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Grecia permanecerá en la eurozona

Max Hofmann (ER/EL)1 de mayo de 2015

Desde el cambio de Gobierno en Atenas, una “hora de la verdad” sucede a la otra. Europa nunca estuvo tan cerca del “Grexit”. No obstante, Max Hoffmann opina que hay cinco buenas razones para que eso no suceda.

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Imagen: Matt Cardy/Getty Images

1- No hay automatismo

En los meses pasados se ha sostenido reiteradamente que si los griegos dejan de efectuar un pago al Fondo Monetario Internacional, caerán oficialmente en quiebra, los bancos cerrarán y se pondrá en marcha un inevitable automatismo. Eso no es así. La directora del FMI, Christine Lagarde, no saldrá de inmediato a anunciar la bancarrota griega. Algo así debe establecerse formalmente y eso toma por lo menos unos días. Incluso entonces, Lagarde tendrá un margen político, si los griegos prometen enmendar. ¿Se despedirá Grecia de la Unión Monetaria “por error” y contra la voluntad de todos? Tan impotentes no son las “instituciones”.

2- Una retirada no sería forzosamente más barata

Si los griegos se retiraran de la unión monetaria, ¿qué ocurriría? Todavía existen los tan manidos riesgos de contagio. Especuladores podrían intentar arrastrar a Portugal o Italia a la quiebra. La Unión Europea está mejor preparada que hace algunos años para hacer frente a semejante situación, pero en Bruselas nadie se atreve a descartarla. De todas maneras, en caso de una retirada, la UE tendría que seguir respaldando de algún modo a Grecia, porque un “Grexit” tendría por consecuencia el completo colapso económico del país. Independientemente de si Grecia sigue siendo o no parte de la UE, la Unión Europea tendría que ayudar. Y eso probablemente no resultaría mucho más barato que mantener a los griegos en la unión monetaria.

Max Hofmann dirige el estudio de DW en Bruselas.
Max Hofmann dirige el estudio de DW en Bruselas.Imagen: DW/B. Riegert

3- Insensatez geopolítica

Parte de los inestables Balcanes, amigo tradicional de Rusia, puerta abierta para los migrantes en el Mediterráneo… Grecia ya es todo eso. ¿Querrán realmente los miembros de la UE empujar a un país de esas características al total aislamiento, con consecuencias geopolíticas imprevisibles? La respuesta la encontramos en las declaraciones de las últimas semanas: muchos políticos europeos están cambiando su discurso y ya no justifican la ayuda a Grecia con argumentos económicos sino geopolíticos.

4- Tsipras ha comprendido finalmente

Hay en Bruselas voces fidedignas que sostienen que el encuentro de los malhumorados ministros de Finanzas en Riga fue el punto de inflexión. El primer ministro griego, Alexis Tsipras, comprendió que ya no le quedan ases en la manga y por eso relevó a importantes negociadores. A todas luces, la troika tendrá ahora a interlocutores que entienden algo del asunto y no se limitan a las fantasías idealistas.

5- Una unión es una unión

Si Grecia se retirara, la unión monetaria no sería una verdadera alianza. Por lo menos en el aspecto psicológico, tendría más bien el cariz de una asociación cambiaria. El aliciente para una mayor integración económica, y sobre todo política, se vería seriamente debilitado. De ese modo, la idea europeísta de las últimas décadas sufriría un duro golpe. Los pesos pesados de la UE tratarán de impedir eso por todos los medios.