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CETA, prueba definitiva para el futuro de Europa

14 de octubre de 2016

En Alemania, un Tribunal Constitucional ha dado luz verde, de momento, al tratado de libre comercio entre Europa y Canadá, pero advierte del riesgo de un bloqueo nacional. Éste surge de otro lado, opina Barbara Wesel.

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Deutschland Köln Protest gegen TTIP & CETA & TISA
Imagen: picture-alliance/R. Goldmann

La sentencia del Tribunal Constitucional Federal de Karlsruhe es una victoria parcial para Europa. Sin embargo, el presidente del tribunal advirtió sobre las consecuencias del posible freno del CETA en Alemania: los riesgos son más de índole política que económica. Tanto la fiabilidad internacional alemana como la europea están en juego, escribió Andreas Voßkuhle en el veredicto de la sentencia. De hecho, el CETA es una especie de ensayo para tantear si la Unión Europea (UE), a futuro, puede o no cerrar acuerdos comerciales con otros actores globales. 

Canadá es el mejor socio posible

Económicamente hablando, el CETA no es especialmente importante para Europa. Canadá está en el puesto 11 en nuestra lista de socios comerciales. Contrariamente, la UE es para Canadá, después de Estados Unidos, el socio económico más grande. Así, el país norteamericano tiene un mayor interés en los acuerdos, mientras que para Europa se trata tan solo de un caso modelo: si llega a ser posible cerrar el acuerdo, éste serviría como borrador para nuevos tratados con Vietnam, Nueva Zelanda y Australia.

Barbara Wesel Kommentarbild App *PROVISORISCH*
Barbara Wesel

Con los flexibles canadienses, cuyo modelo económico es muy similar al europeo, se logró superar muchos de los ya conocidos problemas. Esto aplica al modelo retocado sobre jurisdicción arbitral para la protección de inversores, la nueva reglamentación excepcional de los servicios públicos, así como a la robustecida reglamentación para el trabajo, el medio ambiente y la sostenibilidad. Pero hay que admitir: las decisiones no corresponden cien por ciento con la legislación europea, como, por ejemplo, la evaluación de riesgos que presentan ciertos productos o procedimientos. Pero ¿cómo podemos esperar que nuestras leyes apliquen plenamente a países socios? El CETA nos pone frente a la pregunta de si queremos un buen tratado ahora o nunca más.

Valonia quiere derribar el CETA

Karlsruhe le ha exigido al Gobierno Federal un par de condiciones extras difíciles de cumplir, entre ellas, el derecho nacional de revocación. Sin embargo, aquello juega apenas un papel importante, ahora después de que el Parlamento Regional de la Bélgica francófona anunciara que puede que bloquee el CETA este viernes (14.10.2016). Todo gracias a las críticas de siempre: no hay suficiente democracia en los acuerdos. Ahora, un pequeño parlamento regional, de un pequeño país miembro de la UE, puede bloquear todo el acuerdo. Y sin realmente tener una buena razón política: que un par de cientos de porcicultores de Valonia estén, a raíz del CETA, amenazados por las importaciones baratas provenientes de Canadá, es simplemente ilógico. Esto nada tiene que ver con democracia, sino más bien con una oposición no reconocida y una guerra de trincheras en la fragmentada política de la República belga.

Aquí no se decide sobre el acuerdo; los líderes provinciales creen firmemente que con su oposición pueden derrumbar al Gobierno central.

Un golpe devastador para la UE

La política comercial es una de las principales responsabilidades de Bruselas; ésta hace parte de las competencias claves de la UE. Tan solo por los gritos de protesta, la UE cedió y autorizó que el acuerdo sea aprobado en los diferentes parlamentos: estamos hablando de 38 parlamentos en toda Europa, los cuales pueden decir no por cualquier motivo y enterrar, así, el proyecto. Queda incierto si el Gobierno central belga pueda todavía encontrar una salida jurídica sutil.

Para Europa, todo este asunto es un desastre. Los acuerdos comerciales y acuerdos internacionales similares están dirigidos siempre al interés económico general de la UE. Si regiones individuales pueden detenerlos porque temen desventajas para su región, hace que todo el ejercicio sea una farsa. ¿Acaso cree Valonia que ellos, completamente solos, podrían firmar un mejor acuerdo comercial con cualquier otro país? ¿O acaso prefieren no comerciar y vivir solo a punta de carne de cerdo? Aquí se está fraguando una gran y creciente imbecilidad política. Y si esta tendencia continúa, la UE podría estar empacando y acabando, democráticamente, por completo el negocio.

Para aprender: aquí puede usted leer la versión original de este artículo en alemán.