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Opinión: Europa no puede hacer negocios con criminales

18 de octubre de 2016

La UE tiene que mostrar de una vez firmeza sobre el problema en Siria. Assad y Putin deben ser castigados con más sanciones. Y es que a los criminales de guerra sólo se los puede tratar con dureza, dice Barbara Wesel.

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Syrien Zerstörung und Friedhof in Aleppo
Imagen: Reuters/A. Ismail

Es cierto que el mensaje enviado por los europeos hacia Moscú ha sido fuerte. La jefa de la política exterior de la UE, Federica Mogherini, pidió directamente a Rusia contenerse en sus bombardeos en Alepo. Londres, París y Berlín han hablado abiertamente de un crimen de guerra perpetrado por el presidente ruso. Sin embargo, todavía no hay un consenso entre los ministros de Asuntos Exteriores europeos acerca de lo que se podría hacer en Siria.

El fin de semana pasado, el canciller británico, Boris Johnson, hizo transitoriamente el papel, de hombre fuerte e insinuó la prohibición de una zona aérea sobre Alepo como una alternativa militar. Johnson se encontraba bajo la influencia del secretario de Estado estadounidense, John Kerry, que manifestó en Londres su frustración por el reciente fracaso de las conversaciones con el canciller ruso Sergey Lavrov, este último un gran cínico. Uno puede entender que estas continuas reuniones con el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia pongan a los estadounidenses en un ánimo combativo. Sin embargo, queda claro que ni Washington ni los europeos están dispuestos a desencadenar una Tercera Guerra Mundial en Alepo.

Los millones ocultos de Assad

Barbara Wesel
Barbara Wesel

Si uno quiere hacer algo, entonces solo queda aplicar más sanciones. Assad y su clan deben ser ahora el objetivo. Londres y Paris, donde el disgusto y la indignación se expresan con más fuerza verbal, podrían hacer lo que durante años no han hecho. Los ingleses y franceses podrían actuar por fin contra los allegados, los bienes inmobiliarios y los millones escondidos de la familia de Assad. En Francia ya fueron anunciados los primeros pasos, pero en Londres solamente se observa desde hace años las actividades  de los amigos y los encargados del dinero de Assad, sin hacer nada. 

Cortarle el apoyo y el suministro desde Europa al dictador asesino sería la sanción más necesaria y largamente esperada contra el régimen de los criminales de guerra en Damasco. Pero mientras no lo hayan hecho, Johnson y su colega francés no deberían alardear tanto.  

La crisis económica debilita a Putin

En cuanto a Rusia, aplicar más sanciones contra el Gobierno de Vladimir Putin es la única opción. La miserable situación económica debilita el presidente ruso. La crisis económica rusa no sólo se debe a la disminución de los precios del petróleo, sino también a las sanciones económicas existentes por parte de Occidente desde la crisis de Ucrania. Este es el único aspecto en el que los europeos pueden insistir.

Para Alemania significaría que la construcción del gasoducto Nord Stream, entre los dos países, quede parada. Pero este no es el momento para cooperar con el presidente ruso "como de costumbre". Este es el momento de demostrarle que Europa no hace negocios con criminales de guerra.

Además, otros países de la UE pueden aportar ideas sobre cómo imposibilitar el trabajo a los bancos, oligarcas e instituciones del Estado ruso en el ámbito internacional. En este aspecto hay todavía mucho por hacer. Pero se requiere la unanimidad de los Estados miembros. Quizás los jefes de Gobierno puedan lograrla en la cumbre del fin de semana. Sin embargo, los signos no son muy auspiciosos.

Las negociaciones solo crean ilusiones

Putin se está burlando de Occidente desde hace meses. Una tras otra mesa de negociaciones sobre Siria terminan en nada. Él hace concesiones humanitarias que finalmente no se respetan, o a veces solo por poco tiempo. Putin actúa como si quisiera convencer a Assad de dar marcha atrás, pero continúa dirigiendo por su parte la guerra contra la oposición siria y la población civil. Bajo estas circunstancias no hay negociaciones de paz. La palabrería al respecto es vana.

El mandatario ruso persigue hace mucho tiempo una estrategia mucho más amplia para debilitar y dividir a Occidente. Él no tiene ningún interés en la paz en Siria o en su reputación a nivel internacional y siempre encuentra un par de amigos, como el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. Europa solamente puede enfrentar a Putin con unidad y firmeza, y darle en su punto más débil: la crisis económica. Todo lo demás es mera ilusión.

Barbara Wesel