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Acrópolis, ¿adiós?

Bernd Riegert (ER/RML)25 de junio de 2015

Resulta difícil entender lo que ocurre entre Grecia y sus acreedores. Una canción de viejos tiempos podría dar un indicio. El gobierno de Tsipras ha dilapidado su credibilidad, en opinión de Bernd Riegert.

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Griechenland Blitz über der Akropolis
Imagen: Colourbox

“Acrópolis, adiós”. ¿Conocen esa canción de Mireille Mathieu? Habla de una triste despedida y de un amor despechado. Parece que también tratan de eso las negociaciones entre Grecia y sus acreedores, sostenidas por enésima vez y rayanas en el surrealismo. En el fondo, el gobierno griego merecería una despedida. Pero la Unión Europea no puede ni quiere dejar partir a Grecia.

La salida de los griegos de la unión monetaria sería un duro golpe para la credibilidad de la UE y profundizaría aun más la crisis que la aqueja. El gobierno de Tsipras ha llevado a su país al borde de la quiebra, a la que podría seguir una salida –incluso involuntaria- de la eurozona.

La culpa de la debacle corresponde de seguro en su mayor parte al gobierno griego y su irresponsable táctica de negociación. Pero también en cuanto a los acreedores, las instituciones y los jefes de Estado y de gobierno, cabe hacerse la pregunta: ¿lo hicieron todo bien?

Buscando culpables

El presidente de la Comisión de la UE, Jean-Claude Juncker, ha fracasado. El quiso mediar. La jefa del FMI, Christine Lagarde, permaneció férrea. ¿Quizá demasiado dura? Angela Merkel no quiere tener nada que ver con el caos de las negociaciones. Sostiene que eso es asunto de los ministros de Finanzas.

Con un primer ministro ideológicamente obstinado, que en Atenas se ve arrinconado por su propio partido, resulta difícil negociar sobre la base de los fríos números. Alexis Tsipras, como un héroe de tragedia griega, parece preferir hundirse “con honor”, junto a todo su país, que ceder y rescatar por lo menos momentáneamente las finanzas helenas, arriesgándose al final a perder el cargo.

“Acrópolis, ¿adiós?” “Acrópolis, ¡quédate!”, quisiera uno decirles a los griegos, porque la resistencia del gobierno de Atenas supera a la UE. Aquí ya no se puede hablar de solidaridad y valores europeos.

Bruselas, el chivo expiatorio

La UE tiene, por demás, bastantes problemas en otros sectores. No se ha logrado resolver el asunto de los refugiados, porque también en ese punto falta solidaridad europea. El gobierno nacionalista de Hungría amenaza con apartarse unilateralmente del marco legal para los procesos de asilo.

El gobierno conservador británico exige nuevas disposiciones especiales para Gran Bretaña y reformas a la UE. De lo contrario, amenaza un “brexit”, es decir, la salida de los británicos de la Unión Europea. El drama de Grecia alienta a los euroescépticos en muchos países.

Bernd Riegert.
Bernd Riegert.

¿Qué pasará ahora con Grecia? Lo decisivo es, sobre todo, cuándo cerrará el grifo el presidente del Banco Central Europeo. El BCE mantiene a flote a Grecia con créditos de emergencia para los bancos. Más allá del 30 de junio no debería poder seguir haciéndolo, si no hay acuerdo con Atenas.

¿Solo amenazas?

El plazo del 30 de junio para el término del programa de ayuda o incluso para el pago de dinero, ya no se puede cumplir, si es cierto lo que han dicho hasta ahora los implicados. ¿O fueron solo amenazas, para aumentar la presión?

¿Encontrarán en el último momento resquicios para soslayar el plazo? ¿Tiene el BCE todavía un as en la manga para mantener a Grecia con solvencia? ¿Tiene Grecia más dinero en sus arcas de lo que hasta ahora ha admitido? Entonces Atenas podría devolver el martes el crédito al FMI, sin quebrar. Por ahora. Porque eso no representaría la solución de la crisis de la deuda. Se necesita un tercer programa de ayuda, probablemente una renegociación o una quita de la deuda. Las negociaciones al respecto serían aún más largas y arduas. Uno no quiere ni imaginarlo.

Con el actual equipo de gobierno, en el que ya nadie confía, difícilmente se podrán llevar a cabo en forma eficaz. Por eso, la condición para un tercer programa de ayuda sería un cambio de gobierno en Atenas. No adiós a la acrópolis, sino a Tsipras.