta el último céntimo y suponga arriesgar la vida, es la única opción para llegar a Europa.

Mientras no existan caminos legales hacia países europeos, se debería reconocer que la lucha contra los traficantes es también una lucha contra los refugiados. La presión migratoria inventará otros caminos y luchar contra traficantes y causas en origen no está mal, pero nadie debería hacerse ilusiones de éxitos rápidos.