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Opinión: Ahora construimos la fortaleza Europa

Barbara Wesel
25 de junio de 2018

No fue una cumbre para salvar a Angela Merkel. Pero el nuevo consenso en la EU en cuanto a querer mantener a los inmigrantes fuera de la UE, echa por la borda el derecho y el humanismo, opina Barbara Wesel.

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Belgien Brüssel - Angela Merkel und Jean-Claude Juncker
Imagen: Reuters/Y. Herman

Después de la cumbre informal sobre inmigración en Bruselas: ¿puede la canciller Angela Merkel presentarle a su socio de coalición Horst Seehofer una solución para poder expulsar refugiados a Italia? No. Para eso tiene que buscar una solución bilateral. Pero conociendo el estado actual de las relaciones entre Roma y Berlín, solo queda desearle mucha suerte en esa tarea.

Más de un jefe de Gobierno de la UE declaró después de las conversaciones en Bruselas que el encuentro no tuvo como objetivo salvar a la señora Merkel de sus apuros. De todos modos, aprovecharon la oportunidad de dar un giro a la derecha en la política migratoria de la Unión Europea.

Mejor gestión de las fronteras exteriores

Hablar sobre una mejor gestión de las fronteras exteriores de la UE ha sido durante mucho tiempo una práctica habitual en el debate sobre la migración. Pero las pocas fronteras terrestres hacia el sur ya están bastante bien aseguradas. Claro, se podría poner alambradas más altas y colocar más guardias fronterizos. También se puede pagar más dinero a los Estados miembros para que aumenten sus esfuerzos. La Comisión Europea quiere 10.000 guardias fronterizos para dar la imagen de una Europa bien protegida. Sin embargo, hasta ahora ha habido pocos voluntarios que quisieran proporcionar personal y dinero.

Barbara Wesel es corresponsal de DW en Bruselas
Barbara Wesel es corresponsal de DW en Bruselas

De hecho se trata de cerrar la ruta marítima a través del Mediterráneo. Italia ya pidió más buques patrulleros de la UE, especialmente de Francia. El presidente francés, Emmanuel Macron, apoya a Italia en la idea de que la UE no debería seguir rescatando a los refugiados del agua frente a la costa libia. Esto debería ser la responsabilidad exclusiva de los guardacostas de Libia, quienes deberían recibir más material y dinero.

Los derechos y la humanidad se echan por la borda

Ya nadie parece querer hablar de las normas del derecho marítimo o internacional. El canciller austriaco, Sebastian Kurz, también se muestra entusiasmado con la iniciativa francesa. Ni con la mejor voluntad del mundo se puede considerar a Libia como un "refugio seguro". Sin embargo, eso ya no parece interesar a nadie. Y el dinero que se quiere transferir a Libia para que se ocupe de los refugiados no es más que un ingreso extra para las milicias regionales. La UE no se siente responsable de las condiciones humanitarias en los campos libios, donde hay torturas, violaciones y asesinatos. Que se ocupe del caso el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. Esa es toda la respuesta.

Discretamente se sigue hablando sobre otros planes para erigir campamentos extraterritoriales, por ejemplo en Albania o en algún lugar del norte de África. Se dice que se trata de acuerdos bilaterales, pero eso si, con la clara voluntad de deshacerse de los solicitantes de asilo rechazados que no pueden ser devueltos a sus países de origen.

Los populistas dictan el curso

En todo esto, al presidente francés le gusta hablar mucho de los valores europeos, pero es el primero en ignorarlos cuando viene al caso. Cientos de miles de personas siguen atrapadas en Libia. Entregarlas a la brutalidad de las milicias es inhumano y posiblemente ilegal. Se ignora por completo la triste odisea de estas personas y las razones por las que huyen. Ya no son seres humanos, sino indeseables, a los que el ministro del interior italiano, Mateo Salvini, puede llamar "carne" o "mercancía" sin recibir gritos de indignación.

Los populistas de Italia seguirán chantajeando al resto de la UE en el tema de la migración. Macron se une a sus filas porque no quiere ofrecer a los extremistas de derecha en su propio país un blanco de ataque. A ellos se suma la Austria populista y la nueva "Liga del Sur", es decir la CSU de Baviera. El miedo a este eje del populismo es tan grande que la mayoría de los países de la Unión Europea está dispuesta a tirar por la borda los derechos humanos de los inmigrantes y refugiados. Y a la canciller alemana solo le queda seguirles la corriente si quiere salvar su propio pellejo.

Autora: Barbara Wesel (GG)