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Opinión: Alemania, una pesadilla de verano

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Joscha Weber
28 de junio de 2018

La descalificación en Rusia es reflejo de la crisis de identidad y la falta de liderazgo que aquejan a Alemania. Un país indeciso y pasivo, que deja que otros dominen el juego, dice Joscha Weber.

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Angela Merkel y Joachim Jogi Löw
Angela Merkel y Joachim Jogi LöwImagen: Imago/photothek

En las catacumbas del Estádio Jornalista Mário Filho, más conocido como Maracaná, dos altos directivos alemanes se encontraron en ese memorable 13 de julio de 2014. Se rieron, se lanzaron cumplidos, tomaron cerveza. Ambos estaban en el apogeo de sus carreras. El uno, el entrenador nacional Joachim Löw, que acababa de asegurarle a Alemania la cuarta estrella en la final de la Copa del Mundo en Río de Janeiro. La otra figura era una mujer, Angela Merkel, la canciller, quien acababa de obtener el mejor segundo resultado de votación desde 1990 en su tercer mandato. Merkel se encontraba en la cúspide de su popularidad.

Desde el comienzo de su mandato, Merkel siempre había buscado la cercanía del equipo nacional, conociendo su efecto positivo. Sus estrechos vínculos con Löw, entre tanto, van más allá de las citas fotográficas: se estiman y se reúnen regularmente para cenar.

Alemania se pelea

Ahora, esos dos íconos alemanes están contra la pared. Tras la debacle en Rusia, hay cada vez más voces que piden la renuncia de Löw. A eso está acostumbrada Merkel, lo nuevo son las voces que desde su propia coalición conservadora lo hacen, así sea soterradamente.

La disputa abierta entre los dos partidos hermanos (CDU y CSU) sobre la admisión de refugiados ya registrados en otros estados de la UE y la hecatombe del equipo alemán en la Copa del Mundo no tienen nada que ver entre sí. Pero ambos reflejan el estado de ánimo reinante en Alemania. Una disputa que divide.

El sentimiento de unidad del verano 2014 ha sido olvidado. Todos tienen una opinión diferente sobre el número de refugiados, la seguridad pública, la inclusión de futbolistas hijos de migrantes en el equipo nacional alemán. Alemania debate.

Hay una grieta en Alemania, un país considerado modelo internacional. Y a los que no les ha gustado nunca el papel pionero de Alemania se alegran.

Joscha Weber, de DW
Joscha Weber, de DW

Crisis interna

La crisis alemana es hecha en casa, en todos los sectores. La industria de automóviles, emblemática en Alemania, omitió las innovaciones y creyó poder engañar a los clientes. La industria automotriz, líder mundial, sacrosanta en Alemania.

Alemania, bajo el liderazgo de Angela Merkel, ignoró durante demasiado tiempo a los críticos europeos y alemanes. No actuó, solo observó como sus oponentes se organizaban. Y ahora está aislada. Así como el fútbol alemán, que se durmió sobre los laureles e hizo caso omiso de las notables deficiencias preparativas para la Copa 2018. Hoy vemos el resultado. Una selección sin ganas.

Una oportunidad

Una cierta autocomplacencia, aferrarse a fórmulas exitosas del pasado y finalmente una mala comunicación son paralelos evidentes a lo largo de la crisis alemana.

Alemania parece estar demasiado ocupada consigo misma este verano de 2018. Y eso también es un problema de falta de liderazgo. Angela Merkel, Joachim Löw y los altos directivos de la industria automotriz, amén de sus éxitos pasados, perdieron las ganas de escalar, perdieron la sed de más éxitos y la percepción de las críticas en su entorno.

Así como la Asociación alemana del Fútbol desestimó el rechazo al encuentro de Özil y Gündogan con el autócrata turco Erdogan, asimismo Merkel lo ha hecho con la opinión de muchos frente a la crisis de refugiados.

La consecuencia: la mayoría de los alemanes ya no respalda a sus icónos de otrora, Merkel y Löw. Y ahora es probable que tanto el entrenador como la canciller sean víctimas de su propia ineptitud. 

Joscha Weber (jov/er)