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Opinión: Boris Johnson y la UE, sin amor a la vista

Bernd Riegert14 de julio de 2016

El nuevo Ministro de Exteriores británico, Boris Johnson, es el rostro del “brexit”. ¿Qué quiere en realidad? ¿Podrá desempeñar bien el papel de Ministro de Exteriores? Nadie lo sabe, opina Bernd Riegert.

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Imagen: Getty Images/M. Cardy

Boris, el paladín del "brexit", es el nuevo Ministro de Asuntos Exteriores británico. ¡Precisamente él! Este lamento se puede percibir en el edificio del Consejo en Bruselas, aunque este no haya expresado una postura oficial al respecto. Cada cuatro semanas se reúne el Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea (UE). Es la reunión más importante de la UE, porque no solo decide sobre temas de política exterior, sino también, como segunda Cámara legislativa, muchas propuestas de la UE y los temas que se tratan en las cumbres de los jefes de Estado y de Gobierno. Ahí está sentado ahora un político impredecible, un embaucador, uno que Bruselas pensaba que había fracasado.

Una jugada táctica de Theresa May

Boris Johnson dijo hace unos días que no era el adecuado para llevar a la práctica la decisión del “brexit”. ¡Y ahora de repente es Ministro de Asuntos Exteriores! Fue desde luego una jugada táctica de la nueva primera ministra para contentar a la línea dura pro “brexit” de la bancada conservadora. May hace que Boris Johnson asuma responsabilidades para tenerlo medianamente bajo control.

En la central de la UE ya están sacando la porcelana diplomática para que el elefante político Boris no pueda destrozarla del todo. Por lo pronto, Johnson, un buen candidato electoral, comunicador e histriónico, no tendrá mucho que ver con las negociaciones sobre el “brexit”. Pero si se trata de las relaciones entre Gran Bretaña y la UE después de la retirada, él sería entonces el responsable, como Ministro de Exteriores. La UE sería otra vez y, al fin y al cabo, el extranjero para Gran Bretaña. Mientras que Gran Bretaña siga formando parte de la UE, Johnson, el político divertido, seguirá teniendo plena voz y voto en el Consejo. Puede bloquear y echar arena al engranaje de la odiada maquinaria política de la UE.

Riegert Bernd, corresponsal para Europa.
Riegert Bernd, corresponsal para Europa.

Muchos corresponsales veteranos en Bruselas y funcionarios de la UE se acuerdan del joven irreverente Boris Johnson, que a comienzos de los 90 trabajaba de corresponsal para el Daily Telegraph y se inventaba historias a su manera que eran solo medias verdades. Siempre había un ápice de verdad, pero Johnson se vanaglorió años más tarde de que infundía aversión en Gran Bretaña hacia la UE creando historias exageradas. Mirando los archivos periodísticos, se reconoce el modelo que ya entonces dominaba la forma de pensar de Johnson: la UE es mala y Gran Bretaña, la víctima.

¿Se toma la política en serio?

Con este simple disparate lideró con éxito la campaña del “Leave”. No parece muy probable que prescinda de ese modelo como Ministro de Exteriores. O, ¿Boris Johnson no toma nada tan en serio? ¿Sigue considerando la política como un juego divertido, una especie de “show”, para presentarse en escena? Si es así, su ministerio será entonces un buen escenario para ello. Puede viajar por el mundo, soltar sus chistes en los palacios y posicionarse con los poderosos ante las cámaras. A lo mejor no le interesan mucho a este payaso político las montañas de actas y los esfuerzos a nivel europeo en las salas de conferencias aburridas y grises. Desde el edificio del Consejo en Bruselas le dirán: ¡“Diviértete por el mundo, pero déjanos en paz!”.

El próximo lunes, el ministro novicio tendrá la oportunidad de hacer algo relevante. Se encontrará con el Ministro de Exteriores estadounidense, John Kerry, quien es un invitado usual en el Consejo de Ministros de Exteriores de la UE. John Kerry se acordará, cuando vea a Johnson, del joven Donald Trump y no solo por el pelo. Johnson, al igual que el candidato republicano a la presidencia de EE. UU., tiene visiones destempladas, una gran bocota, una relación extraña con los hechos y un sorprendente éxito. Desgraciadamente.

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