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Opinión: A Rohaní le esperan cuatro años difíciles

Maryam Ansary
20 de mayo de 2017

Hay muchas esperanzas en el vencedor de las elecciones iraníes, Hassan Rohaní, quien tendrá difícil poner en práctica sus promesas de campaña, y no solo por la oposición ultraconservadora. Así opina Maryam Ansary.

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Iran Präsidentschaftswahl - Hassan Rohani
Imagen: FARARU

El éxito del moderado Hassan Rohaní podría significar un importante impulso hacia una mayor apertura en los terrenos cultural y político, así como la mejora del corrupto y aislado sector económico. Durante su segundo mandato, tendrá ocasión de acometer algunas de sus promesas básicas.

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Se trata de promesas que crisparon el debate durante la campaña electoral y que no harán fácil la vida de Rohaní durante los próximos cuatro años. Durante los debates televisados antes de las elecciones, los candidatos presidenciales se acusaron mutuamente de corrupción, evasión de impuestos y robos millonarios.

Rohaní traspasó líneas rojas

Rohaní está ahora en la obligación de tomar las riendas del enorme problema de corrupción, aunque no es un asunto que haya surgido en los últimos cuatro años ni que vaya a resolverse en los cuatro próximos. Además será necesario suavizar las tensiones con los países vecinos de Irán, pero también con Israel y con Occidente. Lograr éxito en ese terreno sería la clave para que hubiera un impulso económico, para que se crearan nuevos puestos de trabajo y para que haya mayor inversión extranjera.

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Maryam Ansary, de la redacción persa de Deutsche Welle.

Rohaní ya fue muy activo en ese sentido durante los cuatro pasados años. Pero, a pesar de su éxito en las urnas, no puede descartarse que en su próximo mandato los cohetes de la guardia revolucionaria puedan agudizar las tensiones con Israel. Además, Rohaní no ha cumplido su promesa de ampliar las libertades civiles y personales y de una mayor protección para los derechos humanos y la libertad de prensa.

Durante la campaña electoral atacó agresivamente con estos temas, llegando a traspasar algunas líneas rojas de la república islámica. Por ejemplo, durante un discurso dijo que los electores "no quieren votar a quienes en los últimos 38 años no hicieron otra cosa que firmar penas de muerte". Su indirecta fue lanzada contra uno de sus adversarios, Ebrahim Raeissí, acusado de formar parte de un comité que ha ordenado la ejecución de miles de presos políticos.

Mayor división en el centro de poder

La gente ha depositado grandes esperanzas en Rohaní, pero los ultraconservadores tratarán de boicotear su segundo mandato. Ebrahim Raeissí, su principal oponente, tiene el respaldo de 15 millones de votos, una cifra nada desdeñable.

Ahora Rohaní debe mostrar con qué medios quiere abordar los bloqueos políticos, culturales y sociales del país. Tiene que demostrar que se ocupa del problema de la corrupción institucionalizada en la economía iraní, que protege al sector privado de los todopoderosos consorcios económicos de la guardia revolucionaria y que puede y quiere recaudar impuestos de las fundaciones religiosas, que tienen relación directa con el más elevado centro de poder de Irán.

Por otro lado, no se sabe si Rohaní contará durante los próximos cuatro años con el apoyo del líder supremo, Alí Jamenei, o si más bien volverá a tener el viento en contra por ese lado, como sucedió en su primer mandato. La derrota de Raeissí debilitará a los conservadores, lo que podría conducir a divisiones en el seno de la guardia revolucionaria de Irán. Eso es tan importante como el propio éxito de Rohaní.

Autora: Maryam Ansary (MS/LGC)