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Opinión: Golpe de timón de cara a los refugiados

Kersten Knipp14 de septiembre de 2015

La decisión del Gobierno alemán de controlar de nuevo la frontera con Austria contradice políticas implementadas hasta ahora para encarar la cuestión de los refugiados. Eso abre preguntas dolorosas, dice Kersten Knipp.

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Thomas de Maizière, ministro del Interior de Alemania.
Thomas de Maizière, ministro del Interior de Alemania.Imagen: picture-alliance/dpa/P. Zinken

La decisión se dio a conocer repentinamente. Alemania volvió a activar “temporalmente” los controles en su frontera con Austria, anunció el ministro germano del Interior, Thomas de Maizière, en una rueda de prensa que tomó por sorpresa a sus compatriotas este domingo (13.9.2015). Alemania ayuda, pero no hay que exagerar la disposición de este país a echar una mano, enfatizó el funcionario.

La declaración de de Maizière fue la forma elegida por el Gobierno de Angela Merkel para admitir que la política de las últimas semanas –la concesión ilimitada de asilo a refugiados sirios y la luz verde que se les dio para que entraran incondicionalmente a su territorio– había fracasado. Por sí sola, Múnich ha recibido a más de 60.000 personas desde finales de agosto. Demasiadas para la ciudad; demasiadas para el país.

La República Federal de Alemania perdió el control de la situación. En todos los estados federados que la componen escasean los lugares para acoger a los refugiados. En Múnich, muchos de ellos se han visto obligados a dormir en la estación central de trenes. De hecho, la declaración de de Maizière es la admisión de que, en teoría, el derecho al asilo no tiene límites; pero, en la práctica, su límite fue alcanzado en pocos días.

La palabra empeñada

Las consecuencias a corto plazo de esta toma de consciencia son dramáticas. El tráfico de trenes entre Austria y Hungría se detuvo. Más de dos mil policías tienen órdenes de estacionarse en la frontera germano-austríaca. Las agencias de noticias informan que se han dado instrucciones para reactivar las inspecciones y los controles aleatorios en los confines alemanes cercanos a la República Checa y a Polonia.

Kersten Knipp, comentarista de Deutsche Welle.
Kersten Knipp, comentarista de Deutsche Welle.

En otras palabras, se están tomando medidas para que el flujo de refugiados deje de llegar a Alemania. ¡Dos mil policías! Ese es un contingente inmenso que ahora deberá enfrentarse a la gente que confiaba en la noción de que el derecho al asilo no tiene límites. Los refugiados se van a sentir traicionados y muchos de ellos van a intentar hacer valer para ellos las promesas quebrantadas. Es decir, intentarán entrar sin permiso a Alemania.

Reacción en el mundo árabe

Las imágenes de la receptividad alemana le dieron la vuelta al planeta y, ahora, el mundo entero verá fotografías y videos en los que policías germanos le cierran el paso a personas desesperadas. Esas imágenes serán vistas también en el mundo árabe. Ojalá que el mensaje –que Alemania llegó al límite de su capacidad– les llegue claro y los persuada de actuar en consecuencia.

Si ese mensaje no es entendido en el mundo árabe, Alemania pasará de ser celebrada a ser denostada. No sorprendería que así fuera, considerando que en esa región se escucha poco sobre el debate germano en torno a cómo encarar la cuestión de los refugiados. La discusión sobre el derecho ilimitado al asilo se intensificó en Alemania, no tanto en los artículos de la prensa tradicional, sino en sus secciones de comentarios.

Muchos lectores dieron rienda suelta a sus preocupaciones, alegando sentirse ignorados por quienes tomaron decisiones políticas en esta materia: “¿Podemos asimilar a tantos refugiados? ¿Qué capacidad tiene el Estado para ocuparse de quienes solicitan asilo? ¿Qué posibilidades tenemos de integrarlos culturalmente?”.

Vecinos descontentos

La decisión de Alemania de permitir incondicionalmente que ciudadanos sirios entraran a su territorio ha sembrado descontento entre sus vecinos, sobre todo en el este de Europa. Sus voceros señalan que las promesas de Alemania ocasionaron una reacción en cadena de resultados incalculables. “Mientras las fronteras externas de Europa no estén seguras no deben autorizarse flujos migratorios descontrolados hacia Alemania”.

Eso dijeron los críticos de Berlín, basándose en el Tratado de Schengen. Está por verse si el golpe de timón dado por Alemania el día de hoy desalienta futuras excursiones masivas hacia el corazón de Europa. Por lo pronto, la decisión de frenar la entrada de refugiados a suelo germano permite ganar tiempo para armonizar las políticas de asilo de los Estados comunitarios y hasta fijar cuotas para distribuir a los refugiados en la UE.

Decisiones dolorosas

El viraje dado por el Gobierno alemán y los estados federados fija límites. Ahora tocará discutir y sacar cuentas: ¿cuántos afortunados pueden ser acogidos por el país y cuántos se quedarán fuera? Esa es una de las preguntas más dolorosas y éticamente complicadas. Y la República Federal de Alemania deberá hacerle frente y contestarla.