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Opinión: ¿El ocaso de los bancos alemanes?

Henrik Böhme
6 de septiembre de 2018

Es un desastre: los bancos alemanes siguen dando disgustos. Deutsche Bank y Commerzbank abandonan los índices bursátiles más relevantes. Mal augurio de cara al futuro, según Henrik Böhme.

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Deutschland Deutschen Bank Symbolbild
Imagen: picture-alliance/dpa/F. Rumpenhorst

Si como, dicen los expertos, las bolsas del mundo se anticipan al futuro, no debemos sorprendernos de lo que está ocurriendo estos días con dos pesos pesados de la banca alemana. Los actores bursátiles observan si las empresas que figuran en sus índices (el Dax, por ejemplo, o el Eurostoxx) siguen cumpliendo los requisitos que les permiten seguir en ellos. Un criterio de peso es el valor en bolsa o la capitalización de mercado, es decir, el precio nominal de la acción por el número de títulos de libre negociación. En el caso del Deutsche Bank, el importe asciende aún a 20.000 millones de euros. No obstante, la cifra parece ser insuficiente para el índice EuroStoxx, que representa las 50 empresas de mayor valor de la Eurozona.

Más que un rasguño

En el EuroStoxx, Deutsche Bank acostumbraba ser la estrella de la economía alemana. En sus mejores épocas, cada acción costaba más de 100 euros; hoy no llega a los 10. Para colmo, un analista reputado ha sentenciado con dureza: el Deutsche Bank no tiene futuro. Al jefe de la institución bancaria no debieron gustarle esas palabras cuando las escuchó. Sobre todo porque la salida del índice EuroStoxx es algo más que un mero rasguño para el Deutsche Bank y tiene efectos concretos. Por ejemplo en los llamados ETF (por sus siglas en inglés) o fondos de inversión cotizados, tan solicitados en la actualidad. Estos fondos reproducen lo que ocurre en las bolsas, por lo que si una empresa sale de un índice, el fondo también tiene que desprenderse de todas sus acciones. Se avecinan, por tanto, días turbulentos para el Deutsche Bank, ya que los cambios entran en vigor a partir del 24 de septiembre.

Boehme Henrik Kommentarbild App
Henrik Böhme.

Algo similar le ocurre a la segunda potencia de la banca privada alemana, el Commerzbank. Después de 30 años de presencia en el Dax pierde su puesto. Dado que el gestor de la bolsa alemana está reformando por completo todos sus índices, en lugar del Commerzbank entra un proveedor de servicios de pago: algo muy simbólico. Se trata de una de las llamadas empresas de Tecnología Financiera (Fintech) que desplaza a un banco tradicional. A esto deben referirse los augurios de que  la digitalización lo pone todo de cabeza. El nuevo miembro del Dax se llama Wirecard y es fruto de la burbuja tecnológica del cambio de siglo. Hoy factura 1.500 millones de euros con 5.000 empleados (contra los 14.000 millones y los 50.000 empleados del Commerzbank). Está claro: mientras la cotización en bolsa de Wirecard ha aumentado el 80% solo este año, la de Commerzbank ha perdido en torno a un tercio de su valor.

Claro que no sorprende que los bancos clásicos, con sus modelos de negocio tradicionales, no estén preparados para el futuro. Por el momento solo reaccionan con las herramientas habituales: cerrar filiales y despedir personal. Sin embargo, la esfera digital en la que deberían posicionarse, ya la ocupan otros, incluso las empresas Fintech. Estas predican que para realizar transferencias no se necesita un banco sino una App atractiva. Así que a los grandes del sector no les queda otra que reorientarse, quizás financiando a la mediana empresa alemana.

Los bancos no son los únicos

Los grandes bancos alemanes no caminan solos por esta senda, les acompañan gigantes como, por ejemplo, General Electric (GE), icono de la industria de EE.UU. que en junio abandonó el Dow Jones de Wall Street. GE es uno de los miembros fundadores del índice y cuenta con 111 años ininterrumpidos de presencia, 13 de ellos siendo la empresa más valiosa del mundo.

Hoy, su puesto lo ocupan Apple y Amazon, que han roto los moldes y han alcanzado un valor bursátil superior al billón de dólares. La digitalización tiene estas cosas. Alguien empieza a enviar libros y se convierte en algún momento en la persona más rica del mundo. O inventa un algoritmo y 20 años más tarde domina Internet con su buscador. Pero quién sabe. Quizá haya alguien trabajando en este momento en su garaje en el próximo gran invento. No hay garantía de que dentro de 10 años Amazon o Google sigan siendo los gigantes de hoy.

¿Qué les queda por hacer a los bancos alemanes? Una tarea titánica. Aún pueden librarse del desastre por sí mismos. Pero para eso necesitan ideas radicales, una gran cantidad de conocimientos y mucho más coraje. De lo contrario, la salida del Dax o del EuroStoxx será solo la antesala de su desaparición.

Henrik Böhme (PJ/ER)